BONN - "Sin sacerdotes no hay Iglesia". Estas y otras declaraciones similares de los obispos alemanes dejan cuestionado a Roland Müller. Porque en el tiempo actual no solo se evidencia la escasez de sacerdotes, sino también que la vida de la iglesia depende de los creyentes.
Fuente: katholisch
Por Roland Müller
28/07/2022
En la segunda asamblea plenaria del camino sinodal en octubre de 2021, los sinodalistas dieron al foro "La existencia sacerdotal hoy" una tarea difícil: los miembros del grupo de trabajo deberían tratar la justificación de la existencia del sacerdocio. Desde entonces, los obispos alemanes se han pronunciado repetidamente para apaciguar la discusión, que también está atrayendo la atención en el extranjero. El cardenal Reinhard Marx, el obispo Stefan Oster y otros no se cansan de señalar la necesidad del ministerio sacerdotal. El arzobispo Ludwig Schick habló recientemente y abogó por la tesis: "Sin sacerdotes no hay iglesia de Jesucristo".
¿Pero es tan simple? Aparentemente no, porque en el primer siglo del cristianismo no había sacerdocio en absoluto. El autor de 1 Timoteo incluso enfatiza que solo Jesucristo es el mediador entre Dios y el hombre, asumiendo el papel clásico de un sacerdote antiguo. Además, ha habido momentos en la historia de la Iglesia en todo el mundo en los que la fe ha sobrevivido solo a través del testimonio de los católicos laicos, como en Corea, Vietnam u otros países asiáticos. Incluso hoy en día, las comunidades católicas en regiones remotas a menudo sobreviven porque los laicos las llenan de vida. ¿Se le puede decir eso a una monja que bautiza niños en Amazonia, o a quien dirige una iglesia en una diócesis de la diáspora alemana? ¿Se les puede negar que representan a la iglesia -que actúa en nombre de Jesucristo- solo porque no hay un sacerdote presente? No, la Iglesia católica local también se puede realizar sin la ayuda de un clérigo; todo lo que se requiere es la gracia bautismal que todos los creyentes recibieron cuando fueron aceptados en la iglesia.
Por supuesto, los creyentes católicos pueden estar agradecidos por el servicio de cada sacerdote, especialmente habida cuenta su gran escasez. La vocación sacerdotal mantiene vivo el anhelo de Dios y da a los creyentes signos de la especial cercanía de Dios mediante la administración de los sacramentos. Esto es maravilloso y es parte del ADN del catolicismo. Pero la fijación en el clérigo, como hombre santo por excelencia, que ha prevalecido en los últimos siglos, ha ocultado que la vocación más importante de la Iglesia es la de hacerse cristiano por el bautismo. Una iglesia sin sacerdotes puede no corresponder a la situación católica ideal, sobre todo porque no hay celebración de la Eucaristía. Pero también debe quedar claro para cada obispo que la iglesia solo está en peligro de morir cuando no hay creyentes. El debate sobre la elegibilidad de los sacerdotes haría bien en no exagerarlos aún más, porque corre el peligro de perder de vista los objetivos del camino sinodal.
Estoy de acuerdo con el Sr. Müller, de que sin cristianos no hay Iglesia, y NO ¡Sin sacerdotes no hay Iglesia! Extraño parece que los obispos alemanes estén todavía añorando el clericalismo medieval, cuando teólogos alemanes participantes en el Concilio Vaticano II, fueron los que abogaron por el cambio coopernicano de la Lumen Gentium (LG), en la que La Iglesia no se identifica ya con la jerarquía, sino con el Pueblo de Dios (cap. 2). Este lo forman "quienes creen en Cristo y renacen ...mediante la Palabra de Dios, del agua y del Espiritu...son un linaje escogido, sacerdocio regio...", son "nuevo Israel...Iglesia de Cristo"(LG, n.9). Por el bautismo, todos los cristianos somos Iglesia, con las tres potestades de Cristo: Santificar (LG n10-11), enseñar (LG n.12a) y gobernar (LG n.12b). En el cap. 3º. la LG establece la constitución jerárquica de la Iglesia, que podría llamarse Ia Iglesia jerárquica o institucional, junto con los religiosos, del cap.6º. En el cap. 4º la LG habla de los laicos, que podríamos decir son la Iglesia popular, la inmensa mayoría que no son clérigos, ni religiosos. En definitiva la Iglesia somos todos los bautizados, en ella todos somos básicamente iguales (LG n 32), pero nos distinguimos dentro de ella por los diversos carismas. La Iglesia jerarquía posee el carisma de la dirección hacia la unidad, la Iglesia popular, los laicos, el carisma de actuar específicamente en las estructuras humanas, a fin de "que el mundo se impregne del Espiritu de Cristo..." (LG n36 y Decreto Apostolicam actuositatem). Todo esto lo desarrollamos mi amigo Manolo Collado y yo en el libro: OTRA IGLESIA ES POSIBLE: La Iglesia popular española y andaluza, que prologa el teólogo vasco Félix Placer. Puede descargarse en Bubok (https://www.bubok.es/libros/271784/Otra-Iglesia-es-posible). Salud
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