El nuevo escenario abierto en Euskal
Herria ha obligado al obispo de Bilbo a mover ficha para que la Iglesia
no pierda protagonismo en el futuro. Mario Iceta juega sus cartas con
cierta soltura frente al discurso cavernícola de su homólogo
donostiarra. Son tímidos movimientos, aunque todo apunta a que la
jerarquía de la Iglesia vasca ha decidido mover ficha para no ser ajena
al nuevo escenario abierto en Euskal Herria. Quien espere una gran
implicación se equivoca, más bien es un gesto para no quedar
descolocada.
Son tímidos movimientos, propios de una institución
anquilosada por los rítmos que imprime su jerarquía cuasi medieval, pero
es cierto que una parte de los pastores de la Iglesia vasca se mueven
ante el nuevo escenario abierto en Euskal Herria tras el anuncio de ETA
de cese de la lucha armada. Unas semanas antes del histórico comunicado
de Euskadi Ta Askatasuna, en el inicio del curso pastoral, el obispo de
Bilbo, Mario Iceta, ya avanzó en su homilia en la catedral de Santiago
que «la Iglesia quiere ofrecer el ungüento de Cristo para curar heridas,
consolar en el dolor, derribar muros de división y colaborar en la
construcción de una sociedad justa, reconciliada y en paz».
Munilla e Iceta son las dos caras
de una Iglesia conservadora, aunque sí es cierto que el gernikarra es
más hábil en jugar sus cartas consciente de que su episcopado será largo
y que no es posible en poco tiempo desenmarañar la red de complicidades
construida en las últimas cuatro décadas. Un primer
movimiento fue autorizar a Ángel Mari Unzueta a que participase en la
Conferencia Internacional de Aiete, además de ser uno de las personas
representativas de la sociedad vasca con las que se reúne periódicamente
el Grupo Internacional de Contacto (GIC) que lidera Brian Currin.
Unzueta Zamalloa, uno de los vicarios de Mario Iceta, muy valorado entre
la curia vizcaina crítica con el prelado y un hombre muy cercano a
Uriarte.
En ese encuentro, en el que los consejeros solicitaron la recuperación de una comisión de paz y reconciliación «atenta a la nueva situación, se barajó -según señalaron a GARA fuentes diocesanas- la posibilidad de que participase como ponente otro sacerdote muy vinculado a Uriarte y a la búsqueda de la paz, se trata de Joseba Segura Etxezarraga. Finalmente, no fue así aunque el gesto de Mario Iceta no gustó a Munilla.
Joseba Segura ha vuelto de Ecuador,
donde se ha encargado de la dirección de Cáritas, y puede ser una buena
baza del obispo de Bilbo para no perder el tren en el nuevo escenario.
Desde la curia vizcaina se destaca la valía de quien fue exdelegado de
Pastoral Social, matizando que el equipo de Iceta «le tratará de atar en
corto para no desentonar» en el discurso de los prelados de Hego Euskal
Herria. El arzobispo de Iruñea, Francisco Pérez, y José Ignacio Munilla
vienen incidiendo en la cuestión del arrepentimiento, en vez de la
reconciliación, defendiendo las tesis de la ultraderecha española
respecto a las víctimas de ETA.
A pesar de los más de seis años en
Quito, Joseba Segura mantiene una tesis clara acerca de por dónde debe
transitar la sociedad vasca en el camino de la reconciliación. Es, sin
duda, pieza clave para esa comisión que demanda la curia a Mario Iceta.
Son hipótesis que se barajan en el seno de la Iglesia de Bizkaia, aunque
es cierto que el afectado viene repitiendo que le queda trabajo por
hacer en Ecuador. Entre los titulares que han dado sus últimas
entrevistas a distintos medios de comunicación, este sacerdote bilbaino
ha defendido sin tapujos que «nadie puede esperar que ETA reniegue de su
historia, de su razón de ser, o que pida perdón por una ideología
político-militar» o que la izquierda abertzale debe ser legalizada y sus
militantes presos excarcelados.
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