La memoria del cura guerrillero regresa al debate, en buena medida por las negociaciones entre el Gobierno y el ELN
Fuente: El País
Por Daniela Díaz
Bogotá
19/02/2023
“Dejaste tantas huellas, tantas (...)”, repite de manera sentida la cineasta Martha Rodríguez en su último documental: Camilo Torres: El Amor Eficaz. La reflexión continúa a lo largo de la película estrenada el pasado jueves en conmemoración de los 57 años de la muerte del sacerdote colombiano. Un día antes, desde la mesa de negociaciones en México, la guerrilla del ELN pidió al Gobierno de Gustavo Petro entregar el cadáver del cura guerrillero que murió en combate 3 meses y 16 días después de unirse a ese grupo armado. Es una exigencia que ha reiterado el ELN en cada mesa de diálogo en la que ha participado, pues el paradero de sus restos sigue siendo un enigma.
Así, volvió al debate público la figura del sacerdote rebelde que se ha convertido en un mito revolucionario del que se han hecho un sinnúmero de canciones, libros, películas y obras de teatro. Su legado se ha concentrado en su sacerdocio católico y de su efímero paso por la lucha armada, pero va más allá. En su película, Rodríguez reprocha el énfasis en su paso por la guerrilla, y a lo largo de la producción rememora otros momentos de su vida. Por ejemplo, su paso como profesor de metodología en el programa de sociología de la Universidad Nacional, donde fundó el Movimiento Universitario para la Promoción Comunal (Muniproc) que sentó las bases de la metodología de investigación llamada acción/participación. A la par, su trabajo comunitario en Tunjuelito, al sur de Bogotá, una semilla para crear la primera junta de acción comunal en este barrio de clases bajas.
Esos logros del entonces profesor Camilo Torres son apenas algunas de las iniciativas que impulsó dentro y fuera de la academia. Ocupa un lugar significativo en la historia de los estudios sociales en Colombia, pues con Orlando Fals Borda fundó la primera facultad de sociología en la región. Además, es figura central al hablar de la Teología de la Liberación —la corriente del pensamiento católico que aboga por transformaciones sociales para la realización espiritual— o al discutir la oposición a la cerrazón política que produjo la alternancia y repartición de poder político entre liberales y conservadores en el llamado Frente Nacional en Colombia, pues lideró el Frente Unido del Pueblo, una importante confluencia de sectores sociales que fue crítico de esa política, pero se deshizo rápidamente, una vez su fundador decidió entrar a la guerrilla.
Esa trayectoria deja enseñanzas que se mantienen entre algunas corrientes de los movimientos sociales. “Camilo Torres nos dejó el legado cristiano de la coherencia entre la palabra y la acción. Como nosotros somos testimonio de vida y cómo debemos ser ejemplo de resistencia para que se puedan generar los cambios que necesita el país”, explica Marylen Serna, lideresa del Cauca.
Walter Broderick es uno de los más famosos biógrafos del sacerdote y sus obras se han convertido en una biblia para los seguidores del revolucionario. Su hijo Wally, que ha sido un espectador activo de su trabajo, conversó con este diario sobre la figura de Torres, que para él es una especie de tío heroico lejano de quien su papá cuenta anécdotas. “Cuando hablo con mi padre nos preguntamos qué país sería este si ese líder carismático hubiese sobrevivido y desarrollado su ideología en la política”, dice.
Justamente ese ha sido el reclamo de varias voces: que se le recuerde como un líder social de gran influencia. De ello hace eco Restrepo en su documental. A través de material de archivo, revive los discursos a plaza llena que dio Torres y que se volvieron hoja de ruta para diversas luchas. “Tu palabra no fue estéril, ahí está viva”, se escucha en varias escenas. Aún así Broderick hijo y Carlos Velandía, quien fue militante del ELN por 32 años y llegó a comandar el frente Domingo Laín, son críticos frente la decisión que trajo como consecuencia la muerte del cura.
“Camilo no era para hacer guerras, Camilo era para dirigir revoluciones. La muerte de Camilo fue un sacrificio que no debió haber ocurrido”, sostiene Velandía. “Mi papá es muy crítico de la decisión de Camilo de dejar la lucha política y enfilarse para lograr nada. ÉL llenó de ilusión a una izquierda sin opciones, sólo para desaparecer de repente y sin sentido”, piensa Broderick. Restrepo lo expresa tajantemente en su producción, y junto al codirector Fernando Restrepo son tajantes al reflexionar que la figura de mártir terminó convirtiéndose en ‘capital político’ insurgente, pero privó a la sociedad de un valioso liderazgo. La directora es cruda, pero le apunta a la necesidad de humanizar al mito al que han querido reducir al sacerdote. Entre risas incluso cuenta que muchos de sus compañeros decían que era mal profesor.
Una potencial insignia de paz
‘Felipe Torres’ fue el nombre que Velandía tomó como insurgente. El exguerrillero le explica a El País que eligió el apellido del cura como una manera de honrarlo, y considera que si bien el ELN ha pedido la entrega del cuerpo Camilo Torres, tal exigencia debe enmarcarse en una amplia muestra de reconciliación. “En la paz el fenómeno del desaparecido no tiene que ver únicamente con que desaparezcan personas que ya es un drama. También es que desaparezcan los cuerpos”, señala Velandia. “Camilo es un símbolo y los símbolos necesitan que se le recuerde no solo por su obra, sino que necesitan lugares físicos. Este reclamo lo hace el ELN porque su vinculación orgánica fue con ellos, pero le compete a la sociedad porque Camilo es más del pueblo que del ELN”, apunta.
Para León Valencia, director de la Fundación Paz y Reconciliación (PARES) y ex guerrillero del ELN, esta es una oportunidad para resignificar la figura de Torres. “Es un momento para aclarar qué pasó con los restos de Camilo y entregarlos al país como un acto de reconciliación” menciona.
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