miércoles, 6 de julio de 2022

¿Qué podemos hacer en este escenario?

ÚLTIMO INFORME HASTA SEPTIEMBRE DE 2022

José Carlos Díez

05/07/2022


La guerra de Ucrania se prolonga más de lo previsto y sus efectos económicos también. El principal impacto es sobre los precios de la energía, sobre todo del gas en Europa, y sobre los alimentos, sobre todo los granos. Putin sigue diciendo a los rusos que Ucrania es una provincia más de su país y hace muy complicado negociar un alto el fuego. Y la OTAN acaba de decir en Madrid a los europeos que nos preparemos para una guerra larga.

Para un economista una guerra es un dilema de prisionero, donde ninguna de las dos partes coopera y las dos pierden más que si cooperasen. Las guerras las hacen humanos por componentes emocionales, ya que un análisis puramente racional nunca llevaría a la guerra. En la antigüedad, Alejandro Magno iba el primero a la batalla, con un casco rojo para que el enemigo le diferenciase. Ahora, Putin, Zelenski y los líderes de la OTAN están en sus despachos y los que mueren en el frente son soldados y civiles inocentes de ambos lados.

Biden es un presidente que transmite mucha debilidad y los militares se han hecho con el control de Washington. La seguridad prima sobre el resto de objetivos políticos: la economía, la inflación, la pandemia, la educación, el sistema de salud, las pensiones, etcétera. EEUU tiene suministro de gas propio y los precios están a 5$/BTU. Europa depende del gas ruso y el precio ya está a 50$/BTU, diez veces más caro. Ucrania es 100% dependiente energéticamente de Rusia y si pierde el acceso al mar para sacar sus exportaciones será 100% económicamente dependiente de Rusia.

 

Como se observa en el gráfico anterior, Putin ha recortado ya a la mitad el gas del gaseoducto Nordstream que va directamente a Alemania. Ya había cortado el suministro a Polonia en abril. El gas es difícilmente trasportable y no hay capacidad logística para sustituir ese recorte con barcos metaneros en el mundo.

Por lo tanto, es probable que vayamos a cortes selectivos por países. Alemania y buena parte de los países europeos no tienen alternativa al gas ruso, ni la tendrán en muchos años.

Salvo que se acuerde un alto el fuego y se normalice el suministro de gas, algo muy poco probable en estos momentos, el escenario económico para el otoño y, sobre todo para el invierno es muy complejo. El consumo de gas en Alemania ha caído ya más de un 15% en el primer semestre y la Agencia Internacional de la Energía anticipa que será necesario un recorte del 30% en toda Europa el próximo invierno. Eso supondría una caída intensa y una recesión en Europa, especialmente en Alemania, el país más afectado por el corte de suministro. Y supondrá precios del gas y de la electricidad muy por encima de los actuales. Los precios de electricidad en los futuros de diciembre en Francia están próximos a 1.000€/MWh y en Alemania próximos a 500€/MWh.

Alemania ha vuelto a activar centrales de carbón pero hay muy poco carbón en el mercado y podría ser el que acabe fijando el precio marginal de la electricidad en el mercado eléctrico germano. El Gobierno alemán está pensando en modificar la ley para permitir a las empresas eléctricas subir sus precios a los consumidores y evitar entrar en pérdidas. Australia, que puso un tope a los precios del mercado mayorista y lleva varias semanas con cortes de suministro, es uno de los principales exportadores de gas del mundo. Es el modelo que ha propuesto el Gobierno español varias veces y Bruselas ha impedido que se aprobara. Si España estuviera fuera de Europa ya estaríamos con cortes de suministro de electricidad.

Como llevo advirtiendo desde el pasado verano, la subida de precios energéticos empobrece a los ciudadanos y les cabrea, pero ninguna sociedad desarrollada está preparada para asumir cortes de suministros y el Gobierno que lo haga será muy castigado en votos. El Gobierno de España ha intensificado su estrategia de usar a las empresas eléctricas como chivo expiatorio de la crisis, prometiendo que el nuevo impuesto que tendrán que pagar compensará las ayudas que ha aprobado para las familias y dice que seguirán el modelo italiano. En Italia se graba con tipo de recargo los beneficios por encima de los de hace un año. En España las grandes eléctricas han tenido una caída de margen del 30% en el primer trimestre con respecto a hace un año. Y las medianas y la mayoría de comercializadoras están al borde de la quiebra. Si el impuesto se diseña como el italiano el Gobierno recaudará cero euros de las empresas eléctricas.

 


Otro problema que tiene el Gobierno es el tope del gas. El sistema ha sido eficaz y ha puesto un tope al precio de la electricidad como se pretendía. Por lo tanto, el tope ha funcionado. El problema no previsto era la nueva subida de los precios del gas que como se observa en el gráfico anterior ya están por encima de los máximos de marzo cuando comenzó la guerra. Si el corte de suministro ruso se prolonga mucho en el tiempo, los precios subirán muy por encima de los actuales.

El tope lo pagan los consumidores, pero no todos. El esfuerzo que tendrán  que hacer los que lo pagan es cada vez mayor y acabarán pagando más que si no existiera el tope. Me temo que si los precios siguen subiendo acabará subvencionándolo el estado y afectando negativamente al déficit público.

