domingo, 18 de noviembre de 2012

Una Carta oportuna para estos tiempos

IGLESIA EN CHILE - ORGANIZACIONES LAICALES
Las Organizaciones laicales que abajo firmamos nos dirigimos a la opinión pública y también a nuestros obispos para expresar nuestra profunda alegría y satisfacción por la Carta pastoral del Comité Permanente del Episcopado nacional de septiembre de este año. Hacía muchos años que esperábamos algo así. Coincidimos con los obispos cuando ellos mismos dicen que hace 50 años que no se publicaba un documento parecido. Fueron tiempos de verdadera sequía doctrinal y de orfandad pastoral. Muchos habían perdido la esperanza y se había producido, lo que se ha llamado un "cisma silencioso". Por esta razón es, que inspirados en Jesús, consideramos esta Carta como una Buena Nueva para Chile y en particular para los pobres.
Es muy interesante comprobar la acogida que ha tenido este Documento. Como era de esperar no ha dejado a nadie indiferente. Ni a los variados actores sociales, económicos y políticos del acontecer nacional, ni a los cristianos que han reaccionado de diferente manera. Algunos ya han dicho que no se sienten obligados a seguir estas orientaciones.
Creemos que esta Carta abre una nueva etapa en la vida de nuestra Iglesia. Los mismos obispos lo reconocen. En efecto, dicen; "A nadie se le oculta que, por nuestras faltas, la iglesia ha perdido credibilidad". Las encuestas así lo demuestran. En 1995 la confianza en la iglesia llegaba al 80%, en 2011 al 38% y en 2012 bajo aún más. Muchos laicos habíamos perdido la esperanza. Había pasado demasiado tiempo. Ojalá que nuestros pastores perseveren en este camino y no surjan voces contradictorias dentro de la misma Conferencia Episcopal.
Como laicas y laicos cristianos valoramos y acogemos esta oportuna reflexión de los obispos católicos. Creemos que debe estudiarse, comentarse y difundirse en todo lugar. Nosotros/as nos comprometemos a hacerlo. Entre tanto queremos destacar algunos aspectos novedosos y sorpresivos.
1. Petición de perdón; Se había sabido que los obispos chilenos, siguiendo a Benedicto XVI, cuando se revelaron algunos escándalos, pidieron perdón. Lo mismo hizo el Arzobispo de Santiago en el Te Deum de Fiestas Patrias. Sin embargo, esta vez la actitud es diferente. Estábamos acostumbrados a un estilo autoritario y casi prepotente. Ahora escuchamos decir; "Nosotros somos los primeros que debemos ser evangelizados"; "Debemos asumir el llamado a una profunda conversión". A los que antes se descalificaba y a veces se les condenaba, ahora se les dice humildemente; "Quienes se han sentido ofendidos pueden ayudarnos a hacer el camino del reencuentros". Ojalá que cada obispo en su Diócesis y cada sacerdote adopten e incorporen una actitud parecida.
2. Un nuevo estilo para hablar; Los documentos episcopales hablaban "ex cathedra", desde arriba, desde la verdad absoluta. Ahora los obispos asumen este momento como un llamado "a una profunda conversión". También dicen que "para ser fieles al evangelio se sienten llamados "a escuchar el clamor de nuestro pueblo expresado en los movimientos sociales". Una iglesia que escucha, que acoge, que es misericordiosa, que aprende es la iglesia de Jesús. A este respecto quisiéramos recordar una reflexión de San Agustín. "Cuando la necesidad nos obliga a reprender a alguno, preguntémonos si nosotros no hemos cometido la misma falta, y tengamos en cuenta que somos hombres y la hemos podido cometer. O quizás la tuvimos y ya no la tenemos, y entonces acordémonos de nuestra común fragilidad, para que a la corrección preceda no el odio, sino la misericordia. Y si tenemos conciencia de vernos sumergidos en el mismo vicio, no se lo echemos en cara, sino lloremos con él, y mutuamente invitémonos al arrepentimiento".
3. Conversión y cambios de estructuras; Hay un hermoso párrafo que conviene recordar; "Pero no solo debemos revisar nuestros comportamientos personales sino también las estructuras de nuestra iglesia, el modo de ejercer nuestro sacerdocio, las formas de participación, el lugar otorgado a los laicos y en especial a la mujer". En otro lugar, añaden; "Se hace necesario adecuar nuestras celebraciones litúrgicas y nuestras formas de piedad". A este respecto, como laicos y laicas, queremos decir a nuestros obispos que hay un profundo descontento con las misas de los domingos en las parroquias. La reforma litúrgica del Vaticano II se detuvo hace tiempo y las actuales celebraciones son monótonas y rutinarias. Tampoco estamos conformes con la homilía de algunos sacerdotes. Algunos no se preparan, no relacionan el Evangelio con la vida y los pastores, a veces, dan la impresión de estar cansados y agobiados.
4. Aspectos de la Doctrina Social de la Iglesia; Junto con los puntos anteriores queremos valorizar algunos temas que están en el capítulo IV de "Evangelizar la Cultura" y que según el texto "constituyen lo esencial de esta Carta pastoral".
a) Dignidad de la persona humana. La carta nos dice que Jesús nos ayuda a entender esta dignidad. Esta visión nos invita también a volvernos respetuosamente hacia nuestros hermanos de los pueblos originarios de nuestra patria. Ellos tienen derecho a expresar, desde su perspectiva, el mensaje de amor, respeto, igualdad y paz que ofrece el Evangelio. Hagamos nuestras sus demandas justas que exigen reparar siglos de marginación e injusticia. Seamos cuidadosos para corregir nuestras propias faltas del pasado, de modo que jamás el cristianismo pueda aparecer como una fe que se les impone por la fuerza sin respetar sus culturas. El Evangelio debe enriquecerse con sus mejores tradiciones y procurar encarnarse en ellas como lo haría Jesucristo.
