Fuente: Settimana News
por: Marcello Neri
26 mayo 2022
Ayer a la tarde, el Presidente de la República Federal de Alemania F.-W. Steinmeier inauguró la 102ª Jornada de la Iglesia o de los católicos alemanes (Katholikentag) en Stuttgart.
Un discurso corto pero intenso, en el que abordó las grandes crisis globales que atraviesa nuestro mundo: la pandemia con sus profundas repercusiones sociales; la guerra en Ucrania, que también afecta a los países pobres lejanos debido al bloqueo de los cereales; la importancia del derecho internacional para la coexistencia pacífica de pueblos y naciones.
La pandemia ha sido y es un baño que ha sumergido a todos en una mayor conciencia de "nuestra fragilidad y nuestra finitud mortal"; pero también destacó cómo actuar en solidaridad unos con otros es el verdadero pegamento que mantiene unida a una sociedad.
La acción de las Iglesias, quizás no visible, fue sin embargo decisiva: "con palabras de consuelo, gestos de bien, especialmente hacia los moribundos, los enfermos y en el acompañamiento de los que habían experimentado el duelo".
Las Iglesias también conocen su crisis, sobre todo por los abusos cometidos en ellas y por la incapacidad, o falta de voluntad, para gestionarlas de manera transparente y justa.
Steinmeier se convirtió en el portavoz del país para el Camino Sinodal de la Iglesia Católica Alemana: "Por supuesto, lo que se decide aquí concierne, en primer lugar, a la propia Iglesia Católica. Sin embargo, la determinación del papel que la Iglesia y los cristianos desempeñarán en el futuro en nuestra sociedad también depende de los resultados de este proceso".
En esto, es esencial que la Iglesia y los ciudadanos cristianos alemanes nunca pierdan de vista la razón profunda de su fe y sus acciones: Alemania "no necesita Iglesias que repitan lo que ya se dice en la sociedad. Los cristianos pueden obtener y dar una orientación sólo si recuerdan lo que les es propio, algo que no se puede deducir de lo que es plausible y actual".
Partiendo de este propio cristiano, las Iglesias pueden inducir procesos de reflexión crítica en la sociedad sobre la forma en que vivimos, consumimos, hacemos economía, para que la ciudadanía aprenda que un futuro justo para las generaciones venideras significa activar la voluntad de que nosotros hagamos renuncias hoy.
El mundo "no necesita una duplicación religiosa de las promesas seculares de felicidad. El mundo necesita orientación más allá de hoy. Necesita responsabilidad por los débiles y los frágiles. Necesita ejemplos concretos de amor al prójimo. Y necesita un testimonio de la fe cuya confianza es mayor que el desaliento, cuya esperanza es más fuerte que la desesperación".
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