Fuente: SettimanaNews
Por: Lorenzo Price
30/06/2025
El 5 de junio, una carta del Dicasterio para la Vida Consagrada del Vaticano anunció el inicio de una visita canónica al monasterio de Heiligenkreuz, no lejos de Viena, dirigida por Jeremias Schröder, abad general de los Benedictinos, y Christine Rod, monja de los Misioneros de Cristo y vicepresidenta de la Unión de Religiosos de Austria.
La visita no es una decisión excepcional, pero debido a los debates suscitados en torno a la abadía en los últimos meses, ha provocado mucha atención.
Heiligenkreuz es una de las abadías cistercienses más antiguas. Fundada en 1133, es conocida por la prestigiosa belleza de sus edificios (incluida la biblioteca), su canto gregoriano, su tradición monástica y el centenar de monjes que alberga. Su estudio se convirtió en universidad con Benedicto XVI en 2007.
Los monjes trabajan en 27 parroquias vecinas, y las comunidades de Sabiona (Tirol del Sur) y los tres prioratos de Viena y Alemania dependen de ellos. La universidad, que funciona en los edificios monásticos, cuenta con unos 300 estudiantes y 40 seminaristas.
Los visitantes deben examinar el estilo de gobierno de la abadía, la gestión de las denuncias de abuso, los procedimientos para el discernimiento vocacional y la coherencia de la vida evangélica de los monjes. El objetivo de la visita es apoyar el desarrollo de la próspera abadía y prevenir posibles amenazas internas y externas.
El prior, Johannes Paul Chavanne, expresó su gratitud por la decisión. La comunidad, con nueve siglos de existencia y en constante desarrollo, debe afrontar nuevas tareas y desafíos que requieren especial atención, también por parte de los líderes romanos.
El abad Maximiliano Heim escribió a los monjes invitándolos a colaborar con los visitantes. «La comunidad debe ser apoyada para emprender su propia andadura de renovación interior y acompañada en el camino, superando las dificultades existentes con un espíritu de verdad y fraternidad».
La red de la nueva derecha teocrática
Además de los temas internos, educativos y de gobernanza, la visita podría verse afectada por las polémicas externas que, desde hace algunos meses, acompañan las acciones y reflexiones de algunos profesores universitarios de este monasterio.
Uno de sus líderes, Edmund Waldstein, expresión de la orientación conservadora de la institución, ha sido objeto de una queja: pertenece a una red internacional que, en nombre de los valores cristianos tradicionales, busca debilitar el sistema democrático y justificar formas autoritarias teocráticas. Hasta el punto de afirmar una renovada justificación de la pena de muerte incluso para herejes.
Ha escrito en su blog: «Todos los bautizados son súbditos de la Iglesia […] A veces esto exige castigo si violan sus obligaciones cristianas […] (La Iglesia) debe recordar a (el sacerdote bíblico) Elí, quien descuidó castigar a sus hijos, en grave detrimento del bien común. En ciertas circunstancias, esto puede significar que deba recurrir al poder secular para ejecutar a los herejes. Puede haber abusos de poder, pero también su uso legítimo. Este fue uno de los errores de Lutero, condenado por el Papa».
La red de representantes conservadores, que reporta políticamente a la nueva administración estadounidense (principalmente al vicepresidente Vance) y al gobierno húngaro de Orbán, pretende colocar a sus representantes en puestos de poder para influir en la sumisión autoritaria de los gobiernos europeos. La denuncia ha aparecido en prestigiosos semanarios austriacos como Falter, Feinschwarz y Die Furche.
La Universidad de Innsbruck ha invitado a Waldstein a retirarse de su trabajo doctoral, y toda la enseñanza de Heiligenkreuz está siendo sometida al escrutinio de los centros teológicos de habla alemana.
Acusaciones similares también provienen de fuentes externas, como la Fundación Konrad Adenauer, que acusa a intelectuales fundamentalistas (desde Waldstein hasta David Engels, desde Christian Machek hasta Adrian Vermeule) de promover regímenes católicos autocráticos que subordinan el gobierno temporal a la autoridad espiritual de la Iglesia. Elogian la teocracia iraní. En realidad, actúan como una fachada católica para debilitar la democracia liberal y favorecen la renovación de formas autoritarias de poder político.
Posteriormente, Waldstein aclaró sus posturas al rechazar el extremismo de algunas de sus expresiones. Sin embargo, lo ha hecho sin convencer.
La protesta de los obispos
Al margen de todo esto, ha surgido también una polémica pública entre algunos obispos y la televisión austriaca (ORF) que, al facilitar amplias informaciones sobre la visita canónica a la abadía, ha resaltado las tendencias más intransigentes y atrincheradas como legitimadas por la autoridad eclesiástica.
Los obispos Franz Lackner, presidente de la Conferencia Episcopal, Manfred Scheuer y Wilhelm Kraurtwaschl, ha tomado la pluma y el papel para denunciar una forma sectaria y manipuladora de información pública. Recuerdan el rechazo explícito a la pena de muerte, introducida en el Catecismo de la Iglesia Católica por el Papa Francisco, y la absoluta falta de implicación en cualquier intento de castigar a los herejes. Una regresión bárbara de algunos individuos. «En la Iglesia austriaca, los obispos no toleran las posturas antidemocráticas ni antiliberales».
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