Una de las principales expertas del mundo en la historia y eclesiología del diaconado femenino dice que los responsables católicos y ortodoxos parecen estar avanzando juntos en la ordenación de mujeres
Fuente: La Croix International
Por Phyllis Zagano
Estados Unidos
02/12/2021
La confluencia de dos eventos, uno católico romano y el otro ortodoxo, apuntan a una creciente apreciación del hecho de que las mujeres están hechas a imagen y semejanza de Dios y son adecuadas para el servicio del altar.
En el catolicismo, el argumento en contra de ordenar a las mujeres en cualquier grado del orden se basa en la insinuación de que las mujeres no pueden representar a Cristo, el Señor Resucitado.
Pero en 2021, el Papa Francisco modificó el Derecho Canónico para permitir que las mujeres puedan ser formalmente lectoras y acólitas, dos ministerios requeridos para la ordenación diaconal.
En la ortodoxia, en 2017, cinco mujeres fueron consagradas como diaconisas (o como subdiaconisas) en Kolwezi, República Democrática del Congo, por el Patriarca Ortodoxo de Alejandría. Otros líderes de la Iglesia finalmente convencieron al patriarca para que suspendiera tales ordenaciones en 2020.
Ambos hechos, mujeres lectoras y acólitas en el catolicismo y diaconisas o subdiaconisas femeninas en la ortodoxia, apuntan a la restauración de la tradición en la que las mujeres eran ordenadas como diáconos.
Lo que cada uno recuerda
Hace algún tiempo, un colega le preguntó a Bartolomé I, el Patriarca de Constantinopla, sobre la restauración de las mujeres al diaconado. Su respuesta fue: "En eso, no queremos adelantarnos a los católicos".
Poco después, otra mujer informó que al arzobispo católico romano de Boston, el cardenal Sean O'Malley, se le hizo la misma pregunta.
"¿Qué pasa con las mujeres diáconos?" Él respondió: "En eso, no queremos adelantarnos a los ortodoxos".
A pesar de la evidencia histórica, a pesar de la antropología teológica y de las peticiones clamorosas del Pueblo de Dios, el catolicismo y la ortodoxia parecen estar abonados al argumento de que las mujeres no pueden acceder al diaconado y al presbiterado.
Dejando a un lado otras discusiones ecuménicas, parece que los líderes de cada tradición están de acuerdo en que una cosa es necesaria para garantizar la estabilidad y el orden de la religión: que las mujeres deben mantenerse alejadas del altar.
Con la excepción de que cada uno de ellos han tomado decisiones recientemente -mujeres lectoras y acólitos en el catolicismo en 2021, y diaconisas (o subdiáconas femeninas) en la ortodoxia de 2017 a 2020- que parecen promover el servicio de las mujeres en el altar, aunque no su ordenación.
Catolicismo Romano
El 10 de enero de 2021, fiesta del Bautismo del Señor, por el "motu proprio" “Spiritus Domini” y en respuesta a una solicitud hecha en el Documento Final del Sínodo sobre la Amazonía de 2019, el Papa Francisco cambió el Canon 230 § 1 del Código de Derecho Canónico de 1983 para permitir que las mujeres, como los hombres, puedan ser formalmente lectoras y acólitas.
El cambio no es insignificante. Aunque muchos comentaristas señalan correctamente que muchas mujeres ya desempeñan las funciones de estos ministerios laicales, la presencia de mujeres en ellos es un paso relativamente importante.
Anteriormente, cada uno de esos ministerios era una orden menor y una etapa en el ahora abandonado “cursus honorum” católico romano.
Asentado y codificado en el siglo XIII, el “cursus honorum” o "curso honorifico" permitía acceder a los candidatos masculinos a la tonsura a través de las órdenes menores de lector, portero, exorcista y acólito, y luego a las órdenes principales de subdiácono, diácono y sacerdote.
En 1972, cuando el Papa Pablo VI suprimió las cuatro órdenes menores y la orden mayor de sub-diácono, declaró que las funciones de estas cinco órdenes pertenecerían en adelante a los ministerios laicales instituidos de lector y acólito.
El Código de Derecho Canónico de 1983 decretó que, si el obispo lo considerara necesario, cualquier laico podía realizar estas funciones, pero solo los varones podían ser instituidos formalmente en ellas.
Se requiere la concesión formal de cada uno de estos ministerios antes de la ordenación diaconal.
¿La institución formal de mujeres como lectoras y acólitas presagia mujeres diáconos en la Iglesia Católica Romana?
