NOTA: En el equipo de mantenimiento del BLOG hemos llegado a entender que,
en las circunstancias que nos envuelven (el CONFINAMIENTO POR
«COVID-19») bien podríamos prestar el servicio de abrir el BLOG a
iniciativas que puedan redundar en aliento para quienes se sientan en
soledad, incomunicadas o necesitadas de expresarse.
“¿Hemos podido nosotros, los responsables, escuchar su
sufrimiento?”, tuiteó el Marc Stenger, obispo de Troyes –al norte del país–,
tras el suicidio de dos sacerdotes en Francia el 21 y 23 de agosto, en las
diócesis de Langres y Metz. Estos presbíteros eran Jacques Amouzou, acusado
desde hace dos años de comportamiento inadecuado a una mujer a la que
acompañaba espiritualmente y el dinámico cura Thierry Min que vivía, según los
que le conocieron, los estrado de la soledad. Nadie en su entorno lo advirtió,
pero el silencio en lo que se desarrolló su muerte puede esconder situaciones
complejas, según revela un amplio
reportaje de La Croix.
“La trampa para un sacerdote es dar más de lo que
recibe”, confiesa el padre Raymond, quien en 2015 sufrió unas crisis por
agotamiento. “Me estaba carcomiendo, me cerré en mí mismo”, señala, ya que se
dio cuenta de que tenía cercanía con los fieles pero no contaba con amigos
íntimos. Y es que la vivencia de distintos problemas psíquicos sigue siendo
tabú en la Iglesia y con los fieles. De hecho, uno de los problemas es que no
se es claro. “Cuando se trata de la depresión, hablaremos de la fatiga, para
ser prudentes”, señala René Pennetier, delegado del clero de la diócesis de
Nantes a La Croix.
Búsqueda
de amistades profundas
A esto se suma que entre los sacerdotes también, estas
situaciones son a veces difíciles de compartir. Mientras se multiplican la
reuniones sobre las dificultades del trabajo pastoral no se afrontan cuestiones
de la “vida personal”, lamenta la psicóloga Marie-Françoise Bonicel, que ha
acompañado en sus procesos a algunos curas. Y es que muchas veces se ve que la
terapia no es compatible con la fe, aunque este pensamiento va cambiando en las
generaciones más jóvenes de sacerdotes o seminaristas.
Para Pascal Wintzer, arzobispo de Poitiers, es fundamental “cultivar amistades fuera de la diócesis”. Un prelado que ante distintas dificultades personales no duda en “aconsejar este o aquel terapeuta conocido por la diócesis” a los sacerdotes. “Es esencial cultivar amistades con sacerdotes o laicos fuera de la diócesis, por ejemplo, los que conozco durante mis años de estudio. Incluso si todos estamos abrumados, debemos dedicar tiempo para ir a verlos”, recomienda.
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