El sacerdote Andréy Kórdochkin es el responsable de la catedral ortodoxa en Madrid; atiende a una comunidad compuesta por ucranianos y rusos que viven en España.
Fuente: El Debate
Por: José María Sánchez Galera
17/11/2022
Madrid es una ciudad con más de una catedral. Además de la Almudena –que es motivo de discusiones estéticas más enconadas que las que pueda merecer, por ejemplo, Nuestra Señora del Rosario de Filipinas, en Conde de Peñalver–, podría añadirse la antigua de San Isidro, la Castrense, junto con un recorrido por sedes de otras confesiones. Como la anglicana del Redentor –junto al Mercado de Barceló–, o la ortodoxa rusa de Santa María Magdalena, en la Gran Vía de Hortaleza. Quizá, en vez de «ortodoxa rusa», habría que decir, para ser más precisos, que depende del Patriarcado de Moscú. Como explica su deán, el padre Andréy Kórdochkin, «las cuatro iglesias ortodoxas que están registradas en España son: del Patriarcado de Constantinopla, del Patriarcado de Rusia, del Patriarcado de Rumania y también del Patriarcado de Serbia». Cuatro jurisdicciones ortodoxas con reconocimiento legal. «Entre ellas, por supuesto, la comunidad rumana es la más importante», añade Kórdochkin refiriéndose al número de fieles.
El deán Kórdochkin nació en 1977 en un lugar que, por aquel entonces, se llamaba Leningrado. En 1991 aquella ciudad recuperó el nombre anterior a 1914: San Petersburgo, entre 1914 y 1924 se había denominado Petrogrado. Siendo aún muy joven, Kórdochkin estudió en Inglaterra; primero en la escuela católica Ampleforth College (1994–1995), y luego en la Universidad de Oxford (1995–1998). Más tarde, amplió su formación académica en la Universidad de Londres y en la Universidad de Durham, donde se doctoró. Desde hace veinte años es clérigo, y ha ejercido su labor pastoral tanto en Inglaterra como en Escocia, si bien lleva desde 2003 en Madrid. Su primer encargo en España fue la parroquia ortodoxa de la Natividad de Cristo, y luego le encomendaron la Basílica (hoy Catedral) de Santa María Magdalena. Ocupando esta responsabilidad, y consciente de que su comunidad está compuesta por rusos y ucranianos, ha participado en EncuentroMadrid, para compartir opiniones en la mesa redonda 'Justicia y verdad en Ucrania. Una mirada a la guerra y al futuro de Europa'.
–¿Cuál es su actividad pastoral y cómo es la comunidad ortodoxa en Madrid?
–Mi actividad es igual a la de cualquier otro sacerdote, ortodoxo o católico. Celebro los oficios, atiendo a todas las personas en sus necesidades. También, puesto que la catedral es un edificio importante, tengo que solucionar varios asuntos prácticos, las facturas que llegan y toda la parte material de la vida de la iglesia.
Con respecto a nuestra comunidad, no nos gusta hablar de nosotros como la Iglesia rusa. Porque, aunque nosotros pertenecemos canónicamente al Patriarcado de Moscú, la mayor parte de nuestros fieles han venido de Ucrania. También tenemos fieles rusos, fieles moldavos, georgianos, búlgaros, y algunos hispanohablantes. Entre los cuatro sacerdotes que ahora tenemos, dos son ucranianos. En ese sentido es muy importante nuestra autopercepción; somos una comunidad local de personas que viven en España de varias nacionalidades, y nosotros no transmitimos la posición política de ningún lado, ni del lado de Rusia, ni de Ucrania, ni de ningún otro país.
–¿Se sienten acogidos en España? ¿Entienden que son tan cristianos como los católicos, o piensan que son una minoría?
–Obviamente, somos minoría. Estamos acogidos en el sentido personal, pero hay que recordar que la mayor parte llegaron a España de forma ilegal y durante muchos años trabajaron de forma irregular, y les resultaba imposible volver a su país, dejando ahí a sus padres, a sus niños. En el sentido emocional sí que están acogidos por la sociedad española. Sin embargo, en lo relativo a la legislación española, que en teoría garantiza la igualdad a todos los creyentes de todas las confesiones, lo cierto es que se trata de una legislación discriminatoria. Porque una confesión como la nuestra, aunque tiene reconocido el notorio arraigo, carece de acuerdo con el Estado. Esto significa, por ejemplo, que nosotros no estamos exentos de impuestos como el IBI. Yo acabo de recibir ahora mismo una carta de pago de 10.000 euros, que la comunidad ucraniana, y, entre ellos, los refugiados ucranianos, tiene que pagar.
–¿La comunidad ortodoxa rumana tampoco tiene esa plena interlocución de que ustedes carecen?
–Estamos en la misma situación que ellos. Por eso estamos buscando la solución junto con ellos. Hemos formado con ellos una federación para representar nuestros intereses frente al Estado y estamos haciendo un gran esfuerzo para avanzar. Si pensamos en el número de los emigrantes de Rumania en España, los ortodoxos somos la segunda confesión cristiana por cantidad de fieles, después de la Iglesia católica, porque las iglesias evangélicas están divididas entre sí.
–Usted, como sacerdote, ¿también acomete mucha tarea de orientación social, de inserción?
–Obviamente, sí. Es una tarea difícil porque, por ejemplo, cuando recibimos a los refugiados que están buscando trabajo, nadie está ofreciendo trabajo. Siempre tratamos de responder a las necesidades de las personas, incluso con comida, con ropa. La mayor parte llega aquí buscando apoyo espiritual, algo que es muy importante para muchos de los refugiados, porque vienen a nuestra iglesia, donde dependen del Patriarcado de Moscú, y esta guerra, que los ha forzado a dejar sus casas, en ningún caso está justificada.
–En España hay un cierto grado de descristianización. ¿La comunidad a la que atiende sigue fiel a unas raíces cristianas o sufre también este proceso de secularización?
–La dificultad está llegando y vendrá con los niños que ya han nacido en España o que llegaron en España siendo muy pequeños. Algunos de ellos están en colegios públicos, otros están en colegios concertados, algunos también en colegios de la Iglesia católica, pero nada los hace exentos de la secularización global. Creo que entre ellos tendremos obviamente pérdidas, igual que cualquier otra comunidad cristiana. Nosotros, como estamos en una ciudad grande, en una capital europea, creo que nunca tendremos el templo vacío. Pero sentimos una cierta responsabilidad para el futuro de nuestros niños. El objetivo principal de las clases de catecismo que les estamos ofreciendo los domingos es que tengan una conexión entre lo que ellos creen y lo que ellos celebran en la iglesia y también en su vida cotidiana.
–Hay un aspecto importante de diferencia, que es el día de la primera Comunión, porque en la Iglesia católica se celebra a una cierta edad. En el caso de la Iglesia ortodoxa, el sacramento de la Confirmación, lo llamamos la Crismación, los niños lo reciben en el momento del Bautizo. Y reciben la Eucaristía después de ser bautizados. Pero en los otros aspectos, es mucho mejor que ellos puedan recibir en los colegios los fundamentos de la fe cristiana que nosotros compartimos. Aunque hay unas ciertas distinciones y diferencias doctrinales, hay mucha coincidencia en los aspectos éticos de la vida, de la muerte, del sexo, del matrimonio. En estos aspectos, que son mucho más fáciles de comprender, estamos unidos con los católicos. Cuando la Iglesia católica en España protege la vida y la dignidad del hombre, nosotros siempre recordamos que está protegiendo no solamente la vida de los católicos, sino también la de los ortodoxos.
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