viernes, 25 de octubre de 2024

Gustavo Gutiérrez, el padre de la teología de la liberación

Gustavo Gutiérrez tuvo una influencia significativa en la teología cristiana del siglo XX. El sacerdote peruano, que murió a los 96 años, es considerado el padre de la teología de la liberación. ¿Qué queda de su obra?

Fuente:   DW

Por   Christoph Strack

23/10/2024


El sacerdote Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación (1928-2024).

Cuando dentro de 30 años alguien pregunte quién influyó significativamente en la teología cristiana en la segunda mitad del siglo XX, su nombre será seguramente citado: el peruano Gustavo Gutiérrez, padre de la teología de la liberación. Se tomó en serio la extrema necesidad del pueblo peruano, con lo cual se transformó en el teólogo más importante de Latinoamérica en el siglo XX.

Otros nombres, como  los de los hermanos Boff, también son populares. Pero sus obras también se basan en el modelo sistemático de aquel pensador que tomó en serio a nivel teológico el empobrecimiento de grandes sectores de la población latinoamericana. En 1971 se publicó el libro de Gutiérrez "Teología de la Liberación”, que dio nombre a todo el movimiento y fue leído en todo el mundo. La obra formuló la prioridad de la vida práctica concreta sobre la reflexión teológica. Veía a los pobres y oprimidos como los primeros destinatarios del evangelio. Para Gutiérrez, la "caridad” siempre estuvo ligada a la "justicia”.

 

Hablar de Dios desde la perspectiva de los pobres

En una mesa redonda de larga duración en la renombrada Universidad de Notre Dame, en el estado de Indiana, Estados Unidos, Gutiérrez explicó en 2016 el origen de la teología de la liberación. El Concilio Vaticano II de 1962-1965, en cuyo período de sesiones participó como observador, hizo posible que surgieran nuevas teologías. La teología política, en Europa, la Black Theology en Estados Unidos, la teología de la liberación en Latinoamérica. Hasta entonces, la teología siempre había estado influenciada por Europa y Estados Unidos. En contraste, la teología de la liberación planteó el mensaje de Dios en América Latina, pero también en África y Asia, desde la perspectiva de los pobres.

Para el sacerdote, la proclamación del evangelio debía oponerse a la narrativa de los vencedores, que se orienta hacia el dinero y el poder. Sin embargo, en sus épocas más activas, todavía se catalogaba como expresión de la lucha de clases llamar "monstruos” a los mercados financieros por sus excesos. Gutiérrez incluso tuvo que enfrentar acusaciones de la Iglesia católica de que defendía teorías marxistas. Hoy en día, palabras equivalentes forman parte del vocabulario del papa Francisco, el argentino Jorge Bergoglio.

El enfoque de Gutiérrez era "reflejar en concordancia con la realidad y con el evangelio” la situación de los pobres y los marginados, así como la práctica pastoral de la Iglesia. En los años 50 y 60 gran parte de la población se empobreció cada vez más.

¿"Cómo decirle al pobre que Dios lo ama? Esa es la pregunta más importante en nuestro mundo actual. Es imposible responderla. Pero de la respuesta forma parte vivir con los pobres, convertirse en uno de ellos”, dijo una vez el sacerdote. Donde quiera que impartiera sus enseñanzas, a menudo volvía a los barrios pobres de su Perú natal, donde Gutiérrez estaba en casa. Su fortaleza no fue únicamente una red teológica global, sino su difusión entre la gente de los barrios marginales de América Latina.

 

Decenas de doctorados honoris causa

Para el sacerdote peruano, la teología, por muy crítica de la sociedad que fuera, siempre vino "del corazón de la Iglesia”. Y al mismo tiempo fue una "respuesta a la realidad social”. Gutiérrez se mantuvo al margen de las dudas. Tuvo la grandeza de publicar una versión nueva, parcialmente "revisada y corregida" de esta pieza de literatura teológica mundial, casi 20 años después de la primera aparición de su "Teología de la Liberación". Es significativo que los guardianes de la fe en el Vaticano hayan considerado durante mucho tiempo de manera crítica la obra del teólogo. En cambio, con el tiempo, decenas de universidades de todo el mundo le otorgaron un doctorado honoris causa.

La trayectoria personal de Gutiérrez no fue muy distinta de su obra. Durante su adolescencia estuvo varios años confinado a una silla de ruedas debido a una enfermedad. Primero estudió Medicina, luego Psicología, Filosofía y Teología en Lovaina (Bélgica) y Lyon (Francia). La decisión de ser sacerdote fue madurando gradualmente. Gutiérrez sólo había sido monje dominico durante casi 25 años. En aquel momento, la orden le ofreció protección contra las exigencias de su diócesis de origen, cuyo arzobispo del Opus Dei quería atacarlo con su poder eclesiástico.

Una cosa distinguía a este modesto señor mayor, a menudo sonriente, de la mayoría de los teólogos europeos: su trabajo científico siempre iba de la mano de la proximidad a las bases. Por mucho que a Gutiérrez le encantara la investigación, también disfrutaba estar con la gente de los barrios marginales. El sistema de "comunidad de base” fue una creación de Gutiérrez y hoy está difundido profusamente en América Latina.

La tarde del 13 de marzo de 2013, el argentino Jorge Mario Bergoglio fue elegido jefe de la Iglesia católica en el cónclave y apareció en la galería de la basílica de San Pedro como el papa Francisco. Gutiérrez estaba entre los presentes en la Plaza de San Pedro esa noche. Y se sintió feliz por esta elección papal. Unos meses más tarde, en septiembre de 2013, celebraron misa juntos en la capilla de la pensión del Vaticano; el papa y el teólogo, el argentino y el peruano.

Dos años más tarde, en mayo de 2015, Gutiérrez subió oficialmente al podio en una conferencia de prensa el Vaticano, y, posteriormente, fue uno de los oradores clave en una conferencia internacional de "Cáritas Internacional" en el Vaticano. Dijo en ese momento que no quería ver ese acto como una rehabilitación. Roma nunca condenó la teología de la liberación como tal, incluso si hubo diálogos críticos. Si se quiere hablar de rehabilitación, señaló, entonces su participación significaba una "rehabilitación del evangelio”.

 

(cp/ers)

 

 

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