Una lectura del testimonio de Mons. Joly, obispo de Troyes
Fuente: Religión Digital
Por Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano
19/10/2023
Los nuevos caminos se recorren cuando tenemos valentía e ingenio para ir adelante. Ser una Iglesia sinodal no es algo fácil, encuentra muchas resistencias, muchas veces dentro de la propia Iglesia, que tal vez debería repensar sus leyes para adaptarlas a este nuevo modo de vivir la fe, anunciar el Evangelio y construir el Reino de Dios que se pretende llevar a cabo.
Cuando se quiere, se puede
En ese sentido, podemos decir que hay testimonios que nos cuestionan y nos ayudan a entender que cuando se quiere, se puede, que siempre hay formas de superar los obstáculos e ir adelante, que una Iglesia sinodal en la que las mujeres entran a formar parte de los espacios de decisión es algo factible y que hay lugares en que eso es así.
Al inicio del trabajo sobre cada uno de los módulos en que está dividido el Instrumentum Laboris de la primera sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad, algunos de los presentes dan testimonios en los que se muestra como se concreta la sinodalidad en todos los rincones del Planeta, en una Iglesia que es católica, universal, que está presente en los confines del mundo.
La experiencia de Mons. Joly
El 11 de diciembre de 2021 el Papa Francisco nombró a Mons. Alexandre Joly, hasta aquel momento obispo auxiliar de Rennes, como nuevo obispo de Troyes, asumiendo el pastoreo el 23 de enero de 2022. En un momento en el que el mundo se recuperaba de una sus mayores crisis en las últimas décadas, motivada por la pandemia del Covid-19, el joven obispo, tiene 52 años, llega a una Iglesia con una grave situación financiera.
Para enfrentar ese desafío reacciona de forma sinodal, llamando a tomar una decisión conjuntamente, aunque sin escurrir el bulto, pues dejó claro que sería él quien tomara la decisión final. Eso, como el mismo obispo dijo, porque "lo que concierne a todos debe ser examinado por todos". La Iglesia es de todos, aunque a veces cueste entenderlo y asumirlo.
Ante la dificultad, ingenio y valentia
Sin embrago, lo que podemos considerar más impactante en el testimonio de Mons. Joly fue como reaccionó tras la consulta con relación al nombramiento del nuevo vicario general de la diócesis. En las respuestas, había quien decía que un diácono o un laico debería ser el vicario general, algo que Derecho Canónico no permite, y que como ya decía antes es algo que dificulta la concretización de una Iglesia sinodal.
Ante esa coyuntura el obispo, con valentía e ingenio, sabiendo de la disponibilidad de una mujer laica, sobre la que él mismo insistió que era “reconocida por todos por su compromiso y competencia al servicio de la diócesis”, la nombró delegada general, y entró a formar parte del trío ejecutivo de la diócesis, junto al vicario general y el obispo.
Dejar para atrás el aquí siempre fue así
El Derecho Canónico prohibía que fuese nombrada “vicaria general”, pero ahora “actúa como moderadora de la Curia para los servicios pastorales de la diócesis, y supervisa la transformación pastoral y misionera de la diócesis”, como recalcó Mons. Joly. Un claro ejemplo de que para avanzar en una Iglesia sinodal no podemos tener miedo de enfrentar los desafíos y dejar para atrás el aquí siempre fue así.
El propio obispo resaltaba ante los participantes del Sínodo y ante la Iglesia universal, su testimonio fue transmitido en directo, que “la presencia de una mujer a mi lado, una mujer reconocida por todos y bien aceptada en su misión y responsabilidad, aporta una perspectiva muy positiva a la gestión de la diócesis”. Poco a poco dice que se van creando vínculos con el vicario general y esto “permite una preciosa circularidad entre los tres, aunque cada uno tenga su propia misión y su propio grado de responsabilidad”, concluyó el ingenioso y valiente obispo de Troyes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Identifícate con tu e-mail para poder moderar los comentarios.
Eskerrik asko.