 


La inflación en junio alcanzó un nuevo máximo de dos dígitos, algo que no se veía en España desde 1985. La inflación europea está próxima al 8,5%, 1,5 puntos más que en España. Lo más preocupante es que toda la diferencia se explica por la inflación subyacente, la que excluye energía y alimentos. Como anticipé hace meses, España es un país con estructuras de mercado de trabajo y de bienes y servicios más inflacionistas que nuestros socios y ya se está reflejando. Mientras en la Eurozona la inflación subyacente cayó ligeramente en junio una décima, en España aumentó seis. Por eso fui tan insistente con hacer un pacto de rentas entre empresarios y sindicatos a principio de año. Ahora los empresarios han subido precios para proteger sus márgenes y los sindicatos empiezan a pedir subidas para compensar la pérdida adquisitiva de los salarios.

Ahora la CEOE pide un pacto de rentas pero lamentablemente ya es tarde. Las expectativas de inflación ya se han activado y costará mucho tiempo normalizarlas de nuevo.

 


Otra de mis insistencias en este escenario era ser muy prudentes con la política fiscal para no aumentar el déficit y la presión sobre los precios. Como se observa en el gráfico anterior, de nuevo con escaso éxito. Los economistas conocemos muy bien las causas de la inflación y por eso era tan previsible lo que iba a pasar. En el 1tr22 el déficit volvió a aumentar. La economía se frenó en seco y el aumento del gasto ha provocado el desfase. Los planes de ayuda supondrán un aumento del déficit mucho mayor en los próximos trimestres y nos alejará más del objetivo de superávit primario, próximo al 2% del PIB.

Pedro Sánchez en su entrevista de este pasado domingo en El País dice que hay margen para seguir endeudándose ya que Bruselas ha congelado de nuevo las reglas fiscales y no exigirá ajustes en 2023. Asusta ver el despiste generalizado del Presidente y también de la ministra de economía en esta crisis, ambos siempre actúan superados por los acontecimientos. También la del líder de la oposición que está replicando fielmente la estrategia de Rajoy en 2011, que luego acabó en fuga de capitales masiva, rescate, intensos recortes y la mayor subida de impuestos de la democracia. La sensación de campaña electoral permanente en la que vivimos los españoles desde 2015 no ayuda a gestionar esta crisis.

El BCE ya no compra deuda pública de los países desde que comenzó julio y sólo el anuncio provocó una grave crisis en la deuda italiana que forzó a Lagarde a convocar un consejo extraordinario para frenarlo. La credibilidad del Banco sigue intacta y sólo el anuncio frenó la crisis. Pero la tensión continúa, la prima de riesgo italiana sigue en el nivel crítico de 200 pb, Draghi empieza a tener crisis de Gobierno y el año que viene hay elecciones en Italia. Sin el respaldo del BCE, los países deben mandar señales que tranquilicen a los inversores institucionales que, recordemos, nos han estado financiando durante muchos años a tipos negativos. Si esos inversores deciden no renovar sus vencimientos y se van al dólar que paga cerca del 3% a 10 años, los mercados de deuda en Europa serán pasto de los especuladores y vendedores en corto como sucedió en 2010.

El Banco de España ha anticipado una mejora del PIB en el 2tr22, seguramente del 0,4% trimestral. Sin duda una buena noticia pero que conviene analizar con cuidado. Aunque están aumentando los contagios y las hospitalizaciones por Covid, los españoles y el resto de europeos parece que ya le hemos perdido el miedo a la pandemia. Los vuelos y los hoteles, a pesar del fuerte repunte de precios, auguran un verano turístico similar al de 2019. El turismo es un sector muy intensivo en empleo y esa normalización explica buena parte del aumento de las afiliaciones a la Seg. Social. En junio hoy conoceremos los datos pero el ministerio ya anticipó que se crearán unos 85.000 empleos, el mejor mes desde el pasado octubre.

En el otoño se acabará la temporada y vendrán los despidos, aunque sean fijos discontinuos según la nueva reforma laboral, y los trabajadores dejarán de ingresar renta hasta la próxima primavera. Y si la guerra no ha terminado y continúan los cortes de suministro de gas, habrá una recesión en Europa y afectará negativamente a nuestras exportaciones y a nuestra industria.

¿Qué podemos hacer en este escenario? Con tanta incertidumbre te recomiendo que seas prudente amigo lector. Entiendo las ganas de vacaciones que tenemos todos tras dos años de pandemia pero conviene guardar un pequeño colchón de ahorro para el invierno. Al menos no endeudarnos con las tarjetas y empezar septiembre en negativo. El mayor riesgo en cualquier crisis, en ésta también, es perder el empleo. Los salarios tienen que subir, pero hay que medir bien cuánto para no meter a las empresas en problemas de márgenes que pongan en riesgo la inversión y fuercen a destruir empleo.

Si eres empresario mira tu caja y cuídala como un tesoro. La banca española no tiene la exposición a la burbuja inmobiliaria de 2008 y mantiene acceso ilimitado a la liquidez del BCE. Por lo tanto, afronta esta crisis en mejores condiciones. No obstante, la pandemia ha aumentado la deuda de muchas empresas y no les ha dado tiempo aún a recapitalizarse. Si a eso le sumamos, el fin de las compras de deuda del BCE y más restricción de crédito en los mercados de capitales internacionales se puede acabar contagiando a la prima de riesgo de la deuda pública y eso perjudicaría a los bancos españoles y también al crédito a las pymes.

Siento tener que darte tantas malas noticias. Espero en septiembre, cuando os envíe mi próximo informe, la guerra haya terminado y se haya repuesto el suministro de gas en Europa. Si eso no pasa, conviene ser muy prudentes.

 

Buen verano y gracias por estar siempre al otro lado leyendo los informes de este economista observador.

 

 

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