lunes, 26 de mayo de 2014

Premian obra del biblista José Antonio Pagola

"Jesus. An Historical Approximation" recibió el premio a la Excelencia Editorial 2014 en el rubro de Teología.




La obra "Jesus. An Historical Approximation", un estudio teológico escrito por el biblista español José Antonio Pagola ha sido galardonado con el premio a la Excelencia Editorial 2014, que otorga la Association of Catholic Publishers de Estados Unidos.

El libro, que ya va por su quinta edición, se ha convertido en breve tiempo en un auténtico bestseller en todo el mundo de habla hispana.

Ahora, esta obra del biblista español José Antonio Pagola está disponible en inglés y su éxito ha sido notorio. En ella, el autor nos presenta una apasionante narrativa de Jesús de Nazaret recuperada desde el contexto del primer siglo; se trata de una reconstrucción de la figura histórica de Jesús de Nazaret, basada en un serio y profundo estudio bíblico y teológico.

¿Quién era Jesús? ¿Cómo pudo haber entendido su propia vida? ¿Qué alternativas quiso revelar con su praxis en el contexto del siglo I? ¿Cuál era la originalidad de su mensaje? ¿En qué sentido el proyecto del Reino estructuró y centró toda su vida? ¿Por qué fue ejecutado y quiénes intervinieron en su muerte?

El autor va reconstruyendo la figura histórica de Jesús a la luz de los datos más recientes y reconocidos en todo el mundo sobre el contexto social, económico, político y religioso en que vivió. En todo momento mantiene un profundo y sincero diálogo con las propuestas más actuales y el aporte de los autores contemporáneos, especialmente del mundo anglosajón.

El premio reconoce la excelencia editorial venezolana cuyos líderes son los prestigiosos teólogos Rafael Luciani y Félix Palazzi.

viernes, 23 de mayo de 2014

No está lejos la ordenación de casados, ‘viri probati’




Ecos frecuentes desde la oficialidad sobre
abrir la Iglesia a esta posibilidad


JUAN RUBIO, director de VidaNueva

Aunque no es sobre el celibato sacerdotal de lo que hoy hablo, de su valor o conveniencia, sí traigo a colación, para no perder el humor, esta anécdota que me comentaba un viejo cura, curtido en mil batallas.

Enterado el obispo de su precaria salud, de su escasa pensión y de su destartalada vivienda, le hizo una visita. Escuchó al sacerdote, ya jubilado, y acabó aconsejándole que se cuidara; que no era conveniente que viviera tan solo. La respuesta del cura osciló entre la ironía y la sagacidad:

Eso ya lo dijo el Creador, con el barro sin secar, y dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo, pero no hemos obedecido. Así, que si usted me lo permite, me caso.

Mejor sonreír antes de hablar de un tema que se viene oyendo con frecuencia últimamente: la posibilidad de que hombres casados recibieran la ordenación sacerdotal. Viri probati se les llama. La primera vez que se habla de ellos es en la Carta de Clemente a los Corintios, con palabras que retomó el Vaticano II:

Los apóstoles nombraron a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados (viri probati) les sucedieran en su ministerio.


Y, desde la oficialidad, se escuchan ecos frecuentes. Pietro Parolin, siendo nuncio en Venezuela, antes de Secretario de Estado, dijo a El Universal que el celibato “no es parte del dogma de la Iglesia y la cuestión está abierta a discusión (…). Se pueden hacer modificaciones”.

Pietro Parolin
Antes, en 2006, el cardenal Cláudio Hummes, uno de los electores del papa Francisco, y a quien puso a su lado el día de su elección en la Loggia de las Bendiciones, debió aclarar, a instancias vaticanas, estas declaraciones a un diario de Brasil:

El celibato es una disciplina, no un dogma de la Iglesia (…). Por cierto, la mayoría de los apóstoles estaban casados. En esta era moderna, la Iglesia debe observar estas cosas, y se tiene que avanzar con la historia.

Angelo Scola, siendo Patriarca de Venecia, en el Sínodo de 2005, habló de “solicitud para ordenar fieles casados de comprobada fe y virtud, los llamados viri probati”.

