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por: Teresa García Gómez el 10/02/2021 09:54
es Responsable de Difusión de la HOAC
Cuando estamos a punto de celebrar el primer aniversario
del Congreso de Laicos (Madrid, 14 al 16 de febrero de 2020) es conveniente que
echemos una mirada al tiempo transcurrido desde entonces. Valorar el itinerario
recorrido en este tiempo, si las expectativas que se generaron con su
celebración se han visto confirmadas, o por el contrario, el proceso iniciado
con la preparación y posterior celebración del mismo ha quedado en vía muerta,
siendo una más de las iniciativas que se frustran para dar un protagonismo real
y efectivo al laicado en la dinámica eclesial.
Para empezar digamos que el posterior desarrollo de lo
acordado en el congreso se ha visto mediatizado por la irrupción, un mes
después de su celebración de la pandemia del Covid-19, lo que indudablemente ha
condicionado muy mucho la divulgación de sus contenidos y acuerdos y su puesta
en práctica.
En la Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal
celebrada del 2 al 6 de marzo se presentaron las conclusiones del Congreso de
Laicos elaboradas por la comisión ejecutiva del Congreso, en el que entre otras
cuestiones, se presentan tres propuestas que han de marcar el camino de los
laicos en España a medio y largo plazo y que han de desarrollarse en los próximos
años:
1.- Elaborar un nuevo documento sobre los fieles laicos.
2.- La centralidad de los cuatro itinerarios en todas nuestras acciones.
3.- La fuerza de la sinodalidad y la confianza en el discernimiento comunitario como ejes transversales de todas nuestras acciones.
Consejo Asesor de Laicos
Posteriormente, a nivel general se ha celebrado el 24 de
octubre de 2020 las XLI Jornadas nacionales de delegados de apostolado seglar y
responsables de los movimientos y asociaciones. En ellas se presentó la guía de
trabajo del poscongreso y los objetivos, función y estructura del Consejo
Asesor de Laicos que se crea para impulsar y dinamizar las líneas emanadas del
Congreso.
El Consejo Asesor de Laicos echaba a andar el 19 de
diciembre último, en el que eran convocados sus miembros para su constitución
formal. El 23 de enero ha tenido una segunda reunión en la que han planificado
el trabajo para el presente curso y han empezado a desarrollar su tarea.
De todo esto puede concluirse que, a nivel general, se
han seguido dando pasos para ir desarrollando las conclusiones del Congreso.
Está por ver cómo todo ello se está recibiendo e interiorizando en las
diócesis, movimientos y asociaciones. Es esencial que la dinámica que se generó
en su preparación y celebración se siga impulsando y viviendo en las realidades
diocesanas.
Por los ecos que nos llegan de las diócesis parece que
las ganas y el entusiasmo no han decrecido, aunque en todos los sitios no se
está viviendo de la misma manera. Pero lo que es evidente es que si las
estructuras diocesanas no se muestran abiertas a recibir con amplitud de miras
y generosidad todo lo vivido y experimentado en el Congreso, difícilmente vamos
a seguir avanzando en el camino de la sinodalidad y corresponsabilidad que
profundice en el protagonismo necesario de los laicos y laicas en la vida
eclesial.
Con objeto de ir dando pasos concretos para desarrollar
las propuestas del Congreso insistimos en las siguientes actuaciones:
— Formación en Doctrina Social de la Iglesia. Plantear que se pongan en marcha iniciativas diocesanas. Contar con la aportación que pueden realizar los movimientos apostólicos. En concreto, ofrecemos el proyecto formativo multimedia de la DSI de la HOAC.
— Presencia en la vida pública. Suscitar el conocimiento de la realidad de precariedad que tras la pandemia se agudiza en todas las diócesis. Propiciar, para ello, encuentros con las organizaciones sindicales y sociales. Apuntalar en la formación el conocimiento de las implicaciones políticas de la fe, y el compromiso en los ambientes e instituciones en favor de un cambio de mentalidad acorde con los postulados evangélicos.
— La participación en los consejos pastorales de las diócesis debe contar con la presencia de las asociaciones laicales, en especial de los movimientos de acción católica, general y especializada, dada la singular ministerialidad eclesial de la Acción Católica.
— Impulsar el conocimiento
y la implicación en iniciativas eclesiales que trascienden la propia realidad
de un movimiento, para ser acciones eclesiales, como la iniciativa Iglesia por el Trabajo Decente (ITD).
En definitiva, que lo compartido en el Congreso se vaya haciendo realidad en nuestra Iglesia va a depender muy mucho de cómo todo ello se vaya haciendo vida en las diócesis. En este sentido es bueno que vuelvan a resonar en nuestra mente las palabras que el papa Francisco nos dirigió a los asistentes al Congreso: “Es la hora de ustedes, de hombres y mujeres comprometidos en el mundo (…) Por lo tanto, no tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente…, esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: ‘Vayan y prediquen el Evangelio’ (cf. Mt 28,19)”.
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