RELACIONES ECONÓMICAS ENTRE LA
IGLESIA Y EL ESTADO.
LA CONCERTACIÓN ECONÓMICA DE LOS CENTROS PRIVADOS.
Ignacio
Villota Elejalde
Dedico
este artículo
a
mi hermano Juan Luis, uno de los pioneros en el estudio del tema educativo.
Cuando
en nuestro país llegan las grandes fechas de las elecciones hay temas
recurrentes que surgen de modo inmediato. Uno de los temas, lógicamente, es el
de las relaciones con la Iglesia: por ejemplo, la revisión de los Acuerdos
Parciales de 1979, el pago del Ibi, la inmatriculación de bienes inmuebles, las
subvenciones a los colegios privados, etc. De modo, burdo a veces, se
cuantifican millones mezclando churras con merinas: las dotaciones a los
llamados colegios concertados con Cáritas, la conservación de monumentos
religiosos con la atención religiosa a las Fuerzas Armadas, etc. Esta
mezcolanza de conceptos hace a muchos llegar a la conclusión de que la Iglesia
en este País vive de la “mamandurria” que diría Esperanza Aguirre. Me recuerda
esto al almirante Carrero Blanco que, poco tiempo antes de ser asesinado y al
comprobar con dolor que una buena parte del Episcopado acompañaba al Cardenal
Enrique y Tarancón, tras el Vaticano II, en su despegue del franquismo, publicó
un documento en el que sumaba con medias verdades, verdades y mentiras montones
de millones de pesetas que el estado franquista había donado a la Iglesia para
sus actividades y necesidades. Obviamente, no cuantificaba, era imposible, lo
que suponía el apoyo incondicionado, silente, cobarde y humillante de ese
Episcopado durante cuarenta años a la dictadura.
Pues
bien, ahora pasa algo de lo mismo. Claro que hay varias materias a revisar en
las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Pienso en muchas de las
inmatriculaciones de bienes inmuebles por parte de algunas Diócesis. Es un tema
que me chirría, pero no tengo datos. Pero, las Instituciones públicas habrán de
reconocer que el dinero, por ejemplo, que puedan trasvasar a Cáritas, no es ni
de lejos lo que a esta organización le suponen los donativos que le hacen
llegar los creyentes. Cáritas viene paliando de forma nítida las grandes
brechas y heridas económicas y sociales existentes en España desde hace muchas
décadas. No es difícil imaginar el desbordamiento social que se hubiera podido
producir en este país, en la actual crisis económica, si los creyentes o no
creyentes no hubieran vehiculado su generosidad a través de esta organización y
de otras de matriz cristiana.
Otra
cuestión debatida es el de la dotación económica a los centros privados de
enseñanza. Tiene derecho a enseñar el que sabe y tiene aptitudes y actitudes
para desarrollar una labor formativa y educativa. Aquí, en Getxo, conocí una
iniciativa preciosa de un matrimonio de Valladolid: el Colegio “Nuestra Señora
de Europa”. Una pareja, enormemente competente, que se lanzó a una empresa
difícil y costosa, que se prestigio en el barrio de Algorta. Sé de iniciativas
de padres en el terreno de las cooperativas de enseñanza de familias y profesores:
el colegio Coenen, en Güeñes, el Colegio Trueba, la ikastola Lauro y otras
varias más. Hay colegios de órdenes, congregaciones religiosas y de la Diócesis
en toda Bizkaia. Todos cumplen con los requisitos académicos y de eficiencia
profesional y se someten a las exigencias legales. Otra cuestión, la más
importante para mí, es si están de acuerdo con las exigencias del Evangelio
para considerarlos como de la Iglesia. Cada vez tengo más claro que un equipo de
pastoral, clases de religión y tutores pueden sumar también para desvirtuar el
Mensaje, haciendo cristalizar en las mentes de los chicos y chicas unas bases
ideológicas, en los terrenos económico, social y político en contraposición al
Evangelio.
Una
cuestión siempre de actualidad es el debate escuela pública-escuela privada.