Un dato clave, por primera vez en boca de un papa desde Trento, está en la carta de Benedicto XVI Anglicanorum Coetibus, cuando en el artículo 6, establece la posibilidad de “admitir al orden sagrado del sacerdocio a hombres casados, según los criterios objetivos aprobados por la Santa Sede”. Ya lo había expresado en sus años de docencia.

Y ahora es Francisco. Recientemente llamó al obispo de Xingun, Erwin Kräutler, en la selva tropical de Brasil, para conocer datos que le ayuden en su próxima encíclica sobre la ecología.

Además, quiso conocer cómo atendían pocos sacerdotes tamaña diócesis. El prelado declaraba al periódico austríaco Salzburger Nachrichten que encontró al Papa dispuesto a estudiar, con mente abierta, soluciones al tema, contando con los obispos locales, que han de llevar las sugerencias a Roma. Un paso importante.


miércoles, 21 de mayo de 2014

Volvamos siempre al Evangelio



REVISTA SURGE

Pregunta: ¿Qué tipo de sacerdotes necesitamos desde las demandas actuales de nuestras comunidades eclesiales y de nuestra sociedad?

Queridos amigos de “SURGE”. Os agradezco vuestra pregunta ya que manifiesta el interés de la revista por estimular la vocación, la tarea, y el servicio de los presbíteros no sólo a nuestras comunidades sino también a los más que no pertenecen a ellas.

Os respondo desde mi experiencia de cura diocesano con 43 años de ministerio a mis espaldas, y un variado recorrido a lo largo de estos años, en diversas tareas al servicio del pueblo de Dios.

Creo que siguiendo a ese dicho del Papa Francisco “sacerdote con olor a oveja”, tenemos que colocarnos no fuera ni en frente sino dentro de ese pueblo de Dios, que peregrina en la tierra, en las iglesias concretas e históricas en las que le ha tocado o ha elegido vivir. Dentro de este pueblo de Dios, hay, entre otras, tres dimensiones importantes, que creo que tienen que conformar la vida del cura:
  1. Pasión por el Evangelio. Evangelio sin glosa, que decía San Francisco de Asís, que repite el Papa Francisco, y que el Hermano Carlos de Foucauld formulaba: “Volvamos siempre al Evangelio”.
  2. Pasión por las personas que forman la comunidad o comunidades concretas a las que hemos sido enviados. Estas personas, y en este momento histórico. Con sus virtudes y sus defectos, con sus carencias y sus dones. Comunidades con dinamismos y acomodaciones concretas.
  3. Pasión por quienes ya no forman parte de la comunidad, porque se alejaron en un momento determinado de la misma o porque nunca han formado parte de ella. Los que se marcharon o nunca estuvieron.
  4. Pasión por los pobres. Son ellos los que aseguran la presencia más viva del Señor, y a quienes somos especialmente enviados en su nombre. Los pobres que son vecinos desde siempre o los que han llegado, a veces desde lejos, hasta nosotros. Pobres que pertenecen a culturas y religiones diferentes. No podemos ignorarlos, (es lo cómodo) sino acogerlos, ampararlos, y en alguna medida integrarlos.


Teniendo en cuenta estas cuatro dimensiones, hay que considerar que vivimos en medio y nos dirigimos a hombres y comunidades que pertenecen a distintos grupos sociales y de diferentes estilos y talantes aunque convivan, -con grandes dificultades- en el seno del mismo pueblo de Dios.

Los curas vivimos o atendemos a comunidades rurales, de dimensiones mínimas, de cultura religiosa rural, -aunque sean trabajadores o jubilados de las industrias o servicios-, cuyas expectativas principales se limitan a mantener la comunidad celebrante del domingo, y a través de ella colaborar al sotenimiento de la permanencia de la unidad administrativa local. Mientras el sacerdote acude a celebrar al pueblo, hay una comunidad, -por mínima que sea- que mantiene a la vez que la vida cristiana, una parte de la vida local. Esto adquiere una tonalidad especial, en la provincia de Gipuzkoa donde las viviendas están dispersas y el núcleo urbano muy pequeño está situado en torno a la parroquia. Las expectativas de estas comunidades están centradas en la visita rápida y la celebración semanal que preside el sacerdote. Este pasa muy rápidamente por las relaciones que se generan en esa pequeña comunidad local, y demasiadas veces no arraiga lo necesario para que las personas que forman esas comunidades puedan dialogar con cierta tranquilidad con él. Y él pueda convertirse, de alguna manera, en un miembro de esa comunidad, para vivir la fe y celebrar desde ellos y con ellos.

