martes, 31 de diciembre de 2019

Integración pendiente


Integración pendiente
(En «El Diario Vasco», 29/12/2019)

La existencia de una profunda división en el seno de la Iglesia guipuzcoana corre el riesgo de perpetuarse sin un horizonte de solución posible



   La diócesis guipuzcoana vive una situación conflictiva que se manifiesta mediante la expresión de desacuerdos que se trasladan de forma recurrente a la opinión pública sin que parezca que exista margen para encauzar las desavenencias existentes dentro del ámbito interno de la Iglesia del territorio a través de los distintos consejos representativos diocesanos como el Consejo Presbiteral y el Consejo Pastoral Diocesano. 
   Este panorama de conflicto en la diócesis guipuzcoana no es nuevo y hunde sus raíces en el nombramiento de José Ignacio Munilla como obispo de San Sebastián hace ahora diez años. Su designación por parte de la Santa Sede, sustituyendo a Juan María Uriarte tras cumplir este su edad de jubilación, despertó desde el primer momento una amplia contestación en el seno de la Iglesia guipuzcoana, que el tiempo transcurrido desde entonces no ha sido capaz de atemperar. 
   La Iglesia diocesana guipuzcoana acoge en su seno una amplia pluralidad, pero son muchas las dificultades que han subsistido durante la última década para que esta diversidad haya podido converger en una comunión eclesial integradora. Más allá de los recurrentes motivos que emergen cada cierto tiempo como expresión de la existencia de una profunda división en el seno de la Iglesia guipuzcoana, importa comprobar que esta situación, lejos de proporcionar motivos para suponer que podría ser superable, parece afianzar la impresión de que corre el riesgo de perpetuarse sin un horizonte de solución posible.
   La celebración de una eucaristía hace dos semanas en Arantzazu, con presencia de centenares de personas y organizada por el sector crítico nucleado alrededor de Gipuzkoako Kristauak, constituye una expresión palpable del malestar que anida en una parte significativa de la Iglesia guipuzcoana. El obispo José Ignacio Munilla no ha sido capaz hasta el momento de integrar con su labor pastoral a un amplio sector descontento y tiene una responsabilidad esencial, acorde con la relevancia del cargo que desempeña. 
   La comunión plena en el seno de la Iglesia guipuzcoana sigue siendo a día de hoy una tarea pendiente que reclama un esfuerzo integrador para superar una división que, por encima de todo, perjudica al conjunto de la propia Iglesia guipuzcoana.



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