Fuente: La Nación (ar)
Por: Elisabetta Piqué
ROMA.-
María Lía Zervino, presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas Católicas, le agradeció “haberse entregado por entero en estos ocho años”, pero también le reclamó más espacio para las mujeres en la Iglesia
María Lía Zervino, la argentina que
es presidenta de la Unión Mundial de las Organizaciones Femeninas
Católicas (UMOFC), en ocasión del nuevo aniversario de su
pontificado, que se cumplió el 8 de marzo, le escribió al papa Francisco una
apasionada carta abierta en la que, al margen de agradecerle por “haberse
entregado por entero en estos ochos años”, le reclamó “un paso más” en
cuanto al rol de las mujeres en la Iglesia católica. No pidió el sacerdocio
femenino, que siguiendo a san Juan Pablo II, Francisco ya dijo claramente que
no es posible, sino mayor espacio.
“Querido papa Francisco, recuerdo que el año pasado usted nos recomendó personalmente ser valientes como María Magdalena incluso al dirigirnos al Papa. Por eso me permito decirle, con todo respeto, confianza y afecto, que como mujer experimento una deuda. Es usted un luchador contra el machismo y el clericalismo pero pienso que no se ha avanzado suficientemente en aprovechar la riqueza de las mujeres que componen gran parte del Pueblo de Dios”, escribió.
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Nacida en Buenos Aires en 1951 y residente en Roma desde 2013, Zervino, consagrada, conoce a Jorge Bergoglio desde hace tiempo. Tal como contó a LA NACION, tiene trato con él desde sus tiempos de presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), cuando ella era directora institucional de la Comisión de Justicia y Paz de la CEA.
En su carta abierta, en la que ante
todo le agradeció al Papa por escuchar el grito de los pobres y del Planeta en
la encíclica Laudato Sí , porque “discernió la clave para enfrentar las
problemáticas de nuestro mundo sumido en una tercera guerra mundial en etapas”
en Fratelli tutti y por su pasión por las familias demostrada en Amoris
laetitia, Zervino recordó que “ya existe una teología
de la mujer con múltiples elaboraciones”. Y que está “probada la
idoneidad de las mujeres en la sociedad civil, en la economía, la salud, la
educación, el cuidado del planeta, la defensa de los derechos humanos y tantos
otros campos, obviamente, así como en la familia y la catequesis”. Luego de
subrayar que su mensaje “no deseaba ser reivindicativo”, explicó que la
cuestión no era la de “ocupar cargos para quedar ‘como floreros’, de adorno,
porque está de moda nombrar mujeres ni tampoco se trata de alcanzar puestos
para ‘trepar’ a posiciones de poder”.
“No. Se trata de servir a la Iglesia
con los dones que el Padre Creador nos ha dado: una peculiar inteligencia y
sensibilidad, una afectividad y particular capacidad para la gestación y
formación de personas y una especial aptitud para la generación de bienes
relacionales”, siguió. “Ojalá el deseo expresado por usted acerca de que las mujeres integren junto a los hombres los equipos de
toma de decisiones deje de ser considerado una utopía y pase a ser
algo habitual en la Iglesia”, agregó.
Y, cual Martin Luther King, le
confesó un sueño. “Sueño con una Iglesia que tenga mujeres idóneas como jueces
en todos los tribunales en que se tramitan causas matrimoniales, en los equipos
de formación de cada seminario y que ejerzan ministerios tales como el de la
escucha, de la dirección espiritual, de la pastoral de la salud, del cuidado
del planeta, de la defensa de los derechos humanos, etc., para los que, por
nuestra naturaleza, las mujeres estamos igual o a veces mejor dotadas que los
hombres”, planteó.
En este sentido, explicó que no sólo
se refería a consagradas como ella, sino a las muchísimas laicas presentes en
todas las regiones del globo que ya están listas para servir. Y fue más allá:
“sueño con que, durante su pontificado, usted inaugure junto a
los sínodos de obispos, un sínodo distinto: el sínodo del Pueblo de Dios, con
proporcional representación del clero, de los consagrados y las consagradas y
de los laicos hombres y las laicas mujeres”. “Ya no nos alegraremos solo porque
una mujer vote por primera vez sino porque muchísimas laicas preparadas, en
comunión con todos los demás miembros de dicho sínodo habrán dado su aporte y
su voto que contribuirá a las conclusiones que se depositarán en sus manos”,
añadió, al aludir a la reciente designación como subsecretaria del Sínodo de
Obispos a la hermana javeriana francesa Nathalie
Becquart, que pasó a ser la primera mujer que llega a este cargo y que tendrá derecho a
voto. En el último sínodo de Obispos sobre la Amazonía varias voces de
protestas se levantaron de parte de mujeres que protestaron por su escasísima
representación y su imposibilidad de votar.
Zervino, que escribió la carta con terminología lunfarda, que también suele utilizar el exarzobispo de Buenos Aires, cerró la misiva apostando a que “seguramente usted ya tiene esta ‘carta en su mazo’ para poner en práctica la sinodalidad y espera el momento oportuno para ponerla en juego”. “Le aseguro, querido Papa Francisco, junto a las comunidades de las que formo parte, la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas (UMOFC) y la Asociación de Vírgenes Consagradas Servidoras - fundada en su diócesis de origen, Buenos Aires, por el siervo de Dios Padre Luis María Etcheverry Boneo -, nuestra oración, encomendándolo a María”, indicó. Y concluyó asegurándole su compromiso a reflexionar más profundamente, unida a millones de mujeres católicas, sobre sus enseñanzas ponerlas en práctica. “Le confieso que cada mañana cuando me levanto me pregunto: ¿con qué nos va a sorprender hoy el Papa? Gracias por abrir tantas vías a la Iglesia. Y agradezco a la divina Providencia por esto y mucho más recibido a través suyo durante estos primeros ocho años de pontificado”, concluyó.
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