Para ser claros, la pregunta es sobre la ordenación (“cheirotonía”) a una orden mayor, no la "bendición" (“cheirothesía”) a una orden menor.
Para Roma, la ordenación al subdiaconado era la ordenación a una orden mayor, como lo fue y es hoy el diaconado. Es importante recordar que las ordenaciones de subdiáconos y diáconos católicos romanos fueron a órdenes principales.
El subdiaconado y las diaconisas
En la ortodoxia, sin embargo, el sub-diaconado es el más alto de los órdenes menores, clasificado entre el lector y el diácono.
Hay datos interesantes sobre el subdiaconado en las Iglesias orientales.
Primero, cuando está investido, el subdiácono oriental usa el “orarion”, o estola, sobre las sotanas y el alba internos y externos.
En segundo lugar, el subdiácono oriental tiene el cuidado del altar, incluidos los paños del altar y las vestimentas del clero. Para estos últimos propósitos, el subdiácono oriental tiene una bendición específica para tocar el altar.
En Occidente, el subdiaconado -ahora suprimido- era propio de individuos que ayudaban al diácono, estando vestidos de un alba, con un manípulo, un cíngulo y una túnica.
A diferencia de Oriente, el subdiácono occidental no llevaba una estola. En Occidente, el uso del manípulo significaba el orden principal de subdiácono.
La tradición del subdiaconado de cada Iglesia puede dar esperanza a aquellos que buscan la restauración del diaconado femenino.
Los acontecimientos en la República Democrática del Congo y sus secuelas apuntan a avances significativos en la restauración de la tradición de mujeres diáconos, al menos en África, y tal vez en otras partes de la ortodoxia.
Las ceremonias congoleñas, presididas por el Patriarca de Alejandría y toda África, parecen haber sido consagraciones o bendiciones a la orden menor ortodoxa de subdiáconos, como lo demuestra su manera y ubicación.
Específicamente, las mujeres recibieron una imposición de manos en el trono, no en el altar durante la liturgia.
Además, mientras que los antiguos cánones limitan la ordenación diaconal de mujeres a las mayores de cuarenta años, las fotografías de las ceremonias representan a cinco mujeres aparentemente menores de cuarenta años.
Cada mujer sostiene un paño y una palangana, artículos que a menudo lleva el subdiácono cuando lleva agua bendita a la gente para que puedan bendecirse a sí mismos con ella.
Tanto las fotografías como la descripción de las ceremonias apoyan la suposición de que a las nuevas "diaconisas" se les confirió la orden menor de subdiácono, aunque se cree que el patriarca tenía la intención de ordenaciones diaconales.
En el catolicismo, no hay discusión sobre la restauración de las mujeres al subdiaconado, porque ha sido suprimido.
Cuando se mira con lupa “Querida Amazonía”, la respuesta del Papa Francisco al Documento Final del Sínodo de la Amazonía 2019, la restauración de las mujeres al diaconado puede parecer lejana.
Sin embargo, Francisco ha declarado que los dos documentos, el Documento Final del Sínodo y su propia “Querida Amazonía”, deben leerse en conjunto. Es decir, el uno no sustituye al otro.
A primera vista, dos párrafos (102 y 103) de “Querida Amazonía” parecen desdeñar que las mujeres puedan y sean imagen de Cristo, el Señor Resucitado.
Cuando se leen en el contexto del comentario burlón de la historia sobre el lugar de la mujer en la sociedad y en la Iglesia, estos dos párrafos parecen ser más de lo mismo.
Y la “imago Dei” queda distorsionada cuando se enfatiza la mariología ante la enseñanza de que todos estamos hechos a imagen y semejanza de Dios.
Pero lo que Francisco escribió no es tan irrelevante:
“En una Iglesia sinodal, aquellas mujeres que de hecho tienen un papel central que desempeñar en las comunidades amazónicas deben tener acceso a puestos, incluidos los servicios eclesiales, que no impliquen órdenes sagradas y que puedan significar mejor su papel.
Debe tenerse en cuenta que estos servicios implican estabilidad, reconocimiento público y envío por parte del obispo.
Esto también permitiría a las mujeres tener un impacto real y efectivo en la organización, en las decisiones más importantes y en la dirección de las comunidades, mientras continúan haciéndolo de una manera que refleje su condición de mujer”. (QA, 103)
El Papa Francisco puede estar refiriéndose aquí a una necesidad más apremiante en la Amazonía: regularizar el servicio de las mujeres que son “de facto” Coordinadoras de la Vida Parroquial (canon 517 § 2).