b) La importancia de una familia. Respecto a este tema, nos permitimos decir una palabra iluminada por nuestra propia praxis comunitaria. Hoy día existen diversos tipos de familia. Vemos que los cristianos de hoy son; casados, divorciados, separados, aislados u homosexuales, cada uno vive intensamente esta búsqueda, un poco al margen del discurso eclesiástico. Los cristianos callan sus vivencias personales y dejan al clero predicar en el desierto. Pensamos que de esta manera no se llegará a testimoniar el Evangelio como nos pide la Iglesia.
c) La sexualidad. Realmente nos sorprende la manera positiva como se habla de este tema en la Carta pastoral. Contrasta con las prohibiciones de documentos pasados. También los obispos dicen; "Nos preocupa también que muchos perciban nuestro mensaje actual como una moral de prohibiciones". Aquí, nuestra Iglesia y todos nosotros tenemos que recapacitar sobre cómo hemos construido culturalmente lo referente a la sexualidad humana. El personal consagrado y el laicado tenemos mucho que aprender de la historia de restricciones que ha mantenido nuestra Iglesia desde S. Agustín para adelante. Nos llama a la atención la falta de formación de los sacerdotes en relación a la sexualidad. También nos preocupa que al analizar las causas de los errores y abusos nunca se menciona la posibilidad de introducir el celibato optativo. Nos asiste la convicción de que esta crítica -sana y respetuosa- puede ayudarnos a sanar nuestras heridas profundas e incomprensiones diversas con la sociedad actual.
d) La educación. Digno de valorar es el acápite que los pastores dedican a la situación de la educación en Chile y que los estudiantes tan valiente y dignamente han denunciado. Dicen los obispos en relación a los "hechos que nos interpelan"; "En este contexto social, el "lucro" desregulado, que adquiere connotaciones de usura, aparece como la raíz misma de la iniquidad, de la voracidad, del abuso, de la corrupción y en cierto modo del desgobierno".
e) El sentido del pobre. En una cultura donde se nos valora por las competencias y el dinero, el cristianismo nos enseña, aunque no siempre hayamos sido fieles a lo que profesamos, a defender la dignidad humana sin condiciones. Eso nos obliga a integrar al marginado, a cuidar del enfermo y a darle valor al desvalido porque ellos son plenamente seres humanos.
Por eso se nos invita a tener una proximidad real con el pobre, y proponer un humanismo que no lo margine, no lo explote, que respete su dignidad y sus derechos. Precisamente porque el pobre no basa su existencia ni en la riqueza, ni en sus saberes, ni en sus títulos académicos ni en su abolengo, en él se manifiesta más puramente la dignidad del ser humano como ser humano.
5. Críticas al modelo económico y cultural neoliberal; La parte más novedosa, crítica y valiente de la pastoral es su juicio severo sobre la situación de desigualdad que reina en el país, producto de las estructuras económicas, políticas y sociales. Es una palabra que critica a este modelo porque castiga con mayor severidad a los más pobres y postergados de nuestra sociedad. Los obispos dicen textualmente; "Este modelo ha privilegiado de manera descompensada la centralidad del mercado, extendiéndola a todos los niveles de la vida personal y social… Se ha pretendido corregir el mercado con bonos y ayudas directas descuidando la justicia y equidad en los sueldos… Hoy escandalosamente hay en nuestro país muchos que trabajan y, sin embargo, son pobres".
6. Conclusión; La iglesia debe resituarse. La Carta plantea al final del texto; "Nuestra fidelidad a Jesús y nuestro contacto con la cultura actual nos obligan a ir a la raíz de la fe que profesamos para reconocer y apoyar todo lo bueno y para superar aquello que no corresponde al Evangelio. La Iglesia debe resituarse en el mundo con nuevas coordenadas. Esa fe obliga a la Iglesia a tener una participación activa en asuntos de debate público que interesan a nuestra sociedad como la acogida a los migrantes, la protección de todos los que son más vulnerables, la situación en las cárceles, la lucha contra la discriminación, la defensa y promoción de los derechos humanos, el combate a la deshumanizante drogadicción, las necesarias reformas a la educación, y en general los problemas que atañen a la vida social y política. A la Iglesia corresponde estudiar esos problemas y suscitar su reflexión en la sociedad, ahondar en su comprensión, confrontarlos a la luz del valor fundamental de la dignidad de la persona que nos enseña Jesús".
En este año del 50º aniversario en que el Papa Juan XXIII convocó al histórico Concilio Vaticano II, y ahora inspirados por la recienteCarta de los obispos, hemos de asumir con más ardor evangélico que "los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo" (Gaudium et spes, 1- sobre la Iglesia en el mundo actual).
Amerindia Chile / Iglesia Entre Todos / Comunidad Juan XXIII
Comunidades Laicas Marianistas / Centro Ecuménico Diego de Medellín
Comunidad Martin Luther King / Comité Oscar Romero / Servicio Paz y Justicia
Fraternidad Laica Carlos de Foucauld / Cristianos en Misión
Comunidad José Comblin / Revista "Reflexión y Liberación".
Santiago, Octubre 12 de 2012

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