“Yo he estudiado en un colegio público y mando a mis hijos a un colegio
público”, fardan muchas personas. ¿Y? Yo conozco colegios públicos en Bizkaia
formidables y otros menos formidables, por distintas razones: a veces, la filosofía
del funcionariado agosta ilusiones, en otras ocasiones, demasiadas, el tener
que recibir a un heterogéneo grupo de alumnos difíciles hace muy arduo el
trabajo para el enseñante. Sé que bastantes colegios públicos, al estar en las
periferias urbanas, han de desarrollar una labor ímproba para atender a
inmigrantes, etnias distintas, etc. Por ello, habría que perfilar una normativa
legal para la distribución del alumnado que posibilitara un encaje justo de los
alumnos, y que los colegios de titularidad eclesial asuman, si no lo están
haciendo, la tarea de atender a los más pobres, que han de ser objeto de una
acogida y dedicación cariñosas. Hay que volver a decir que educar solamente a
chicos y chicas que “huelen bien” es muy agradable, pero no es cristiano.
Conozco también bastantes colegios privados,
laicos y de la Iglesia. Digo lo mismo: unos muy buenos, a otros habría que
echar de comer aparte.
A los que habría que echar de comer aparte es
a aquellos colegios, muy pocos en Bizkaia, que diciéndose “de la Iglesia” y utilizando
los mismos medios y destrezas que los laicos, no forman más que, a lo sumo,
chicos y chicas piadosos y castos, y perpetúan el sistema o, mejor, el
antisistema económico y social que nos preside y gobierna. Ya he hablado ahora
y en otra ocasión de ello. Estos centros desfiguran la faz de la Iglesia y
hacen mucho daño a la sociedad.
Y
llegamos al tema económico. ¿Han de ser subvencionados los Centros privados?
No, y no se asusten que lo aclaro. El derecho a la Enseñanza y a la Educación
lo tienen las familias. Ellas eligen, ante la variada oferta, el Centro que
quieran para sus hijos. Y las instituciones públicas, Estado, CC.AA., etc. han
de ingresar a las familias el costo de esa enseñanza, similar al que cuesta un alumno
en la enseñanza pública, por tener una referencia. Los colegios privados no son
sujetos de derechos en este tema. Ellos, igual que los públicos hacen una
oferta a las familias, y éstas con el dinero, justamente redistribuido por las
instancias públicas de los impuestos de los contribuyentes, eligen el centro
que deseen, siempre dentro de las normativas geográficas y urbanas.
De
este modo se acabaría con el eterno tema de los “colegios de la Iglesia
subvencionados”. Los colegios privados, laicos y de la Iglesia, no han de
recibir ni un euro del dinero público. Son, lo digo una vez más, las familias
las que tiene todos los derechos. Y hay que advertir lo de siempre: las
Instituciones Públicas no son las dueñas del dinero, son meramente las
encargadas de redistribuir el dinero de los contribuyentes, a éstos y a los que
no pueden contribuir.
Esto
es así de tal manera que cuando los organismos del Estado se planteen las
relaciones económicas con la Iglesia, dejen como hacen ahora de forma mecánica,
de consignar las retribuciones a la enseñanza de la Iglesia como un capítulo
más de las “ayudas”. Y empiecen a considerar las aportaciones a la sociedad que
hacen todos los colegios privados en forma de bienes inmuebles, sin los cuales
hoy sería inviable la enseñanza en nuestro país.
Y, en
cuanto a nosotros, Iglesia, es ya el momento de que sus dirigentes, además de
exigir a sus centros cumplir la normativa social y política emanada de los
organismos políticos, empiece a estudiar qué se le ha de exigir a un centro de
la Iglesia para pasar a ser un centro cristiano.
No soy ingenuo: las Instancias públicas han de
hacer un seguimiento y una inspección exhaustivos para evitar a los “listos” y
a los corruptos, que los hay. Para ello están.
Es una gozada leerle a este Iñaki: por lo claro y escueto y por las aportaciones, sugerencias, que rezuma. Eskerrik asko.
ResponderEliminarQuerría fijarme en la propuesta —podríamos decir— que hace, y asumirla tal vez como reto. Esto es: el dinero destinado a la enseñanza no deberian apropiárselo los centros públicos como si fuera propio de ellos, sino que debería repartirse entre las familias que deben educar a sus hijos/as.
Es lo más claro que he oído en este manido debate de si el Estado debe subvencionar o no a los Centros Privados: no es una subvención. serán las familias las que podrán aportar al colegio en concepto de escolarización de sus hijos/as lo que han recibido del Estado para elo.
¿Podría organizarse una campaña de concientización?
¿Podría llegar a los Partidos políticos esta iniciativa?