Fuente: La Razón
Y la puerta del año santo ignaciano se abrió. Ocurrió en la tarde de este sábado, cuando el superior general de los jesuitas, el venezolano Arturo Sosa, llevó a cabo en la localidad de Manresa este gesto con el que se abren los actos de conmemoración de los 500 años de la conversión de san Ignacio de Loyola.
La localidad barcelonesa alberga la cueva en la que el fundador de la Compañía de Jesús comenzó a escribir la guía de lo que hoy se conocen como ejercicios espirituales. Allí llegó para pasar unos días y se quedó once meses decisivos para su trayectoria vital y la de la Iglesia, poniendo en marcha una orden que hoy cuenta con más de 15.000 religiosos.
Espiritualidad ignaciana
«Tantos rasgos de la Compañía de Jesús y de lo que hoy conocemos como espiritualidad ignaciana dependen de Manresa», explicó el prepósito general de la Compañía de Jesús en la eucaristía celebrada en la basílica catalana para inaugurar este jubileo. En la homilía, el conocido popularmente como el «Papa negro» –por la influencia de los jesuitas en la historia eclesial–, destacó cómo los ejercicios «siguen vigentes hoy más que nunca» y permanecen como «un instrumento excelente que tenemos en nuestras manos».
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