sábado, 20 de septiembre de 2025

Nacionalismo cristiano: una contradicción fundamental

Fuente:   Noticias Obreras

Por      David Brooks

18/09/2025

 

El nacionalismo cristiano es un término que se oye mucho hoy en día en los Estados Unidos. Es un movimiento que ha penetrado hasta los rangos más altos del gobierno. El ministro de defensa es un nacionalista cristiano abierto que ha formado un grupo de oración en el Pentágono y ha botado a todas las personas trans de las Fuerzas Armadas. Mucha gente lo dicen también del presidente; Donald Trump sigue los principios del nacionalismo, aunque llamarle cristiano sería difícil. Para él, el cristianismo es solamente una medida para justificar sus metas y para ganar el apoyo de cierto sector de la población. Según sus seguidores, el movimiento consiste en un deseo de crear un gobierno basado en el protestantismo «evangélico», con toda su doctrina: la primacía del hombre y el papel secundario de la mujer; la exclusión de musulmanes y otros de religiones no cristianas; la promoción de la conversión de los judíos, especialmente los de Israel, para acercarse el Juicio Final; leyes que siguen solamente los principios cristianos, interpretados por los mismos evangélicos. Promueven el aislamiento nacional para prevenir que se manche por los «otros», especialmente por extranjeros, los de otras razas y personas de color. Además, han creado una cultura militarista para proteger la nación de sus enemigos.

En el fondo, los nacionalistas han propagado un mito de una América que jamás existió. Desde su inicio, los Estados Unidos eran puramente seglares, basados más en la razón y la libertad. Sus ejemplos eran los filósofos de la Ilustración y los fundadores rechazaron rotundamente poner una religión sobre otra y el establecimiento de una religión estatal. La verdad es que EE. UU. nunca ha sido un país cristiano. Así que un deseo de volver a una Edad de Oro idílica es una fantasía como Don Quijote y sus molinos.

La primera vez que viví en España fue durante 1965-66 cuando estudiaba en Madrid, o sea, en plena Dictadura. Las fuerzas del orden se sentían y se veían por todos lados, hasta en la universidad. El país experimentaba todavía el aislamiento del resto del mundo que comenzó después de la Guerra Civil y un extranjero era una cosa extraña, temida, sospechosa. La católica era la única Iglesia aceptada por el Estado junto con su moral, sus actitudes y su código de comportamiento. Salir de noche solo en la ciudad era completamente seguro, pero poca gente se atrevía. El Estado era técnicamente una monarquía democrática sin monarca ni democracia. La Falange dominaba en todas partes con sus recuerdos de José Antonio, paradas militares y organizaciones estudiantiles y laborales, todo a las órdenes del Generalísimo. ¿No es eso el ideal del nacionalismo cristiano?

Es quizás difícil de creer, pero hay bastantes americanos que tienen la misma visión para los Estados Unidos. Miremos por ejemplo su actitud en cuanto a Israel. El apoyo que EE. UU. ha dado al gobierno israelí se basa solamente en parte en el hecho de tener una gran población judía americana. Muchos evangélicos esperan la conversión de los judíos al cristianismo porque la Biblia la hace un requisito para la segunda venida de Jesucristo. El actual embajador americano en Israel es uno de los creyentes de esta visión. Ellos ven los países islámicos y la religión musulmana como enemigos mortales del establecimiento del Reino de Dios y los han pintado como destructores de la civilización occidental cristiana. Los palestinos que ahora sufren la guerra con Israel no importan tanto como los judíos, y sería mejor eliminarlos. De allí los planes de Trump para convertir Gaza en un resorte para ricos hombres blancos. No tiene nada que ver con el desarrollo de un estado palestino o con la ayuda económica de la población que ha residido allí por siglos y han visto la destrucción de sus casas y su economía. Los israelíes pueden sentirse libres para cometer el genocidio. 

No es fácil tampoco aceptar a los nacionalistas como cristianos. Han seleccionado las enseñanzas de Jesús que les convienen y según su propia interpretación. El mandamiento de amor a todo el mundo se extiende solamente a los que creen igual que ellos. Las bienaventuranzas que hablan de aceptar al extranjero, de dar de comer a los hambrientos, de vestir a los desnudos, de cuidar a los enfermos y ancianos no caben dentro del marco de su fe. Sus muchas oraciones no abordan a los que realmente están sufriendo la destrucción de sus viviendas, a los que miran a sus niños morir de hambre, a los que vagan de un país a otro buscando refugio. Su lema es «Primero América» en vez de «Primero Dios». La riqueza y el bienestar son el signo de que Dios los ha bendecido y que estarán salvados. Siempre buscan la dirección del Espíritu Santo y la aceptan solamente cuando coincide con sus proyectos o su visión de la vida. Son los ciegos conduciendo a los ciegos. Sobre todo, desean que el gobierno sea cristiano, una teocracia, dirigido por interpretaciones de la Biblia que no se encuentran en la misma Biblia y que vienen del ala evangélica del protestantismo, muchos de los cuales no consideran cristianos ni a los católicos. Sería un gobierno que perseguiría a los homosexuales, que prohibiría a los trans, el aborto, los anticonceptivos, las bodas interraciales y gay, al derecho de las mujeres a votar o participar en la política y muchas otras cosas que entendemos como parte del mundo actual.

Señoras y señores, el nacionalismo cristiano es un peligro para todos nosotros que vivimos en el mundo actual. Hungría y Rusia ya han adoptado un camino semejante. Hay muchos simpatizantes en varios otros países como Alemania, Polonia y Serbia. Debería ser una vergüenza para los cristianos verdaderos que tratan de seguir a Jesucristo en su día a día. 

[Imagen de Pkanella, CC0, via Wikimedia Commons]

 

 

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