Vivimos y atendemos núcleos urbanos en los que la parroquia tradicional forma parte del paisaje del pueblo. Pero cada vez de forma más difuminada. La Parroquia y en ella la comunidad y el sacerdote que preside sus celebraciones, destaca en el paisaje urbano cuando “tocan” los ritos de paso. Hasta ahora bautismos, primeras comuniones, alguna boda, y muchos entierros y funerales. Estos últimos años y de manera acelerada, han disminuido bodas y bautizos, se mantiene las primeras comuniones, y prácticamente no disminuyen los ritos funerarios. Además los bautizos y comuniones se celebran en comunidad, no así los funerales, que se siguen celebrando individualmente, - en algunas ocasiones, dos a la vez-, con lo que la dedicación en tiempo y preparación se desnivela gravemente a favor de los últimos. Las expectativas de una parte importante de estas poblaciones de los núcleos urbanos se limitan al deseo de fluidez y empatía que la comunidad y especialmente el cura deben desarrollar en estas circunstancias más alegres y celebrativas, -bautizos, bodas, primeras comuniones, o más serias y tristes,-funerales-.

martes, 20 de mayo de 2014

Los curas republicanos que Franco asesinó y que la Iglesia quiere condenar al olvido



MANUEL ÁNGEL MENÉNDEZ (en cuartopoder.es)



Eran ‘curas sociales’. Luego, en los sesenta y setenta, sus sucesores serían llamados ‘curas obreros’, o ‘curas rojos’, pero en 1936 ellos eran sólo ‘curas sociales’. Pensaban que era compatible la religión católica con la justicia y con la democracia, con el trabajo digno y con un salario justo. Y por eso fueron liquidados por Franco y condenados al olvido por los jerarcas católicos que bendijeron  a los rebeldes y les llamaron ‘santos cruzados’.

El número de estos sacerdotes republicanos exiliados, encarcelados o asesinados por el franquismo no es aún conocido, pero un grupo de historiadores coordinado por el catedrático Feliciano Montero ha rasgado el velo del olvido y ha publicado un libro que demuestra que no todos los sacerdotes españoles estaban ni con Pío XII ni con el cardenal Gomá, y mucho menos con Franco. Pero, eso sí: estos curas republicanos y mártires jamás subirán a los altares.

En definitiva, los “curas republicanos”, los “curas rojos”, aquellos sacerdotes que tuvieron la osadía de apoyar la Segunda República y colaborar con ella, lo pagaron muy caro: han sido doblemente olvidados, doblemente represaliados. Como el resto de los vencidos, sufrieron la represión política del régimen de Franco; es decir, muerte, cárcel y exilio; pero, también, la represión eclesiástica: desarraigo, ostracismo, sanciones canónicas y excomuniones… y, sobre todo, el silencio ominoso y el olvido.

Su pecado fue mortal, porque constituían la prueba viviente de que era posible ser católico y republicano, sacerdote y demócrata, de que la guerra civil no era una ‘cruzada’… y mucho menos ‘santa’, como sostenía el cardenal Gomá, arzobispo de Toledo y primado de España, quien escribiera: “¿La guerra de España es una guerra civil? No; una lucha de los sin Dios [...] contra la verdadera España, contra la religión católica”, calificando a Franco como un “instrumento de los planes de Dios sobre la Tierra”. ¿Eran ateos los sacerdotes asesinados por los franquistas? No, y nunca serán beatificados… pero han roto el mito de que sólo el bando republicano represaliaba a las sotanas.

