Prosigue, hasta la mañana del lunes, el encierro de activistas en la parroquia de San Pío X de Santander en señal de protesta por lo que está sucediendo en Gaza
Fuente: El Faradio
Por Pablo Moreno
29/04/2024
Un encierro de 48 horas es una plan que se puede hacer largo a la hora de pensar cómo resultará. En 48 horas, sin embargo, se pueden hacer muchas cosas, aparte de las necesarias horas de sueño. Si el encierro es con más gente, ya de por sí da para conocerse mejor con alguien que comparte la experiencia. Alguien a quien ya conocías, pero no habías tenido mucho contacto.
Siempre es muy socorrido llevarse un libro, pero es probable que quienes se han quedado a dormir en la parroquia de San Pío X de Santander este fin de semana no haya encontrado el momento de sacarlo de su mochila, porque han tenido permanentes actividades y visitas.
Este tipo de movilización se está extendiendo por varias partes del mundo, y en el caso de Santander se ha llevado a cabo en una iglesia. Avelino Seco es el párroco, con el que pudimos hablar esta misma semana.
Evidentemente, no ha dejado de acompañar a quienes han decidido participar en esta acción, ya fuera para las 48 horas o para estar un rato allí. Más que un anfitrión, es alguien que piensa en la función que se puede cumplir a la hora de llamar la atención sobre personas que viven en una situación extrema. Por supuesto, el encierro no significa que se haya llevado a cabo alguna misa, como es lo habitual en el fin de semana de una iglesia
Pero la compañía ha ido mucho más allá. También los hay que han querido apoyar contribuyendo a mantener fuertes las energía de los encerrados. Porras para desayunar, tortillas, bizcochos o fresas para más tarde. Es como cuidar a un cuidador, pero en versión solidaridad con quienes alzan la voz ante una situación que choca frontalmente con la defensa de los derechos humanos.
Además, había otras actividades pensadas. Una estaba en el aire, porque no se había podido confirmar, y era la presencia de un médico palestino en la iglesia. Finalmente, estuvo presente y se encargó de hacer un relato sobre lo que es su país, en una visión alejada de lo que se suele decir acerca de Palestina.
Es una manera, no habitual, de colocarse las gafas de alguien que ha conocido la realidad desde su nacimiento. Y su visión choca con lo que muchas veces se ha dicho acerca de esa sociedad, un mensaje que trata de reducir Palestina a ser un país de pastores de cabras y que alimenta el terrorismo.
sto es algo que ocurre a menudo, y que también hemos palpado en España. Cuando se produce una situación de guerra, el relato que más se expande es el de los vencedores. No es distinto entre Israel y Palestina. Los colonos israelíes también ayudan a que se conozca fuera de esa zona la realidad como la dibujan ellos.
Este galeno palestino ha contado que Palestina es el país del mundo con mayor cantidad de universitarios en proporción. Y ejemplifica esto hablando de su propia familia. Explica que son una familia de clase media, él es uno de siete hermanos, y todos han ido a la universidad. Sin embargo, esto es algo que no nos suele llegar, sino que es más habitual la versión de que este es un país casi salvaje. Cabría preguntarse si la causa de que un país siga teniendo un modo de vida salvaje no puede estar ligado también al estrangulamiento al que le somete la potencia ocupante (recordemos que Cisjordania y Gaza, las dos regiones palestinas, está separadas geográficamente).
Este ha sido, quizá, el gran momento del fin de semana. Pero no ha sido el único. Esta mañana hubo una charla de Charo Quintana sobre la mortalidad y los condicionantes femeninos de las guerras. Partos, cesáreas sin anestesia, bebés hambrientos, y el gran problema que se produce con la menstruación en la huida o en los campos de refugiados.
También han tenido una charla de la asociación Derecho a Morir Dignamente, que han hablado sobre el testamento vital, haciendo de esta convocatoria un evento incluso más amplio de la idea inicial.
Otro momento emotivo ha tenido lugar cuando Yolanda Soler Onís, escritora cántabra y directora del Instituto Cervantes de Beirut, en el cercano Líbano, que ha contado la experiencia que está viviendo allí. La intensidad de la violencia no tiene nada que ver con la de Gaza, pero Líbano también está recibiendo bombardeos israelíes, lo que está provocando también algunos destrozos importantes.
También ha habido tiempo para canciones y poemas que hablen sobre Palestina, o que animen a tener presente un mensaje de paz. Y se ha podido ver una película, ‘Los limoneros’, que ayuda a entender la dinámica habitual de un conflicto que ahora está en una dinámica menos habitual, de barbarie y genocidio.
Como fin de las actividades del domingo, se espera la visita de Yayo Herrero, activista ecofeminista afincada en Cantabria, y la de Álex Zapico, fotoperiodista recién regresado de Oriente Medio.
Un fin de semana repleto de emociones y sentimientos positivos, por el latido que sigue existiendo en la sociedad civil. El lunes, a las 10 de la mañana, se dará por finalizado el encierro.
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