La joven barcelonesa, popular «misionera digital», ha pasado de estar enganchada a 'Sexo en Nueva York' a ir a la iglesia a diario
Fuente: El Diario Vasco
Por Yolanda Veiga
09/11/2025
Las fotos del bautizo de Carla Restoy (Barcelona, 29 años) no son las primeras del álbum. «Vengo de una familia atea y soy conversa. Me bauticé a los 17 años», cuenta esta «misionera digital». Le gusta más este término que el de influencer religiosa porque no gana dinero con la prédica en Instagram.
– ¿Cómo se 'convirtió'?
– Mis padres son estupendos y tuve una infancia muy feliz. Nunca sentí un vacío grande, pero a los 15 años empecé a cuestionarme la vida y su sentido, me di cuenta de que era atea pero no sabía por qué. Hasta ese momento, para mí la Iglesia no era más que una institución antigua que imponía cosas. Pero leí las 5 vías de Santo Tomás de Aquino y me pareció que decía cosas razonables. No eran cuentos de hadas.
– Y decidió bautizarse. Supondría una revolución en casa.
– Mis padres pensaron que era algo pasajero y me apoyaron. Aunque todavía les choca.
– Lleva una cruz al cuello. ¿Alguna vez la ha ocultado?
– No. La llevo para saber quién soy cuando me miro al espejo. Soy una hija amada de Dios y vivo como tal. Hay gente que lleva la cruz por decoración.
– ¿Alguna vez la han tachado de 'antigua'?
– Los jóvenes solemos ir con mucha soberbia pensando que lo nuevo es lo mejor, pero la religión, por vieja, es eterna. Nuestros abuelos vivían así, tal vez no sabían por qué, pero llevaban una vida anclada en el sentido común, que hoy es el menos común de los sentidos.
– ¿Cómo vivía usted hasta que se convirtió?
– Mi serie favorita era 'Sexo en Nueva York'. Los jóvenes hemos estado engañados por el mundo. Hemos vivido de forma desenfrenada y desintegrada. La propuesta que nos han inculcado es una vida mediocre basada en el placer efímero y eso ha provocado que la juventud esté desubicada. No hay más que ver los índices juveniles de ansiedad, de depresión, de suicidios, de toma de ansiolíticos… Estamos hechos para una entrega mayor. A mí la religión no me ha dado la felicidad, pero me ha dado una identidad.
– 'Predica' en Instagram. ¿No resulta un poco frívolo?
– No. Cada día pienso cuatro veces en quitar las redes sociales, pero son también un punto de encuentro. Mi mensaje es dulce pero firme. La popularidad no me interesa. Lo único que quiero es ser un trampolín para otros, mostrar cómo vivo.
– ¿La Iglesia ya no es el lugar de encuentro?
– Claro que lo es. Yo voy todos los días a misa. A rezar, a hacer voluntariado…
– Alguno dirá que le 'aburre' ir a misa.
– También debe ser muy aburrido tener que levantarte todos los días a las cuatro de la mañana a cambiarle el pañal a tu bebé, pero lo haces por amor.
– Rosalía ha puesto esta cuestión en el debate público.
– Rosalía no está diciendo nada nuevo pero está liderando lo que muchos jóvenes sienten, que existe algo para llenar ese deseo que nada más puede llenar. Y lo está haciendo con rigor intelectual. No como lo que hizo C. Tangana cuando grabó un videoclip en la catedral de Toledo. Eso fue bochornoso.
– ¿El católico es de derechas?
– No es de derechas ni de izquierdas, esto no va de política. La gente presupone que soy de derechas, pero a mí no me gusta catalogarme.
– Vive en Madrid. ¿Manifiesta su religiosidad con libertad?
– Sí, es un oasis de libertad.
– ¿Qué hace cuando no está en Instagram?
– Tengo una tienda de regalos online.

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