Fuente: alandar.org
06/06/2024
El sábado 8 de junio el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez cumple 96 años. Como suele ocurrir anualmente, el Instituto Bartolomé de Las Casas invitará a sus amigas y amigos a festejar ese día con él.
Gustavo no es un hombre común; este peruano bajito y que cojea sin disimulo a consecuencia de una osteomielitis que lo tuvo varios años en cama cuando era niño, es uno de los teólogos más reconocidos como creador de la Teología de la Liberación, una perspectiva teológica que inspiró y transformó la vida de miles de hombres y mujeres en todo el mundo y que cambió la Iglesia postconciliar desde América Latina.
Su afirmación de la centralidad de la opción por los pobres desde el Evangelio como rasgo esencial de la fe cristiana le acarreó el desdén de los poderosos y de la jerarquía eclesiástica, empezando por la peruana. Durante décadas, Roma, Ratzinger como Prefecto de la Comisión de la Doctrina de la Fe, le pidió una y otra vez precisiones y explicaciones que Gustavo acogió y respondió con valentía, sinceridad y respeto.
Se ha escrito mucho sobre este extraordinario teólogo. En estas líneas con ocasión de sus 96, queremos solamente evocar algunas anécdotas que lo evidencian no solo como gran creyente sino, además, como alguien dotado de gran agudeza y sentido del humor.
En una de las primeras exposiciones que le escuché, allá por los años 80, le oí varias veces referirse a aquel amigo que siempre decía: “¡qué bien estaríamos si no fuera por la realidad!”. Tuve ocasión de comprobar que Gustavo evocaba en muchas de sus charlas esa frase de aquel hipotético amigo.
Cuando, en esos tiempos de crítica y cuestionamientos por parte de Roma, un periodista le compadeció poniendo de relieve su sufrimiento, Gustavo le respondió que prefería caminar con su Iglesia que andar solo con su teología. En otra circunstancia en la que la prensa lo compadecía, dijo que “escribir teología para él era redactar una carta de amor al pueblo pobre, a quién amaba, al mundo dividido y a la Iglesia a la que pertenecía”.
Pero este gran expositor, teólogo ingenioso e inteligente, también se metió con la física. Y con esta anécdota terminamos este pequeño rosario de agudezas para revelar una faceta humana más de Gustavo. Eran tiempos en los que los economistas y políticos, cuando se les preguntaba por qué habiendo una economía que describían como boyante, había tanta pobreza, siempre respondían que la solución de la pobreza era el “chorreo” de esa abundancia. Comentando ello Gustavo Gutiérrez, y evocando a Arquímedes, afirmó que en este país las normas de la física no regían y señaló “que en Perú el chorreo siempre es hacia arriba”. La ocasión era una ceremonia en la que el Cuerpo Diplomático quiso reconocer su valía intelectual y profesional.
Así es él. ¡Felices 96!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.