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Fuente: Alfa&Omega
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El aumento de las llegadas a las costas de las islas y la negativa del Gobierno a realizar traslados a la península están poniendo a prueba el sistema de acogida
Es una realidad que la llegada de migrantes a las costas de Canarias está siendo muy intensa en las últimas semanas. Una circunstancia que está generando una cierta alarma a nivel de opinión pública. Según las organizaciones que trabajan con los migrantes en estas zonas, entre ellas muchas de Iglesia, el problema no reside en las llegadas en sí, sino en la respuesta que desde las administraciones se está dando a estas.
De hecho, la cifra de personas arribadas a Canarias este año, en torno a 8.000, no se acercan ni de lejos a lo vivido en 2006, cuando llegaron más de 30.000 personas en todo el año. Josep Buades, coordinador del Equipo de Frontera Sur del SJM, que estuvo la semana pasada en Canarias para presentar el último Informe CIE, insiste en que si bien las llegadas son numerosas, hay que ponerlas en perspectiva. «Las cifras son importantes, pero no tan elevadas como en 2006. Además, 8.000 personas son pocas si las comparamos con el volumen de turistas extranjeros que llega cada año», afirma, y recuerda que estas, a nivel de toda España, descenderán este 2020.
Según Buades, el aumento de las últimas semanas puede estar ligado a la acción de Marruecos, que utilizaría las llegadas como método de presión en las negociaciones que mantiene con España. «Solo así se explica que el día que el ministro Escrivá visitó Canarias llegasen 1.200 personas desde Marruecos y que, además, eran marroquíes». Por otra parte, en esta época –de mediados de septiembre a mediados de noviembre–, el océano está en calma, por lo que las condiciones para lanzarse al mar son mejores. «Hay embarcaciones que salen incluso desde Senegal», refiere.
De paso por Canarias
El problema, según Loli López, responsable del Secretariado de Migraciones de la diócesis de Canarias, tiene que ver con el tapón que se está formando al no autorizar el Gobierno el traslado de los migrantes a la península. «Muchos vienen siguiendo una ruta migratoria hacia Europa, donde tienen algún amigo o familiar, pero se quedan bloqueados aquí», explica.
Buades justifica el bloqueo por parte de las autoridades españolas en la presión diplomática que están recibiendo de sus socios europeos como Francia. «España estaría entonces actuando como freno para que no lleguen a terceros países», sostiene.
Esta situación, añade, está provocando una segunda dificultad, que tiene que ver con la acogida de estas personas. Según López, Cruz Roja, que se encarga de gestionar la mayor parte de los recursos, «está desbordada». Además, recuerda que acoger a estas personas no significa solamente dar comida y ofrecer un lugar donde dormir, y denuncia que la comunicación es muchas veces complicada pues lo chicos no hablan más que lolos dialectos de sus países.
En su opinión, la situación que vive Canarias estos días no se resuelve con improvisación, sino «con voluntad política». «La improvisación levanta xenofobia», añade.
En este sentido, Buades cree que la alarma creada estas semanas ante las llegadas está provocando que numerosos alcaldes se muestren reacios a ceder espacios para la atención de los migrantes por temor a una reacción negativa de sus vecinos y, por ende, a perder votos en las próximas elecciones.
Y sostiene que la Iglesia debe poner el foco, además de en la atención y ayuda a los migrantes, en la sensibilización, sobre todo entre sus miembros, para «prevenir la polarización y la xenofobia».
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