viernes, 1 de diciembre de 2023

La casa okupa que enamora al Papa y molesta al Gobierno de Meloni

El Ejecutivo quiere desalojar Spin Time, el mayor centro social autogestionado de Italia, que da cobijo a 450 personas.

Fuente:    Il Sismografo

30/11/2023

 


Fachada de la casa okupada Spin Time, en Roma, el jueves pasado.

(Daniel Verdú - Antonio Masiello - El País)

Una de las primeras decisiones del ultraderechista Matteo Salvini como ministro del Interior en 2019 fue cortar la luz de Spin Time, el mayor centro social okupado de Italia. El edificio, en el corazón de Roma, donde vivían 450 personas vulnerables, necesitaba la electricidad para asuntos tan prosaicos como las máquinas que sincronizan los marcapasos de algunos de sus inquilinos. Tras una semana a oscuras, el 11 de mayo por la tarde apareció un sacerdote que, en realidad, era cardenal. El tipo, además, era el limosnero y hombre de extrema confianza del Papa y, para completar el cuadro, había sido electricista en su Polonia natal. Konrad Krajewski se arremangó, bajó al cuarto de luces, conectó la electricidad y dejó su tarjeta de visita por si Salvini, o quien fuera, necesitaba explicaciones.

Spin Time pasó aquel día a ser un referente en la lucha contra la intolerancia. Y estableció un canal directo con el Vaticano y con el Papa, que recibe periódicamente a algunos de sus inquilinos y responsables. “Esta foto es de la semana pasada”, decía el pasado jueves Paolo Perrini, presidente de la asociación que gestiona el centro, mostrando la pantalla del móvil donde aparecía el Pontífice con un grupo de migrantes residentes de Spin Time.

El edificio, una de las antiguas sedes de la Seguridad Social en Roma, fue okupado en 2013 por el colectivo por la vivienda digna Action y hoy aloja a 150 núcleos familiares de 27 nacionalidades. El espacio tiene 18.600 metros cuadrados, uno de los centros de estas características más grandes de Europa. Siete pisos en alto y tres bajo tierra: un restaurante, un cine, una sala de conciertos, una peluquería, un estudio de grabación y el periódico universitario más distribuido de Europa (200.000 copias mensuales en papel). El problema, de nuevo, es que Matteo Piantedosi, actual ministro del Interior colocado en ese puesto por Salvini, ha dicho que conviene desalojar el edificio antes de Navidad.

El Ayuntamiento de Roma, gobernado por el centroizquierdista Roberto Gualtieri, aseguró que compraría el inmueble —la propiedad pide 40 millones de euros— y lo cedería a los actuales gestores. Pero la negociación se alarga y el Ministerio del Interior insiste en el desalojo. La noticia, tal y como sucedió cuando el cardenal volvió a conectar la luz —apareció en el telediario de 130 países—, dio la vuelta al mundo. Y el pasado día 16 Ken Loach presentó El viejo roble, su última película. “La derecha usa la inmigración para dividirnos, teme la fuerza de los trabajadores”, lanzó el director británico ante una audiencia entre la que se encontraban, precisamente, centenares de migrantes.

Spin Time está en el barrio romano del Esquilino, una de las zonas con mayor diversidad cultural y étnica. Dos voluntarios se turnan en la entrada para hacer de porteros y atender a las familias que se acercan para pedir asilo o asesoramiento. Superada la puerta, presidida por un trozo de madera del barco de migrantes que naufragó en Calabria en febrero, se accede a un universo colaborativo engrasado como un reloj. En la planta baja hay un espacio que sirve como coworking donde trabajan algunos estudiantes. Los migrantes también cuentan con un pequeño despacho de asesoría jurídica y una sala donde los comerciantes de verduras pueden despachar sus productos a clientes del barrio.

Los siete pisos del edificio acogen a los migrantes. Los viejos despachos que usaban los funcionarios de la Seguridad Social son ahora pequeños apartamentos para las familias residentes. Los pasillos huelen a especias de los platos de varios rincones del mundo que se elaboran en las cocinas comunitarias. Quienes tienen varios hijos pueden ocupar hasta tres cuartos. Para los que viven solos —una minoría—, como Lucia, que llegó de Eritrea hace más de una década, el espacio es algo más reducido. “Mis hijos viven por su cuenta, pero yo estoy bien aquí. Se convive bien con todas las actividades que organizan en la casa”, explica.

Las actividades a las que se refiere son conciertos (la sala tiene capacidad para unas 400 personas), conferencias, ensayos de teatro o las pruebas de la Orquesta Nocturna Clandestina. Hay cursos de idiomas y una carpintería que trabaja también para clientes externos. Daniele, el carpintero, explica que de todos los ingresos que genera, da un 30% a la organización de Spin Time. Sucede igual con la peluquería, el restaurante, el estudio de grabación o la joya de la corona del edificio: la Redacción de Scomodo. La sede de este periódico estudiantil fue diseñada por el arquitecto Renzo Piano. Aquí se dirige, diseña y edita una revista con colaboradores en toda Europa que forma parte de la educación sentimental de los estudiantes italianos. También esto se perderá si el Ministerio del Interior cumple su amenaza y el Ayuntamiento de Roma no llega pronto a un acuerdo con la propiedad del edificio.

 

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