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Fuente: La Nación
Autor: The New York Times (Traducción de Jaime Arrambide)
17 noviembre 2020
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ROMA.- Durante los solemnes funerales del papa Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, entre ese océano de fieles dolientes se alzaban carteles y pasacalles que pedían su inmediata santificación: "¡Santo Ya!" Carol Wojtyla había sido un gigante de la Iglesia del siglo XX. En sus 26 años en el trono vaticano, había recorrido el mundo para inspirar a varias generaciones de creyentes, y como papa polaco, había contribuido con la caída del comunismo.
Días después de su muerte, en 2005, los cardenales que deseaban mantener sus políticas conservadoras ya habían empezado a discutir la posibilidad de poner a Wojtyla en el "carril rápido" de la santificación, y el clamor de los fieles de Roma y el resto del mundo pidiendo su inmediata canonización ahogaba pedidos de cautela de los sobrevivientes de abusos sexuales y de los historiadores, que alertaba que Juan Pablo II había hecho la vista gorda sistemáticamente ante los crímenes de su Iglesia.
Ahora, después de más de una década de dudas, sobre su reputación se ciernen oscuros nubarrones, ya que el propio Vaticano que se apresuró a canonizarlo difundió un extraordinario informe que culpa a San Juan Pablo II de los ascensos del destituido cardenal Theodore E. McCarrick, a quien la Iglesia le retiró el estado clerical y le impuso la pérdida del sacerdocio.
La nueva investigación, encargada por el papa Francisco —que canonizó a Wojtyla en 2014— revela el modo en que Juan Pablo eligió no creer en las repetidas acusaciones de larga data contra McCarrick por abuso sexual y pedofilia, y permitió que siguiera ascendiendo en la jerarquía eclesiástica.
"Lo canonizaron demasiado rápido", dice Kathleen Cummings, autora de A Saint of Our Own y directora de un centro de estudios sobre el catolicismo norteamericano en la Universidad Notre Dame. Dada la "evidencia realmente condenatoria" que contiene el informe, dice Cummings, si la Iglesia hubiese esperado al menos cinco años, "el proceso de canonización de Juan Pablo II probablemente nunca habría empezado, por su complicidad en el escándalo de abuso sexual por parte del clero".
El informe vaticano muestra que el papa Benedicto XVI le ordenó a McCarrick mantener un perfil bajo cuando surgieron nuevas acusaciones de abuso, en 2005. El papa Francisco, a pesar de los rumores de abuso que le transmitieron sus máximos asesores, confió en que sus predecesores habían vetado correctamente el caso, y dejó todo como estaba.
Los defensores de Juan Pablo dicen que el informe solo demuestra que McCarrick engañó al Papa, al igual que a tantos otros a lo largo de su medio siglo de ascenso hasta la más alta jerarquía de la Iglesia Católica.
El papa Francisco reconoció su propio error de haberles creído a sus obispos en vez de a las víctimas. Francisco le retiró a McCarrick el estado clerical, lo expulsó del sacerdocio y en estos últimos años instauró nuevas políticas de control en el interior de la Iglesia.
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