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Fuente: DiarioVasco
Por Daniel Reboredo
16 / 01 / 21
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Nuevos movimientos sociales y políticos propugnan regresar a modelos de democracia directa
Las democracias representativas están en crisis. El desgaste y degradación del sistema representativo de partidos políticos ha desarticulado gravemente la confianza de los ciudadanos en su mensaje y compromiso, hasta el extremo de que nuevos movimientos sociales y políticos propugnan regresar a modelos de democracia directa. El riesgo que esta vuelta implica es grande, en un momento en el que la tecnología hace más posible que nunca la aparición de populismos estructurados sobre bases tecnológicas que son muy peligrosos para las democracias del siglo XXI.
La consolidación del paradigma de la globalización y la revolución de las tecnologías de la comunicación obligan a las democracias representativas a enfrentarse a las dificultades crecientes de las mismas, articuladas en torno al Estado-nación, para responder al progresivo empobrecimiento de la calidad del debate público, para gestionar una agenda global y, finalmente, para superar el debilitamiento de la relación representativa tradicional, enfrentándose a quienes desde las redes sociales e internet abogan por destruirlas.
El cretinismo que caracteriza nuestra época es el claro reflejo de una sociedad aturdida, confusa e influenciable en la que muchos de los ciudadanos que la integran asumen teorías peregrinas y conspiratorias para explicar problemas reales. Este es el caso de QAnon, acrónimo de Q-Anonymous, que se ha convertido en un movimiento ideológico internacional, y cuyo 'argumentario' conspiratorio se erige sobre la existencia de un 'hipotético Estado profundo', integrado por ciertas élites políticas, económicas y artísticas (Dalai Lama, Bill Gates, George Soros, Hillary Clinton y el Papa Francisco entre otros), y de una 'presunta confabulación secreta' elaborada por el mismo. QAnon señala que los miembros de este conciliábulo que gobierna el mundo en la sombra adoran a Satán, practican la pedofilia y comen niños cuya sangre, después de ser tratada, alarga sus vidas. Donald Trump es el apóstol heroico de la épica de QAnon, el valeroso patriota que salvará EE UU de estos renegados y de la conspiración mundial que pretende eliminar las libertades individuales.
QAnon nació en EE UU en 2017 y rápidamente se propaló por las redes sociales. En el mes de octubre de ese año, una publicación anónima en el foro 4chan (después lo hizo en 8chan y 8kun) firmada por Q (código utilizado por el Gobierno estadounidense para autorizar el acceso a los datos restringidos de alto secreto y de información de seguridad nacional), lanzó las primeras soflamas teóricas del movimiento que, a partir de entonces, se propagaron a través de Facebook, Instagram, Telegram, Twiter, WhatsApp y YouTube.
Desde ese momento, sus seguidores han utilizado las redes para amenazar, hostigar y coaccionar a todos los que definen como enemigos, a la par que las han saturado de ponzoña con noticias falsas, disparatadas y delirantes. Seguidores que proceden, al menos hasta la aparición de la pandemia del Covid-19, del espectro de la extrema derecha. El impacto social y económico de la misma ha incorporado al movimiento de la Q como bandera y 'El gran despertar' como lema a grupos críticos con el sistema, anarquistas, entre otros. Comprobamos cómo la doctrina cuasi religiosa incorpora cualquier tipo de pensamiento e ideología que se suma al batiburrillo dogmático de la conspiración y que incluye redes de tráfico de menores, gobierno mundial en la sombra, extraterrestres, terraplanismo, vacunas, reptilianos, nostálgicos de los Protocolos de Sion, el 11-S, etcétera.
Asumir este desvarío necesita enormes dosis de fe y desprecio por la racionalidad. La crisis política, económica y social generada por la pandemia en Occidente ha llevado a numerosos ciudadanos a una incertidumbre permanente, a una insufrible inseguridad y a una sensación de intranquilidad que se convierte en un inmejorable caldo de cultivo de las interpretaciones paranoicas de la realidad. El clima político y la polarización extrema de la sociedad estadounidense son los últimos elementos que explican la consolidación de QAnon. Que haya sido un efecto secundario de la presidencia de Trump o que se prolongue en el tiempo como ariete contra Biden está por ver y la red social 'Parler' tendrá mucho que decir.
Es interesante recordar que en foros conservadores de internet se está animando a los partidarios de Trump a concentrarse con armas en todo el país, y en el propio Capitolio, para oponerse a la investidura del demócrata Biden. Los mensajes de QAnon instan a realizar protestas armadas, desde el día 16 al 20 de enero, a los grupos paramilitares activos en la potencia estadounidense. QAnon triunfa y pulveriza el pensamiento y la razón. En eso estamos.
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Eskerrik asko.