A los altares nunca subirá, por ejemplo, Francisco González Fernández, el maestro y cura de Mijas (Málaga) asesinado en enero de 1938, con tan sólo 41 años, por las hordas franquistas después de un juicio sumarísimo. Su gran pecado fue el haber sido y ser republicano. Antes, esas mismas hordas habían asesinado, por ejemplo también, a Matías Usero, por el mismo delito, y esos mismos rebeldes asesinaron a un número incontable de sacerdotes republicanos o nacionalistas vascos y catalanes por el gran pecado de no condenar una sublevación deshonrosa y traidora.

lunes, 19 de mayo de 2014

Diócesis de Coira (Suiza): el Vaticano defiende al obispo e ignora las protestas de los fieles

monseñor Vitus Huonder



 Ludovica Eugenio


No es querido, de ninguna manera, en la diócesis de Coira (Chur), cantón Graubünden, el controvertido obispo monseñor Vitus Huonder, conocido, desde hace años, por sus decisiones ultraconservadoras e impopulares. Son éstas las que se encuentran en el origen de las protestas y de las peticiones de dimisión formuladas por los católicos de Coira.

Sin embargo, tal y como se puede deducir de una reciente comunicación, sigue contando con el apoyo del Vaticano, después del ataque del consejero de Estado de Zurich, Martin Graf, de los Verdes. Éste afirmó en 2013 que la Iglesia “se había quedado atascada en la Edad Media” y que su negativa a aceptar mujeres en el sacerdocio era una violación de la Constitución.

La respuesta de Huonder fue inmediata, afeándole no “conocer la Iglesia católica” y pidiéndole que se excusara, algo que hizo rectificando ligeramente el sentido de sus palabras. Tal y como ha declarado recientemente el responsable de los medios de comunicación de la nunciatura apostólica en Suiza, Giuseppe García, el apoyo del Vaticano a Huonder llegó a la nunciatura a finales de abril, a través de la Secretaría de Estado Vaticana, en forma de agradecimiento por haber defendido firmemente la posición de la Iglesia.

Una diócesis en guerra permanente

Nombrado obispo de Coira en 2007, Huonder ha estado, desde el primer momento, en el centro de encendidas polémicas que han reactivado en la atormentada diócesis suiza el clima de los años 90, cuando los fieles se sublevaron entonces contra el obispo, el opusdeista monseñor Wolfgang Haas (del que Huonder fue un estrecho colaborador) hasta que la situación se hizo totalmente insoportable y Roma tuvo que apartar al obispo, trasladándolo a la archidiócesis de Vaduz, en Liechtenstein.

En 2011 se puso en marcha la iniciativa más contundente y llamativa en su contra: los fieles de la Conferencia de Biberbrugg, el organismo que reúne a las siete Iglesias cantonales de la diócesis de Coira (con jurisdicción sobre los cantones de Graubünden, Glarus, Zurich, Nidwalden y Uri) tomaron la decisión de solicitar a los gobiernos cantonales (tal y como está previsto en la Constitución Federal de la Confederación suiza), la remoción del obispo, sin alcanzar el objetivo esperado.

La iniciativa contó con el apoyo del teólogo Hans Küng, quien declaró que el obispo ya no estaba en condiciones de dirigir su diócesis, habida cuenta de que once de los diecisiete arciprestes se habían desmarcado del prelado.

domingo, 18 de mayo de 2014

El obispo de Quimper, suspendido “hasta nueva orden”



 
Jean-Marie Le Vert
Céline Hoyeau

El papa Francisco ha autorizado a monseñor Jean-Marie Le Vert, 55 años, “por razones de salud, suspender, hasta nueva orden, el ejercicio de su tarea pastoral en la diócesis de Quimper” (Finistère), anunció la Conferencia Episcopal de Francia el pasado 14 de mayo de 2014.

Para asegurar, durante este período, el gobierno de la diócesis bretona, el papa ha nombrado al obispo emérito de Langres, monseñor Philippe Gueneley, como administrador apostólico. La decisión, explica éste último en un comunicado dirigido a los católicos bretones, es para que “monseñor Le Vert se tome el tiempo de descanso que necesita”.

La diócesis se encuentra sumida, desde hace varios meses, en una crisis, entre sus dirigentes, que ha llevado últimamente a que el vicario general, Jean-Paul Larvol presente su dimisión. A la suya, le han seguido las de otros dos sacerdotes del consejo episcopal. En Quimper, se habla con mucha prudencia de una situación “complicada”, “delicada”, de “profundo malestar”. El arzobispo de Rennes, monseñor Pierre de Ornellas, estuvo hace dos meses en Finistère, para entrevistarse con algunas personas.

