martes, 19 de septiembre de 2023

José Cobo: «Los migrantes son profetas del clamor de Dios»

El arzobispo de Madrid y responsable de Migraciones de la CEE propone distintas enseñanzas que ofrecen los migrantes con su vida y testimonio

Fuente:   Alfa & Omega

Por   Álvaro Real Arévalo

18/09/2023 


Vigilia de oración con la cruz de los migrantes y refugiados, presidida por monseñor José Cobo, obispo auxiliar de Madrid, en el intercambiador del metro de Aluche, Madrid, el 16 de junio de 2018. Foto: Vicaría de Pastoral Social e Innovación

Con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado, que se celebra el próximo domingo, 24 de septiembre, el arzobispo de Madrid, José Cobo, muestra en una carta a los migrantes como «profetas que denuncian y anuncian que no hay lugar para ninguna esperanza tras la engañosa seguridad de nuestros graneros repletos para muchos años». «Ni tras la engañosa seguridad de nuestros fosos, nuestras concertinas, nuestra inteligencia artificial, nuestro bienestar, nuestro dinero».

El responsable del Departamento de Migraciones de la Conferencia Episcopal, en un texto publicado originalmente en la revista Migraciones, añade que son «profetas del clamor de Dios que desnuda un sistema político y económico excluyente, y el más salvaje capitalismo que no tiene misericordia con los más pobres que, por otra parte, se hacen más pobres y violentados, pues, en los migrantes todo es negocio, son vendidos y explotados».

En la misiva, el arzobispo de Madrid hacer una relectura de las categorías teológicas fundamentales a través del migrante y percibe que de esta manera «este rostro de Dios se dibuja con nuevos tonos».

El primer análisis lo realiza con la perspectiva de que los migrantes ayudan a encarar «la cadena de desarraigos que sufren». «En la bajada y despojamiento pasan, en su camino migratorio, como Job, por la herida de sentir que Dios ha desaparecido y preguntan en el punto oscuro de sus crisis: «¿Dónde está Dios?»». Con su fe, expresa, «nos enseñan a unir la desesperación y la alabanza al mismo tiempo, aun sin ver nada claro».

Dos enseñanzas saca de esa idea: «Dios es acompañante en todo momento de intemperie» y «Dios señala que la meta de la vida es la vida eterna».

De la misma manera explica que «Dios transfigura las dificultades y el horror… sin maquillajes». Una nueva enseñanza de los migrantes: «En una sociedad que alumbra depresiones y hace crecer exponencialmente los suicidios, entre ansiolíticos y frustraciones, la experiencia de nuestros maestros migrantes nos dice que la vida, en su dificultad, siempre es capaz de ser transfigurada por la mano del Dios que saben que siempre acompaña misteriosamente».

«Dios camina entre los CIE, entre los centros de acogida, entre los pisos de alquiler hacinados, o entre los que viven de las migajas de nuestro mundo; entre quienes han dejado todo para salvar a sus familias y para aventurarse a lo desconocido y peligroso con Dios como único sustento», va argumentando el arzobispo de Madrid que muestra que Dios no es imparcial y apuesta por ellos. «¿De qué parte nos ponemos los que vivimos en esta sociedad de destino?», se pregunta.

Pone como ejemplo de integración y acogida las comunidades de Villaverde, comunidades orantes norteafricanas. Ellas demuestran que «la migración está dando una nueva cara a la Iglesia en cada comunidad cristiana. Hace posible que vivamos ya la fraternidad humana de forma concretísima, como proyecto que va creciendo entre nosotros. Así lo vemos por tantos rincones».

Por todo ello, defiende que «la construcción de las comunidades acogedoras y misioneras del futuro tendrán que beber de la pastoral de migraciones para entender las oportunidades y fortalezas que aporta la diversidad cultural, los nuevos vecinos y miembros de la comunidad que llegan».

 

 

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