"La Biblia vuelve a
palacio", declaró la presidenta interina de Bolivia, Jeanine Áñez, al
tomar posesión el pasado 12 de noviembre. Unos días antes, Fernando Camacho,
una de las principales voces en el proceso que llevó a la renuncia de Evo Morales,
entró Biblia en mano al mismo edificio declarando que "Dios" volvería
al "gobierno".
Los dos (Jeanine Áñez y Evo Morales) son católicos y contaron
con el apoyo de sectores conservadores de la Iglesia y de líderes evangélicos
para debilitar a Morales.
En los últimos años, menciones a Dios y de pasajes bíblicos parecen haberse
multiplicado en los discursos políticos, y el apoyo evangélico fue instrumental
en el ascenso de los líderes de derecha en América Latina y Estados Unidos.
En Brasil, los evangélicos son la principal base electoral del presidente
Jair Bolsonaro. En Estados Unidos no es muy diferente: Donald Trump contó con
el apoyo de las iglesias pentecostales para salir elegido.
Para el historiador estadounidense Andrew Chesnut, autor de decenas de
libros y artículos sobre el crecimiento de las iglesias pentecostales, la
fuerte influencia de los evangélicos en el ascenso y caída de líderes es una de
las principales "tendencias" de la política actual en el continente
americano.
"Hasta en México, donde la población pentecostal es pequeña, de apenas
un 8%, un partido político fundado por un pastor pentecostal ayudó al actual
presidente, Andrés Manuel López Obrador, a llegar al poder", le dijo
Chesnut a BBC News Brasil.
"La influencia política evangélica es una de las tendencias políticas
más importantes de las últimas cuatro décadas en el continente americano",
agrega el profesor de la Virginia Commonwealth University.
Pero, ¿qué explica esa influencia creciente de la religión en la política
de países del continente? ¿Y por qué las iglesias evangélicas han conseguido
cada vez más adeptos entre los latinoamericanos?
En entrevista con BBC News Brasil, Chesnut enlistó 5 factores que ayudan a
responder a esas cuestiones:
ü La cohesión ideológica de
los evangélicos, que facilita articulaciones políticas.
ü El hecho de que los ritos
de las iglesias evangélicas son más "consistentes" con aspectos de la
cultura latinoamericana.
ü La adopción de reglas
menos rígidas para la formación de sacerdotes, lo que permite una mayor
inserción en las capas más pobres.
ü La creación de redes de
apoyo en comunidades marginadas.
ü La capacidad de hacer eco
de pensamientos compartidos por sectores conservadores de clase media y alta.
El crecimiento de las iglesias evangélicas y su entrada en política
El continente americano ha vivido una acentuada caída en el número de
católicos, al mismo tiempo que se registró un gran aumento en la población
evangélica.
Según el Pew Research Center, principal centro de investigación sobre
religiones, de 1900 a 1960, los católicos conformaban el 94% de la población de
América Latina.
Pero ese porcentaje cayó drásticamente. Un estudio del mismo centro de 2014
mostró que 84% de los entrevistados crecieron como católicos, pero apenas un
69% aún se identificaba como tal.
En contraste, solo 9% de los latinoamericanos crecieron como evangélicos,
pero el 19% dice seguir esa religión actualmente.
Para Andrew Chesnut, quien estudia el movimiento pentecostal desde hace 25
años, una característica importante acompaña al crecimiento del número de evangélicos
en el continente americano: el compromiso político de líderes e integrantes de
esa religión.
El investigador destaca que los católicos son un grupo más
"heterogéneo", con segmentos ligados a la izquierda y otros a la
derecha. Esa pluralidad, en la práctica, dificultaría una movilización política
coordinada.
"Dentro del catolicismo, tienes sectores conservadores, ligados al
Opus Dei, por ejemplo, y otros más progresistas, como los miembros de la
Teología de la liberación. Entonces, hay más diversidad y eso hace más difícil
la tarea de lograr una alianza católica", explica.