Una decisión de la santa Sede bastante inédita

Las quejas dirigidas por miembros de la diócesis no inciden, contrariamente a lo que dicen determinados medios de comunicación social, en la existencia de tensiones ideológicas que supuestamente habrían surgido entre un obispo percibido como muy conservador (monseñor Le Vert, nombrado obispo de Quimper en 2007, fue oficial de la marina y posteriormente sacerdote de la comunidad de San-Martin que abandonó una vez ordenado obispo) y un clero más progresista. Las causas parecen estar en el poder excesivo dejado a su entorno, en detrimento de su consejo episcopal y de las personas que institucionalmente fueron nombradas para ayudarle en el desempeño de su tarea.

jueves, 15 de mayo de 2014

Elección de obispos y reforma de la curia vaticana



Métodos de designación de obispos en la Iglesia y funcionamiento de la curia vaticana


Publicado el 09.05.2014 (V.N.)




JESÚS MARTÍNEZ GORDO
(Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz)


Al Papa S. Celestino I (422-432) se debe lo que, desde el siglo V, es un criterio rector incuestionable en la organización de la vida eclesial: ningún obispo debe ser impuesto. Esta proclama ha sido puesta en práctica de diferentes maneras a lo largo de la historia hasta que una insoportable injerencia de los poderes civiles y la influencia de la eclesiología protestante (negadora del sacramento del Orden) acabaron suplantando y pervirtiendo la legítima participación del pueblo de Dios.

Tales injerencia y eclesiología llevaron a que el obispo de Roma se reservara para sí dicho derecho y que lo hiciera movido por la urgencia ineludible de defender la libertad de los prelados y el sacramento del Orden como ministerio constitutivo y constituyente de la Iglesia católica. Sólo así se garantizaba debidamente la fidelidad de los sucesores de los apóstoles única y exclusivamente al Evangelio y sólo así se preservaba la apostolicidad de la Iglesia católica.

El concilio Vaticano II sostuvo con claridad meridiana la libertad de la comunidad cristiana para elegir sus obispos, sin consentir transacción alguna con las autoridades civiles (CD 20). De ello se hace eco el mismo código de derecho canónico de 1983 cuando proclama que “en lo sucesivo no se concederá a las autoridades civiles ningún derecho ni privilegio de elección, nombramiento, presentación y designación de Obispos” (377 & 5). Los padres conciliares eran conscientes de que la crisis galicana estaba superada, es decir, que la intromisión de la autoridad civil en la elección de los obispos pertenecía al pasado, aunque quedaran restos de ella en el presente. Es esta última constatación la que explica su voluntad de respetar el privilegio de presentación de obispos allí donde se hubiera pactado y su llamada a renunciar al mismo.

Además, los padres conciliares tuvieron un exquisito cuidado en reconocer el sacerdocio común de los fieles sin confundirlo con el sacerdocio ministerial (diaconado, presbiterado y episcopado). Como también lo tuvieron en diferenciar ambos sacerdocios señalando la existencia de una ineludible separación entre ellos, no solo de grado, sino fundamental. Al proceder de esta manera, abrían una vía de aproximación a lo mejor de las aportaciones de las iglesias evangélicas sin renunciar, por ello, a la singularidad del sacramento del Orden en la catolicidad: el ministro (particularmente, el sacerdote y el obispo) no es un simple delegado de la comunidad –como así sucede en la eclesiología evangélica- sino sacramento de Cristo. Y lo es por la imposición de manos, la invocación del Espíritu y la presidencia de una Iglesia local.

El Vaticano II tenía claro que el reconocimiento del sacerdocio común no diluía –y, menos, aparcaba- la identidad cristológica del ministerio ordenado. Y, a la vez, que la afirmación de la singularidad ministerio ordenado era perfectamente articulable con el sacerdocio de todos los bautizados. Tal proclamación no ocultaba ni disolvía el sacerdocio común de todos los fieles cristianos.

A la luz de estas importantes aportaciones conciliares, no es extraño que haya reaparecido la exigencia de recuperar el protagonismo que tradicionalmente ha desempañado el pueblo de Dios en la elección de sus obispos.