Las mujeres, incluidas las que no tienen la vocación al diaconado, ya están administrando parroquias y otras agrupaciones eclesiales.
Con o sin ordenación, pueden recibir y de hecho merecen, como él dice, "estabilidad, reconocimiento público y una misión del obispo".
No importa cuán desagradable sea su comentario sobre la "feminidad", el párrafo no elimina la posibilidad de restaurar a las mujeres al diaconado ordenado.
De hecho, respondiendo al Documento Final del Sínodo de la Amazonía, el Papa Francisco actuó rápidamente para modificar el Canon 230 § 1 y permitir que las mujeres puedan ser instituidas como lectoras y acólitas, cuyo protocolo reemplazó a las cuatro órdenes menores y la orden mayor del subdiaconado hace casi cincuenta años.
Surge la pregunta: Si las mujeres ahora pueden ser admitidas a ministerios laicales oficiales que reemplazan a estos estados clericales, incluida la orden principal de subdiáconos, ¿cómo se puede restringir ahora a las mujeres unirse al diaconado ordenado, un ministerio que, según documentos históricos, ya han prestado?
Los argumentos en contra de ordenar a las mujeres como diáconos a menudo reclaman "unicidad de órdenes", apelando a “Inter insigniores” (Sobre la cuestión de la admisión de las mujeres al sacerdocio ministerial) (15 de octubre de 1976).
Es decir, debido a que las mujeres no pueden ser ordenadas como sacerdotes, tampoco pueden ser ordenadas como diáconos.
En gran parte, esta declaración aprobada papalmente a petición de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se funda en el llamado "argumento icónico" en su posicionamiento contra la ordenación de mujeres como sacerdotes.
El argumento principal en “Inter insigniores”, sin embargo, es un argumento de autoridad. En pocas palabras, la Iglesia dice que no tiene la autoridad para ordenar a las mujeres como sacerdotes porque los apóstoles de Jesús eran hombres.
La fuerza de “Inter insigniores” y la posterior “Ordinatio sacerdotalis” (1994) es subrayada por el nuevo Libro Sexto del Código de Derecho Canónico, que entra en vigor este 8 de diciembre. Una innovación en este nuevo Libro Seis es el Canon 1379 § 3:
“Tanto una persona que pretenda conferir un orden sagrado a una mujer, como la mujer que intenta recibir el orden sagrado, incurren en una excomunión “latae sententiae” reservada a la Sede Apostólica; un clérigo, además, puede ser castigado con la destitución del estado clerical”.
Pero ni “Inter insigniores” ni “Ordinatio sacerdotalis” mencionan el diaconado. La suposición de que existe alguna relación entre el diaconado y el sacerdocio va en contra de las enseñanzas magisteriales y conciliares; y del derecho canónico, en todos ellos se distingue claramente a los dos.
Si bien la ley puede parecer que cierra toda posibilidad de que las mujeres sean restauradas al diaconado ordenado en Occidente, el obispo que lo presentó en la Oficina de Prensa del Vaticano dijo en respuesta a una pregunta: "Si la enseñanza cambia, la ley cambiará".
Tal como está, esta ley es lo que se denomina una "ley meramente eclesiástica", como el recientemente cambiado Canon 230 § 1 con respecto a los lectores y acólitos.
(La Congregación para el Culto Divino aparentemente está reescribiendo la liturgia de la institución para enfatizar la conexión bautismal con el ministerio laical, aunque en algunos países las mujeres ya están siendo preparadas para ser instituidas usando la liturgia actual, con los ajustes necesarios de pronombres y género).
Iglesias ortodoxas
La situación en el Este es más complicada y quizás más volátil.
La iniciativa tomada por el Patriarca de Alejandría y de toda África de consagrar a las mujeres pilló por sorpresa al resto de la ortodoxia.
El Patriarca parece haber basado su decisión de actuar unilateralmente en los documentos del Santo y Gran Concilio al que asistieron doce de las Iglesias autocéfalas en Creta en 2016.
Las quejas y los apoyos por la decisión del patriarca han sido por igual.
La situación es confusa. Mientras que las ceremonias parecen haber sido consagraciones al subdiaconado, las mujeres fueron llamadas diaconisas.
Aquí hay que hilar fino. En algunas listas históricas de órdenes, "diaconisa" aparece después de subdiácono y antes de diácono.
Algunos argumentan que esto indica que la "diaconisa", pertenece a una orden distinta del diácono y es miembro de una orden menor. Otros argumentan que la "diaconisa" era una orden importante.
