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Eduardo Azumendi
Creer en las personas y sacar lo mejor de ellas. Esa es
la máxima de Koldo Saratxaga (Sopuerta,
Bizkaia, 1947), fundador de la empresa K2K Emocionando e impulsor de Ner Group. A través de K2K Emocionando promueve la transformación organizacional en empresas aplicando el Nuevo Estilo de Relaciones (ner). Por su parte, Ner Group es la asociación de empresas y organizaciones de sectores y tamaños muy diferentes (desde cooperativas a otro tipo de sociedades) que opera con este nuevo estilo de relaciones, en la que la persona es el centro. Este asesor y consejero empresarial ha transformado muchas dinámicas dentro de las empresas, con repercusiones en el bienestar físico y emocional de las personas. "Mientras no se entienda que lo más valioso son las personas, seremos mediocres", asegura.
Bizkaia, 1947), fundador de la empresa K2K Emocionando e impulsor de Ner Group. A través de K2K Emocionando promueve la transformación organizacional en empresas aplicando el Nuevo Estilo de Relaciones (ner). Por su parte, Ner Group es la asociación de empresas y organizaciones de sectores y tamaños muy diferentes (desde cooperativas a otro tipo de sociedades) que opera con este nuevo estilo de relaciones, en la que la persona es el centro. Este asesor y consejero empresarial ha transformado muchas dinámicas dentro de las empresas, con repercusiones en el bienestar físico y emocional de las personas. "Mientras no se entienda que lo más valioso son las personas, seremos mediocres", asegura.
Saratxaga
apela a los ciudadanos a que no se queden parados esperando que alguien
les de la solución. "Hay que posicionarse. Hay que acostumbrarse a
vivir de una manera bastante diferente: mucho más sencilla, más cercana,
con menos ruidos. Más tortuga y menos liebre. Y de esa forma apreciar
lo que tienes alrededor, que tiene un valor infinito".
Es
coherente con nuestra forma de sentir, pensar y hacer. Entre nuestros
valores está el de no despedir a nadie, así que eso nos condiciona a ser
creativos, a innovar y ser participativos. Mientras no se entienda que
lo más valioso son las personas, seremos mediocres. Y desde ahí nos
posicionamos. Esto no es como la crisis de 2008, que fue puramente
económica y los ciudadanos la vieron como que los bancos habían hecho
salvajadas, que el dinero no existía....Pero ahora cada persona tendrá
que interpretar por qué está aquí. Si es porque la naturaleza ha dicho
basta ya, si es porque detrás hay alguien que tiene oscuras intenciones y
es capaz de obligar a someter a la sociedad.....
¿Alejarse de la tentación del 'sálvese quien pueda' no?
Así
es. A todos nos han dicho que durante 50 o 60 días nos quedemos parados
o encerrados. Y la mayoría de la gente lo ha hecho. Pero cada persona,
cada familia tiene que tomar una decisión: ¿qué he sacado yo de todo
esto? ¿cómo quiero seguir? ¿cuál es mi propósito? Antes eran las
empresas, la banca o el banco mundial los que marcaban la consigna, pero
ahora hay una situación diferente que lleva a que las soluciones partan
desde la propia persona, la familia y la sociedad.
¿Y qué va a pasar con la solidaridad cuando concluya la pandemia?
Las
muestras de solidaridad no dejan de ser momentáneas, soltar emociones
en un momento dado. Pero estos es mucho más profundo, de ahí lo de qué
piensa cada uno de esta situación. La solidaridad de salir a una
manifestación o apoyar a alguien en un momento dado llevamos haciéndolo
mucho tiempo, pero esto es más serio. Uno sale a la ciudad y puede
respirar, mira al frente y se da cuenta de que se ven los montes que
antes no se veían, no se oyen ruidos....Quien más quien menos ha tenido
oportunidad de comer y cenar todos los días con su familia. Todo eso ha
cambiado la forma de ver la sociedad y lo que quiere ofrecer cada uno y,
a la vez, que le ofrezcan.
Parece
que vienen tiempos de cambio, ¿lo primero es pensar cada uno cómo sale
de esta? Por ejemplo, bajar el nivel de actividad, de salario, de
consumo...