"Y los evangélicos son más homogéneos políticamente. Eso facilita la
unión y las alianzas para elegir determinados políticos".
Bolsonaro, Camacho y... Trump
Los ejemplos más recientes y evidentes de la fuerza evangélica en política
son la elección de Jair Bolsonaro en Brasil y la caída de Evo Morales en
Bolivia. Los dos episodios contaron con el apoyo crucial de sectores
evangélicos.
En la caída de Morales, fue una figura ligada al ala más conservadora de la
Iglesia católica y a los líderes evangélicos la que ganó protagonismo: Luis
Fernando Camacho.
Camacho ejerce como presidente del Comité Cívico Pro Santa Cruz, una
entidad que reúne a cerca de 200 instituciones, entre asociaciones de
residentes, trabajadores de derecha y empresarios. El comité funciona en la
ciudad más poblada de Bolivia, Santa Cruz de la Sierra, y se le llama
"gobierno moral".
Sus constantes menciones al "poder de Dios" y su costumbre de
citar fragmentos de la Biblia han hecho que la prensa internacional se refiera
a él como el "Bolsonaro boliviano".
Él fue el principal articulador de las protestas en las calles que
culminaron en la retirada de apoyo de la policía y las fuerzas armadas al
gobierno de Morales. Camacho suele iniciar sus discursos con una oración y, al
entrar en el antiguo Palacio de Gobierno, en La Paz, pocas horas antes de la
renuncia del expresidente, depositó una Biblia junto a la bandera boliviana.
Para Chesnut, Camacho y Bolsonaro tienen características en común.
"Bolivia es interesante, porque es un país más predominantemente
católico que Brasil. El 70% de los bolivianos son católicos. Pero, en la salida
de Morales del poder, vimos una fuerte influencia evangélica", analiza.
"Camacho es más o menos como Bolsonaro. Él es católico, pero tiene una
gran influencia pentecostal y tiene a los pentecostales como grandes aliados.
Su discurso es 100% pentecostal".
La senadora Jeanine Áñez, quien se proclamó presidenta interina de Bolivia
tras la salida de Evo Morales, sigue la misma línea. Ella entró al Palacio de
Gobierno, en La Paz, con una enorme Biblia, y juró detrás de un altar montado
con velas y la imagen de Jesús crucificado.
"Un aspecto importante del papel que la religión ha ejercido en los
gobiernos latinoamericanos es la existencia de una convergencia entre los
evangélicos y los católicos conservadores", dice Andrew Chesnut.
Aunque los ejemplos brasileño y boliviano son contundentes, el profesor
estadounidense dice que la tendencia de crecimiento de la influencia evangélica
en los gobiernos no es característica solo de América Latina.
Para él, el fenómeno se inició en Estados Unidos, comenzó a ganar fuerza en
América Latina en la década de los 80, con el ascenso de un pastor evangélico
como presidente de Guatemala -José Efraín Ríos Montt-, y puede ser visto
claramente hoy en el gobierno de Donald Trump.
Según un reportaje del periódico Washington Post, el 61% de los pastores
evangélicos de Estados Unidos manifestaron su intención de votar por Trump en
la elección de 2016. Y el presidente estadounidense mantiene relaciones
cercanas con varios líderes evangélicos famosos en el país.
"En EE.UU., los evangélicos son una de las principales bases
electorales de Trump", dice Chesnut. Según el investigador, esa relación
cercana del mandatario con sectores religiosos se refleja en la decisión de
transferir la embajada de Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén.
Bolsonaro llegó a anunciar que haría lo mismo, para atender la petición de
los grupos evangélicos que se basan en interpretaciones bíblicas para defender
que Jerusalén debe ser "protegida" y habitada por los judíos.
No obstante, el presidente brasileño optó finalmente por abrir una oficina
comercial en la ciudad, después de una fuerte presión de los países árabes y
del sector exportador de productos básicos brasileño, que temía represalias
comerciales.
