Fuente: Cristianisme i Justícia
Por Manu Andueza
16/11/2023
Continuamos hablando de la síntesis presentada tras la asamblea sinodal. Hoy entraremos ya en detalle sobre uno de los puntos trabajados.
La primera parte trabajada lleva por título “El rostro de la Iglesia sinodal”. Consta de siete capítulos, cuyos títulos ya nos dan una cierta idea de por dónde van:
* La sinodalidad: experiencia y comprensión.
* Reunidos e invitados por la Trinidad.
* Entrar en una comunión de fe: la iniciación cristiana.
* Los pobres, protagonistas del camino de la Iglesia.
* Una Iglesia de “toda raza, lengua, pueblo y nación”.
* Tradiciones de las Iglesias orientales y de la Iglesia latina.
* En camino hacia la unidad de los cristianos.
Tal y como comentamos en el artículo anterior cada título aborda tres aspectos: convergencias, cuestiones que afrontar y propuestas. No haremos un examen minucioso de todo lo que se dice, pero sí que, siguiendo el esquema de estos tres aspectos, indicaremos cuestiones importantes que se encuentran en el documento.
1. Convergencias
El documento comienza reconociendo la consciencia de la dimensión sinodal de la Iglesia, expresión del dinamismo de la Tradición viva. No se trata de un elemento a cuestionar, sino de un punto dado, asumido y reconocido. Se expresa con ello el deseo de una Iglesia que sea casa y familia de Dios, dispuesta a la escucha y al acompañamiento de todos. Y cuando decimos todos, son todos, incluyendo especialmente a quienes han sufrido abusos y heridas por parte de la Iglesia. También dedica especial atención a la personas migradas.
Se nos recuerda que el sentido de la sinodalidad está orientado hacia el Reino, reconociendo el primado de la Gracia, donde las relaciones fraternas son lugar y forma de un auténtico encuentro con Dios. Ello nos lleva a hablar de un espacio de conversión.
Se ve como paradigma del caminar juntos el itinerario catecumenal, referido especialmente a la iniciación cristiana. Desde aquí se insiste en la igualdad en dignidad y responsabilidad en todos los bautizados.
Queda claramente evidenciada y reconocida la opción preferencial por los pobres. La síntesis dedica varios epígrafes a incidir en ello. Introduce también en este punto el trabajo por la Casa común. Se reconoce que el compromiso de la Iglesia debe llegar a las causas de la pobreza y exclusión, lo cual puede requerir la denuncia pública de injusticias.
Se invita a compartir dicha fraternidad con personas de otras religiones, para potenciar el anuncio evangélico y el servicio a los pobres, el cuidado de la Casa común y la investigación teológica.
2. Cuestiones que afrontar
Si bien se da por hecho la dimensión sinodal de la Iglesia, se requiere precisar el significado de sinodalidad, así como aclarar su vínculo con la comunión y la colegialidad. Una sinodalidad que se ve como respuesta profética al individualismo y la globalización de nuestro tiempo.
Se invita a profundizar desde la teología los criterios de discernimiento eclesial promoviendo visiones antropológicas y espirituales que superen el reduccionismo y el dualismo entre razón y sentimiento.
Se solicita una investigación teológico-pastoral de la lógica catecumenal para iluminar otros itinerarios pastorales, incluido el ministerio ordenado, en cuya formación debe estar involucrada toda la comunidad eclesial (y, por lo tanto, no solo una parte como ocurre hasta ahora).
Mantener la denuncia profética, estando especialmente atentos al uso de fondos públicos y privados por parte de las estructuras de la Iglesia para que estos no condicionen la libertad de la misma. En la Iglesia y en sus diferentes ámbitos no puede haber exclusión ni discriminación de nadie. Que estas líneas estén en este apartado es un toque de atención fuerte, puesto que se da por hecho que no se está viviendo así y que es una cuestión que hay que afrontar para cambiarla.
Se nos invita a cultivar la sensibilidad frente a la riqueza de la variedad de las expresiones del ser Iglesia, revitalizando la comunión y la reconciliación. Hay también una clara invitación a profundizar en el ecumenismo.
Hay que profundizar acerca de la posible confusión entre el mensaje del evangelio y la cultura del evangelizador. Importante este punto, para separar lo que es cultural de las auténticas raíces del cristianismo.
Ante la problemática de conflictos y uso de armas se solicita una más cuidada reflexión y formación en la gestión de conflictos de manera noviolenta.
3. Propuestas
La primera, ampliar el número de personas implicadas en caminos sinodales. También desarrollar modalidades para una más activa implicación de diáconos, presbíteros y obispos, ya que se reconoce una resistencia a la sinodalidad de algunos de ellos.
En segundo lugar, promover el trabajo teológico de profundización terminológica y conceptual tanto de la noción como de la práctica de la sinodalidad.
Y, algo muy importante, la revisión del Código de Derecho Canónico y del Código de las Iglesias orientales. Se solicita un estudio preliminar del tema. Esta, es una gran novedad, y más al estar incluida en este apartado.
Las iglesias locales deben dotar de personas preparadas para facilitar procedimientos de discernimiento eclesial. Se nos indica también que la práctica del discernimiento se aplique también en el ámbito pastoral con el fin de conocer menor los carismas de la comunidad.
Deben revisarse los estilos celebrativos de la eucaristía para que sean símbolo de auténtica fraternidad. Para ello hay que hacer más accesible el lenguaje litúrgico. También deben valorarse todas las formas de oración comunitaria.
Se invita a volver la mirada a la Doctrina Social de la Iglesia, recurso al que hay que recurrir y en el cual hay que formar a la comunidad cristiana. Igualmente, se da la exigencia de un mejor conocimiento de las enseñanzas del Vaticano II, el magisterio postconciliar además de la Doctrina Social de la Iglesia.
Se solicita que el encuentro, compartir vida y servicio a pobres y marginados sea parte integrante de todos los recorridos formativos de todas las comunidades cristianas. Y, atención, se dice que es una exigencia de fe, no algo opcional. Se invita a que el ministerio diaconal tenga una orientación más decisiva hacia los pobres.
Se pide que en la enseñanza, liturgia y prácticas eclesiales se integren los fundamentos bíblicos y teológicos de una ecología integral.
Establecer un cuadro de referencia para la gestión y evaluación de los actores implicados y sus roles en las formas de descentramiento. También se recomienda un empeño en el diálogo y discernimiento en materia de justicia racial.
Potenciar el ecumenismo buscando una fecha común para la fiesta de Pascua, involucrando a cristianos de otras confesiones en los procesos sinodales católicos, recogiendo un martirologio ecuménico, e incluso está la propuesta de convocar un Sínodo ecuménico sobre la misión en común en el mundo contemporáneo.
[Imagen de pikisuperstar en Freepik]
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