No importa cuál, la diaconisa (si es que de hecho está en un orden separado) se encuentra en la cúspide de las órdenes menores y mayores.
Sin embargo, la intención -ampliamente conocida- del Patriarca era la ordenar a estas mujeres como diáconos, no como subdiáconos; aunque su plan decayó por las amenazas de los donantes de cortar el apoyo financiero al Patriarcado.
Aun así, sus repetidas consagraciones de mujeres como "diaconisas" hasta 2020 confirman su intención de otorgar a las mujeres -de las que dijo que ya estaban realizando un ministerio diaconal- el estatus diaconal (y por lo tanto clerical).Ya sea como "subdiáconos" o como "diaconisas", parece que el Patriarca consideraba a estas mujeres, a estas "diaconisas", formando parte de las órdenes mayores.
Parece que fuerzas fuera de África están profundamente preocupadas por permitir que las mujeres formen parte de las órdenes mayores, o incluso de las órdenes menores como subdiáconos; quizá debido a la posibilidad de un servicio de altar subdiaconal.
En el saludo del Patriarca en una conferencia Zoom de 2020 sobre mujeres en el diaconado en Tesalónica indicó que había terminado con su práctica de consagrar a las mujeres como diaconisas.
Sin duda, la combinación de ira y dinero puede hacer dudar a otros obispos ortodoxos antes de llevar más mujeres a la casta clerical; sea en cualquiera de los niveles del ministerio ordenado.
Pero el ministerio de las mujeres en la ortodoxia, o al menos en África, subraya el hecho de que las mujeres realizan tareas y deberes significativos, propios del subdiaconado y del diaconado.
En muchos lugares de África, por ejemplo, las mujeres ayudan en el bautismo de mujeres y niñas, enseñan catequesis, dirigen servicios cuando los sacerdotes no están disponibles y proclaman el Evangelio en la iglesia.
No se habla de si se trata de tareas y deberes "femeninos". Son funciones, sí, pero ahora se llevan a cabo, al menos por unas pocas, con el carisma de la misión y el ministerio consagrados.
Conclusiones
En “Querida Amazonía”, el Papa Francisco llama a crear "equipos misioneros itinerantes" (98) y "otras formas de servicio y carismas propios de las mujeres y sensibles a las necesidades específicas de los pueblos de la región amazónica en este momento de la historia". (102).
El Patriarca de Alejandría consagró específicamente a sus "diaconisas" como misioneras.
Quien combine los hechos conocidos de otros ministerios de mujeres ortodoxas en África y mujeres católicas en la Amazonía, podrá concluir que las dos tradiciones no están chocando, sino que se mueven a la par.
Si bien no están necesariamente encaminados hacia a la ordenación diaconal, estos eventos, tanto en oriente como en el oeste, parecen desmentir la suposición de que las mujeres no pueden realizar el servicio del altar, incluso cuando aparecen señales de una persistente resistencia a que las mujeres estén cerca del altar.
Los documentos de la historia de la Iglesia occidental afirman que las mujeres son de facto “impuras” y no pueden estar cerca de lo sagrado. Tampoco un sacerdote occidental puede casarse.
Pero Oriente no acepta tan plenamente estos argumentos.
Como lo demuestra su sacerdocio matrimonial, Oriente no se suscribe completamente que tocar a una mujer hace que un hombre impuro.
Tales tabúes, más detectables en la historia de la Iglesia occidental, son la raíz de la crítica del Papa Gelasio del siglo V al servicio del altar por parte de las mujeres en lo que probablemente fueron celebraciones de la Iglesia Oriental en la Sicilia en su tiempo.
Aun así, hay algún movimiento hacia el reconocimiento de las mujeres como capaces de representar a Cristo en ambas tradiciones.
Los cambios en la Ley Canónica Católica Romana permiten formalmente el servicio de altar de mujeres. Las consagraciones africanas de las mujeres, ya sea como orden separado de diaconisa u orden de subdiácono, pueden estar permitiendo lo mismo.
Lo más interesante es que, al menos desde el exterior, parece que una Iglesia no está frente a la otra.
De hecho, podría parecer que se están moviendo al unísono.
Phyllis Zagano es investigadora en la Universidad de Hofstra, Hempstead, NY y es autora de varios trabajos sobre mujeres diáconos, incluyendo “Women: Icons of Christ” (Paulist Press, 2020). Este artículo fue una charla dada, a través de Zoom, a un seminario del 21 de noviembre sobre la ordenación de mujeres patrocinado por la Academia Americana de Religión enSanAntonio, Texas.
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