"Una de las agendas importantes actuales para los evangélicos es el
apoyo a Israel", afirma el profesor Andrew Chesnut.
¿Por qué las iglesias evangélicas
son tan atractivas para el público?
Más allá de la cohesión ideológica, que facilita la articulación política
de los evangélicos, Chesnut enlista otros cuatro factores que contribuyen al
éxito del movimiento pentecostal entre los latinoamericanos. Uno de ellos es el
hecho de que las iglesias evangélicas adoptaron ritos "más consistentes
con la cultura de los pueblos de la región".
En ese sentido, las canciones de alabanza y la forma más informal y directa
para que los pastores hablen sobre partes de la Biblia jugarían un papel
importante.
Otro aspecto enlistado por el investigador son las redes de apoyo creadas
por las iglesias evangélicas para intervenir en los problemas de las
comunidades, como casos de alcoholismo, criminalidad y drogadicción.
El tercer factor sería el criterio flexible para la formación de sacerdotes
(los obispos y pastores).
"Una gran ventaja que tienen las iglesias pentecostales es que los
pastores se pueden casar y no tienen los mismos requisitos educacionales. Un
sacerdote católico forma parte de la élite latinoamericana en lo referente al
nivel educacional", dice.
"Esa facilidad de no exigir una extensa formación académica ni
celibato permitió una mayor entrada de las iglesias pentecostales en las capas
más pobres".
Más allá de eso, el investigador destaca que sectores conservadores de la
clase media y alta de Estados Unidos y América Latina vieron que sus posiciones
tenían eco en las nuevas iglesias evangélicas. Entre esas agendas están la preocupación
por la educación sexual en las escuelas, el temor a lo que llaman
"ideología de género", y la posición firmemente contraria a la
flexibilización de leyes relacionadas con el aborto.
"Había una población que compartía esos valores: defendía una agenda
anti-LGBT, el antifeminismo y era contraria a la legalización del aborto. Esas
personas no tenían líderes que representaran esas perspectivas de la manera
deseada", dice Chesnut.
¿Cuál es el impacto de esa
influencia religiosa en la política?
Para el profesor estadounidense, el principal temor relacionado con el
aumento de la injerencia evangélica en la política es que los líderes electos
con el apoyo de esos sectores acaben aprobando políticas públicas que, en la
práctica, discriminen a otros credos religiosos o que signifiquen retrocesos en
las conquistas sociales de las minorías.
"En el caso de Bolivia, ya vimos comentarios racistas por parte de la
presidenta interina. Allí, algunos sectores pentecostales ven a las
religiosidades indígenas como satánicas o paganas", dice Chesnut.
En Brasil, el investigador percibe el riesgo del surgimiento de una atmósfera
de intolerancia contra las religiones de matriz africana.
"Hay una preocupación de que las religiones indígenas y afrobrasileñas
puedan sufrir persecución con los pentecostales en el poder. Grupos violentos
pueden sentirse impunes o alentados a actuar así", dice Chesnut.
Pero el historiador destaca que el fenómeno del crecimiento de las iglesias
evangélicas está acompañado de un movimiento muy diferente y que también puede
influir en el escenario político del continente: el aumento en el número de
personas que dicen no tener ninguna religión.
"Más allá del crecimiento de las iglesias evangélicas, en varios
estados de EE.UU. y en varios países de América Latina, hay un crecimiento
rápido de las personas que no tienen ninguna filiación religiosa", dice.
Y las características de ese grupo son opuestas a las que definen a los
sectores evangélicos y católicos conservadores. "Son más jóvenes, sabemos
que la tendencia es que son de izquierda y más liberales en las costumbres. Y
están creciendo casi tan rápidamente como los pentecostales".
Falta saber cuál de los dos sectores tendrá más influencia electoral en los
próximos años.
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