"Esta Iglesia local ofrece una imagen social alejada de las preocupaciones e intereses de la gente"
Fuente: Religión Digital
10/05/2023
La diócesis de Vitoria fue en otros tiempos lugar de una intensa y extensa religiosidad. Hoy se encuentra en un momento crítico por varias razones. El acelerado descenso de la práctica religiosa y de la desafección a esta Iglesia se deben a diversas y complejas causas en una sociedad vasca en transformación, como sucede en otros lugares. En primer lugar, la progresiva secularización ha hecho que la Iglesia pierda la relevancia e influencia de otras épocas en las que su excesivo peso social era, entre nosotros, absorbente y dominante.
En segundo lugar, en una sociedad alavesa y pueblo vasco plurales, donde se valoran cada vez más el diálogo, la democracia, la libertad, la participación, la comunicación y la transparencia, esta Iglesia local ofrece una imagen social alejada de las preocupaciones, problemas e intereses de la gente, con formas, lenguajes y estructuras del pasado. Nos parece especialmente preocupante el carácter conservador y autoritario del actual obispo, Juan Carlos Elizalde.
En consecuencia, son crecientes las posiciones de alejamiento, desprestigio, incomodidad ante una Iglesia que presenta una imagen jerárquica y clerical y que solo conecta con grupos tradicionalmente fieles. Sobre todo, entre la juventud, el distanciamiento es casi total. Desde hace tiempo los y las jóvenes son indiferentes ante una institución que, según la perciben, poco les dice ni aporta. Una Iglesia donde todavía se da la desigualdad entre mujeres y hombres en puestos de responsabilidad no resulta aceptable para una mayoría. Además, la pederastia eclesiástica está siendo una lamentable lacra que pesa sobre el conjunto de la Iglesia y su credibilidad. Una sociedad plural y laica no admite una institución jerárquica e impositiva.
Por otra parte, es evidente la falta de vocaciones laicales y sacerdotales para atender la demanda y atención a parroquias. Sin analizar sus causas con profundidad, la respuesta que se está dando a este problema consiste en enviar a sacerdotes que han venido a estudiar en nuestra Facultad de Teología; es una solución precaria, pero además muchos de estos sacerdotes carecen de conocimiento de nuestra realidad y cultura y, por tanto, se limitan, en general, a un servicio ritual de culto y sacramentos.
Es cierto y debe reconocerse que hay personas, grupos y organizaciones de Iglesia de talante abierto y comprometido ante diversas situaciones sociales como son la migración, pobreza, cárcel, medioambiente… La solidaridad con pueblos del llamado tercer mundo es también importante y apoyada. Su servicio en la enseñanza es valorado por gran parte de la ciudadanía, aunque exige ser reconsiderado en una sociedad laica.
Sin embargo, aun reconociendo tales aportaciones sociales, el conjunto de la Institución eclesiástica ofrece una imagen poco creíble para muchas personas. También dentro de la misma Iglesia grupos críticos planteamos la necesidad y urgencia de un cambio cualitativo. Por nuestra parte enviamos hace más de un año un escrito al Obispo, Juan Carlos Elizalde, cuestionando su estilo, actitud y forma de actuar en nuestra diócesis. En estos meses y con motivo del Sínodo convocado por el Papa Francisco reiteramos, junto a otros grupos, este deseo de renovación de la diócesis en personas y estructuras.
Durante este tiempo, constatamos que no se han dado pasos para un avance significativo. Por todo ello, dirigimos este escrito al Obispo y comunidades cristianas denunciando los obstáculos jerárquicos para avanzar hacia una Iglesia más creíble.
Insistimos en una Iglesia abierta y dialogante, fiel a los signos de los tiempos, que sea solidaria con quienes sufren las injusticias de la pobreza y con los sectores más desfavorecidos; que las personas laicas tengan voz y voto en asuntos pastorales, organizativos y financieros; que las mujeres tomen el protagonismo que les corresponde en igualdad y se garantice su presencia activa, plural y responsable en todos sus ámbitos; que se promueva una Iglesia local, inculturada en la realidad del pueblo vasco, donde vive y se realiza y que sea solidaria y acogedora con otros pueblos del mundo y en especial con los más necesitados. Dado que el Obispo tiene una responsabilidad decisiva, se le pide que reconsidere sus posiciones, planteamientos y actitudes e incluso su idoneidad como pastor de esta diócesis.
Estas denuncias, reivindicaciones y propuestas están motivadas por el deseo de fidelidad al mensaje y estilo de Jesús y por nuestra responsabilidad en la misión de anunciar el Evangelio en la sociedad. En este Año Jubilar de conversión personal y pastoral y también de renovación de nuestra diócesis, quieren ser de colaboración y de diálogo, tanto con el Obispo como con las comunidades cristianas a las que pertenecemos y están animadas por el clima sinodal al que nos invita el Papa Francisco.
Mayo 2023
Firmado en nombre del colectivo Ibilian
María Jesús Olarte, Jose María Aguirre,
Amelia Sánchez, Ricardo Arrieta
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