Semejante reclamación no se efectúa por simple mimetismo con las maneras de proceder en las democracias formales burguesas, sino como consecuencia de haberse superado las injerencias de los poderes civiles que provocaron la congelación de tal derecho de la comunidad y la posterior reserva a la Sede Primada de Roma de la elección y nombramiento de obispos. Y, sobre todo, porque el Vaticano II ha recuperado para todos los bautizados una dignidad eclesial que se hace creíble ejerciendo la corresponsabilidad en los asuntos que afectan a la comunidad cristiana y, por tanto, participando en la elección y nombramiento de los obispos.

lunes, 12 de mayo de 2014

Elecciones al Parlamento Europeo




CARITAS, CONFER, HOAC, JUSTICIA Y PAZ Y AEFJ (ÁFRICA-EUROPA FE-JUSTICIA) ANIMAN A LA MASIVA PARTICIPACIÓN EN LAS ELECCIONES EUROPEAS


El próximo 25 de mayo los españoles estamos convocados a elegir 54 de los 751 diputados que compondrán el nuevo Parlamento Europeo y que representarán a unos 490 millones de ciudadanos europeos (28 países miembros). En estas elecciones, el nuevo Parlamento estrena mayores competencias: elige al Presidente de la Comisión, tiene que aprobar al conjunto de los miembros que propone el Consejo Europeo para formar la Comisión y puede destituir a la Comisión mediante una moción de censura.


El gran reto al que se enfrentan los ciudadanos europeos es, por un lado, la desinformación acerca de las instituciones, funcionamiento y repercusiones de lo que se realiza, día tras día, en la Unión Europea, unido al casi total desinterés por lo que en la UE se debate.

Desde nuestra común identidad cristiana y a la luz del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia, animamos a todos los votantes a tomar conciencia de la importancia de este momento,  donde con nuestro voto podemos construir una Europa más justa y solidaria con las personas y los países más débiles y vulnerables.

La Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE) anima, con motivo de la convocatoria de las elecciones al Parlamento europeo, a configurar Europa como una comunidad de solidaridad y responsabilidad, basada en un modelo de economía social de mercado en el que no solo prime la economía y donde tengan la debida importancia la moral, la política y la voluntad decidida de preservar los derechos fundamentales de todas las personas.

Nuestras organizaciones consideran necesario apostar decididamente por una Europa comprometida con una justicia económica y social universal, dispuesta a:

a) Establecer un marco de protección de los derechos económicos y sociales,  e impulsar políticas de lucha contra el desempleo -especialmente el juvenil y el de larga duración- orientado a la creación de puestos de trabajo dignos para todos.

lunes, 5 de mayo de 2014

El colegio episcopal no puede tener...



“El colegio episcopal no puede tener una estructura, como la curia, que sea superior a él” (Mons. J. R. Quinn)


“El integrismo es más rigidez que fidelidad, más un temor al error que una confianza en la verdad, más una aceptación ciega de las apariencias que una inmersión a fondo en la sustancia”.

“La tendencia de la curia a debilitar las conferencias episcopales es también un obstáculo importante para la unidad”.

“Creo que sería beneficioso que hubiera un  concilio en un futuro no muy lejano. Hay muchos asuntos muy importantes que la Iglesia tiene que abordar y que presentan un enorme interés para muchas regiones del mundo”.

“Tenemos que aceptar la crítica con humildad… Roma no tiene que estar a la defensiva, no prestando ninguna atención a las observaciones que vienen de fuentes respetables, y, más todavía, si estas fuentes son amigables y fraternales” (Pablo VI)


***

Monseñor John Raphael Quinn, arzobispo emérito de S. Francisco (1977-1995) y antiguo presidente de la conferencia episcopal norteamericana, ofreció una conferencia en Oxford (junio, 1996) sobre la relación de la Curia Vaticana con los obispos y con las diferentes conferencias episcopales del mundo, así como sobre la forma de gobernar la Iglesia del entonces Papa Juan Pablo II y de su curia.

Su intervención fue publicada en “Origins” (18.VII.1996) y acabó convertida –una vez reelaborada- en un libro referencial para entender, entonces y hoy, los caminos por los que tendría que ir la reforma de la Curia Vaticana en la que se ha comprometido el papa Francisco (John R. Quinn, “The Reform of the Papacy. The Costly Call to Christian Unity”, New York 1999; “La reforma del papado”, Herder Editorial, 2000).

