BONN - Cuando se elija al próximo arzobispo de Paderborn, los fieles también deberían tener algo que decir, si el Vaticano les sigue el juego. Esta es una iniciativa encomiable, comenta Christoph Paul Hartmann. Será decisiva la respuesta de Roma al respecto.
Fuente: katholisch
Por Christopher Paul Hartmann
23/06/2022
Imagen: © Fotolia.com/Roma
La archidiócesis de Paderborn quiere romper las estructuras de poder clerical: para la próxima elección de obispo, el capítulo de la catedral debe elaborar un listado de nombres contando con el parecer de un grupo de laicos del mismo tamaño. De esta selección, el Papa elige tres nombres, de los cuales el cabildo de la catedral elige, a su vez, al futuro arzobispo. En esta segunda parte o vuelta electiva también deberían participar los no ordenados, eso sí, si Roma no impone el secreto papal sobre estos tres nombres, que es obligatorio, al cabildo catedralicio, e incluye también a los laicos en esta "comunidad secreta".
En primer lugar, la iniciativa de Paderborn es algo loable. Los laicos involucrados han de ser elegidos, de manera proporcional, entre las congregaciones por sorteo, y también ha de haber representantes del consejo pastoral diocesano, de las escuelas y de Caritas. Como en el camino sinodal, el criterio es la representación proporcional. Esto también se aplica a la selección de candidatos y a la elección del futuro arzobispo, en la que cada nombre ha de alcanzar la mayoría de todos los votantes laicos y también de los del cabildo catedralicio. Son cambios en el derecho canónico para que las reformas y la participación se hagan realidad aquí y ahora, no sólo en un futuro lejano. Este es un enfoque pragmático.
Sin embargo, lo realmente importante va a ser cómo se aborda la segunda ronda de votaciones. Y, en concreto, saber si el Papa va a aplicar el secreto pontificio al cuerpo laical; algo que es más que discutible. Habida cuenta que el Papa Francisco ha expresado repetidamente su preocupación por el hecho de que los laicos están siendo "clericalizados", no parece sensato que se rechace la solicitud de Paderborn en este asunto. ¿Qué puede pasar?
El punto central es que un posible “no” del Vaticano no tiene que significar el final de este proceso de reforma. Si no es posible la vía oficial, habrá que buscar vías informales para involucrar también a los laicos en la segunda fase o vuelta. Pero la archidiócesis de Paderborn no debe quedarse sola en este asunto. Encontrar un "enfoque creativo" del secreto papal también es un desafío para otras diócesis en el futuro. Pero una cosa ha de quedar clara: si solo se permite que los laicos participen en la selección de candidatos, pero no en la elección en cuanto tal, el clericalismo se consolidará en lugar de desmantelarse.
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