Fuente: La Croix International (En Roma)
Por Mikael Corre
30/04/2025
Con sus sotanas ribeteadas de rojo, cruces pectorales de plata y zucchettos escarlata, los cardenales ya no tenían problema en escabullirse de los carabineros y la Guardia Suiza cada mañana para entrar al Vaticano. Pero ahora, los cardenales, tanto votantes como no votantes, tienen un nuevo accesorio: una placa con su nombre.
El 29 de abril, 183 cardenales se reunieron en el Aula del Sínodo —124 de ellos con derecho a voto en el cónclave— y cada uno portaba una insignia blanca laminada. En la parte superior, el logotipo rojo y amarillo del pabellón de la basílica vaticana, seguido de una frase en latín que indicaba la sede vacante , las congregaciones generales y el cónclave de 2025. Debajo, en mayúsculas, el nombre completo del cardenal, su país y si es o no miembro con derecho a voto (los cardenales mayores de 80 años no pueden participar en el cónclave).
Esta pequeña insignia tiene un gran significado.
En primer lugar, es el resultado de una queja formal. En las reuniones diarias previas al cónclave de la semana pasada, dirigidas por el cardenal Giovanni Battista Re, decano del Colegio Cardenalicio, varios participantes expresaron su frustración al escuchar a sus colegas hablar extensamente sobre su visión de la Iglesia y del mundo, sin siquiera presentarse.
En segundo lugar, las insignias ayudan a los cardenales a identificar a posibles candidatos. Con sesiones diarias hasta el 7 de mayo, los participantes no están en Roma para escuchar comentarios vagos ni dejarse influenciar por las sutiles presiones de quienes promueven a determinados contendientes.
“Un cardenal emérito se me acercó y me preguntó si pensaba votar por quien celebró la misa el domingo pasado”, dijo un cardenal visiblemente molesto, refiriéndose al cardenal Pietro Parolin, exsecretario de Estado del Vaticano durante el papado de Francisco. “No fue sutil. Pensé: bueno, la campaña ha comenzado”.
Finalmente, algunos cardenales consideran las insignias como un paso en la dirección correcta, pero no suficiente. Piden biografías completas y antecedentes de sus colegas, en lugar de tener que depender de los informes de los medios de comunicación.
“Leí que somos el alto senado de la Iglesia”, dijo un cardenal. “Eso no es cierto. ¿Qué clase de alto senado no se conoce y nunca se reúne?”
Aún les queda una semana para conocerse y evaluarse mutuamente.
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