A la finalización de esta conferencia concedió una entrevista en la que resumía lo más importante de su intervención. Son palabras que merecen ser recordadas por su indudable actualidad.

            P.- ¿Por qué ha elegido hablar del papado?

La diócesis de Nanterre y los equipos de animación pastoral en las parroquias


Anne-Bénédicte Hoffner






Monseñor Michel Aupetit será acogido el domingo 4 de mayo como obispo de Nanterre. La principal riqueza de esta diócesis reside en sus numerosos laicos, que, debidamente formados, se responsabilizan de la vida de sus parroquias, de la pastoral en general y de la enseñanza católica.

Primero fue Notre Dame de Pentecostés, situada entre las torres de la Défense, luego la capilla real Maximiliano Kolbe en Rueil-Malmaison, después la “casa de la Palabra” en Meudon y muy pronto “la casa de las familias” en Boulogne-Billancourt. Según el informe de monseñor Claude Dagens titulado “Proponer la fe en la sociedad actual”, la diócesis de Nanterre tomó la decisión, hace veinte años, de abrir estas casas de Iglesia”. “Ni sólo parroquias ni únicamente establecimientos para acoger jóvenes”, la diócesis desea que sean, “a la vez, lugares de misión y servicios concretos que se prestan a la sociedad”, resume el P. Alain Lotodé, vicario episcopal, especialmente encargado de su control.

Son lugares atendidos con particular esmero y adaptados al tiempo presente en una diócesis que, joven y diversa, acoge, este domingo, a monseñor Michel Aupetit, antiguo obispo auxiliar de París. Nanterre es una diócesis creada en 1966 a la que todavía falta “una conciencia diocesana”, reconocen quienes trabajan en ella, deseando que la reciente renovación de Santa-Geneviève y el flujo de visitantes que vengan a descubrir sus vastos frescos contribuye a reforzarla.

Precariedad y “responsabilidad de los bautizados”

jueves, 1 de mayo de 2014

Mensaje para la festividad del 1º de mayo


 Departamento de Pastoral Obrera
Comisión Episcopal de Apostolado Seglar





Mensaje para la festividad del 1º de mayo. San José Obrero.
Si falta el trabajo, la dignidad humana está herida

Desde sus comienzos la Doctrina Social de la Iglesia ha fundamentado la dignidad de toda persona en la condición de hijos e hijas de Dios, y ha proclamado la necesidad de poner en práctica el principio evangélico que invita a la acción: “os aseguro que lo que hayáis hecho a uno solo de estos mis hermanos menores, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).

El primero de mayo, fiesta de San José Obrero y fiesta cristiana del trabajo, supone para los trabajadores que profesan la fe la ocasión de recordar y agradecer, también, esas luchas por la dignidad y la justicia de todos aquellos que han hecho de su vida un compromiso en favor de la dignidad del trabajo humano, que se han esforzado por reconocer en él la dignidad de los trabajadores y trabajadoras que lo realizan.

En cada hombre y mujer que diariamente se esfuerza en realizar su trabajo, con el que contribuye a realizar la voluntad creadora y salvífica del Padre, contemplamos el sagrado reflejo de Dios que quiso encarnarse en Jesús de Nazaret para mostrarnos el verdadero camino de humanización y liberación que nos dirige y acerca hacia el Reino de la Paz y la Justicia, hacia el Reino de la Vida y del Amor.

Por eso, cualquier ataque a la dignidad del trabajo humano es, intrínsecamente, un ataque a la dignidad de los hombres y mujeres que lo realizan, y por ello una negación de Dios. El desempleo, la precariedad laboral, el subempleo, la economía sumergida, las condiciones de explotación o de inseguridad e insalubridad laboral, el trabajo infantil, la discriminación laboral por razones de sexo o raza, la injusticia de los salarios y otras condiciones laborales, todo ello son heridas a la dignidad humana que se clavan en las personas de los trabajadores, y que repercute gravemente en sus condiciones de vida, y en las de sus familias, deshumanizando su existencia. Cuando la vida social –también el trabajo- pone en el centro al dinero, y no a la persona, negamos la primacía del ser humano sobre las cosas, negamos la primacía de Dios (Evangelii Gaudium 55). La manera de concebir hoy el trabajo humano genera pobreza y exclusión y deshumaniza a los trabajadores.