¿Solo se quedarán en buenos deseos lo que el Papa Francisco ha prometido? Durante su pontificado ha pronunciado sendos discursos relacionados con la mujer, su importancia en la familia y en la sociedad. Responde la historiadora Lucetta Scaraffia.
Fuente: Reflexión y Liberación
Por Alicia Romay – Roma
14/10/2024
P – El Papa Francisco estableció con un motu proprio que los ministerios del Lectorado y el Acólito estén abiertos a las mujeres. ¿Cómo lee usted esta decisión papal?
R – Pienso que ha sido algo inútil y hecho por motivos de imagen. Durante décadas, las mujeres han estado desempeñando estos ministerios en la realidad, sin reconocimiento eclesiástico. Otorgarlo después de mucho tiempo parece una broma, parece inútil. Además, cualquier forma de reconocimiento también significa control, por lo que ahora solo las mujeres aprobadas por la jerarquía podrán hacerlo. También es una forma de clericalización de la vida religiosa.
P – ¿Por qué no hay mujeres que ofrezcan la Eucaristía junto con los curas durante las misas en todas las iglesias?
R – Solo se ve este acto en aquellos lugares en los que esta tarea es necesaria y porque hay muchos fieles y pocos sacerdotes o diáconos. A menudo, las mujeres llevan la Eucaristía a sus hogares, a ancianos y enfermos.
P – ¿Para usted que es lo que falta para seguir con los cambios referentes a la mujer dentro de la Iglesia Católica?
R – Falta escuchar las voces de las mujeres. A las mujeres nunca se les da lo que piden. Han pedido de no seguir haciendo más los trabajos de servicios para los sacerdotes y no les ha quedado otro remedio que continuar haciéndolos. Han pedido que las denuncias de violencia sexual fueran finalmente tomadas en cuenta en serio y sometidas a ser procesadas judicialmente y ninguno lo hace. Han pedido participar en los momentos de elección de la Iglesia y no están.
P – ¿Por qué son tantos los que no aceptan la presencia de las mujeres en la organización de la iglesia?
R – El seminario acostumbra a los sacerdotes a considerar a las mujeres como seres inferiores, en la mayoría de los casos hijas —aunque sean mayores que el sacerdote— a quienes los sacerdotes enseñan, les dicen qué hacer. Es difícil anular esta formación y empezar de nuevo en la relación con las mujeres.
P – Como se puede comprobar el aumento de las mujeres en activo en el Vaticano
R – En el Vaticano hay muchas mujeres, el problema es que tienen trabajos subordinados y despreciados, no pueden hacer carrera, solo los sacerdotes la hacen, y nunca son reconocidas por sus habilidades. No es solo una cuestión de número, el problema son los roles que se les confían, a muy pocas mujeres las toman en cuentan para algo, y en cualquier caso, siempre están sometidas a un prelado.
P– Sí podría proponerle algo al Papa Francisco sobre la presencia de mujeres en la iglesia ¿qué sería?
R– Primero pediría que se castigara a los violadores. Mientras no se haga nada contra ellos, la condición de la mujer en la Iglesia es solo de opresión. Después le pediría que las asociaciones mundiales de religiosas -como la UISG- participen con sus representantes electos en los momentos de la vida de la Iglesia en los que se toman decisiones, quisiera mujeres elegidas por otras mujeres, cooptadas por la jerarquía eclesiástica
P– He asistido al sínodo sobre la familia y la presencia de las mujeres era escasa. ¿Cómo quieren saber cosas sobre la familia sin escuchar a las mujeres?
Asistieron muy pocas mujeres, madres y mártires que no tenían libertad de pensamiento. Era increíble que escucharan las experiencias de las mujeres y que no se hablara del cambio de la familia después de la emancipación de las mujeres, de tantas mujeres solteras que tienen hijos… Pero la palabra mujer nunca la pronunciaron, la fórmula que utilizaron fue uomini e donne (hombres y mujeres). Para el clero las mujeres no existen.
P – ¿Usted como mujer ha vivido situaciones curiosas o desagradables en el desarrollo de su trabajo?
R – Sí, he vivido momentos increíbles para una mujer en la actualidad, habituada a enseñar en la universidad y de haber sido tratada como los hombres en la sociedad laica. He contado alguno de esos anécdotas en mis libros.
P – ¿Cuáles serían los puestos que deberían de ocupar las mujeres dentro de la iglesia?
R – Las mujeres podrían ser nombradas cardenales, incluso sin ordenación sacerdotal. Este será un cambio decisivo.
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