No
esperes a que te den la solución. Hay que posicionarse. La sociedad
tiene un problema: siempre se ha dejado en manos del capital y el poder
que tomen las decisiones. No estamos acostumbrados como sociedad a
situaciones complejas. estamos familiarizados con resolver los problemas
del día a día, y no todo el mundo. Pero ahora no se vislumbran
soluciones porque ha pasado algo que no había ocurrido nunca. No estamos
preparados para un mundo complejo y hay que acostumbrarse a vivir de
una manera bastante diferente: mucho más sencilla, más cercana, con
menos ruidos. Más tortuga y menos liebre. Y de esa forma apreciar lo que
tienes alrededor, que tiene un valor infinito.
Y lo que hay alrededor son personas.
Sí,
porque las personas son lo más relevante de un país, de una empresa, de
una organización. Y mientras no se entienda eso seremos mediocres. Y
eso me da pie a hablar de la educación. Para mi lo que hay actualmente
es escolaridad, no educación. Hay que sentir más las cosas, es preciso
ser más ser que tener, que aparentar. Hay que vivir hacia dentro más que
hacia afuera. Esta locura que llevamos no nos deja ver ni a dónde
vamos. El mundo de la educación tiene que ir ligado a las experiencias.
Los humanos venimos al mundo con unos dones, con unas habilidades y la
sociedad tiene que dejar que eso fluya. Por eso no hay que encarrilar a
los niños hacia la monotonía, la hoja de ruta, hacia los estudios que
están programados para todos....Si cada niño o niña es un ser único
tenemos que dejar que esos dones con los que vienen al mundo se puedan
desarrollar. Si no es así tendremos jóvenes y adultos con montones de
traumas, de problemas que han añadido en esa etapa de los cero a los 18
años porque no han podido desarrollarse en condiciones. En el fondo no
son personas realizadas. El 85 % de las personas en España no está a
gusto en el trabajo que desarrolla. Esto es un gran problema. Lo más
grave es que un país se permita tener un niño que ha fracasado en la
escuela porque terminara en las cunetas de la sociedad. No hemos ayudado
a ese ser único a adaptarse cuando tenía la edad adecuada. Los jóvenes
quieren estar arriba y el sistema de enseñanza se limita a las notas, a
ver si tiras para estar más arriba en la cadena de mando. Pero no enseña
a tener una visión conjunta, a apasionar, compartir, entusiasmar. No
se enseña a comunicar. Les enseñan tuna carrera, a ser abogados,
economistas, ingenieros.... nada más.
Es decir, ¿pasar de una educación menos dogmática a otra más humanizada?
Más
humanizada y más basada en convivencias y experiencias. El sistema
obliga a los niños a estar preocupados por las notas porque pueden
marcar su futuro, pero lo que va a marcar su futuro son las experiencias
y el desarrollo que tienen desde el nacimiento. Cuando somos niños se
quedan archivos grabados que después cuesta décadas quitarlos. La gran
mayoría de los adultos actuales ha quedado marcada por esos archivos que
les han instalado cuando tenían en blanco la hoja.
¿Cree
que los responsables de organizar el sistema educativo habrán aprendido
esa lección después de esta pandemia, con lo que ha sufrido la escuela?
Todos
le echan la culpa al sistema, pero cada uno tiene que empezar a ser
actor en esta película. Si un profesor no se hace cargo de que es arte y
parte no hacemos nada. Es un títere. Pero si es un profesional tendría
que ser consciente de lo que está haciendo. Vamos a pasar a la historia
como la sociedad que más destruyó. Si yo fuera lehendakari aprobaría un
decreto para que los mandatos durasen siete años en lugar de cuatro.
¿Por qué? A mi no se me ocurre cambiar una organización grande en cuatro
años. Hacen falta siete como mínimo. En mi vida he funcionado por
ciclos de siete años. No por relojes o calendarios. ¿Cuál es el ciclo
apropiado para hacer algo transformador en una sociedad? Para hacer
cambios sustanciales en un sistema hace falta como mínimo siete años.
Para eso hay que empezar por meditar, por sentir y no preocuparse por la
competición, por las notas. Hay que ir a las causas de las cosas en
lugar de ir parcheando en todo.
Durante
la pandemia, muchas familias tal vez hayan redescubierto esos pequeños
placeres que son los que componen la vida, como poder comer juntos todos
los días.
Ojalá.
La pregunta ahora que podemos salir es: ¿Cómo valoro el olor de la
hierba recién cortada, la comida con mis hijos....? Todo está aquí. Para
eso no hace falta consumir. La vida es para vivirla y disfrutarla, pero
jamás se disfruta cuando vas en plan liebre. Hay que ir a setas y no a
roles. Si vas a setas disfrutas de ver cada espacio, de oler la humedad,
cada hoja. Pero si vas corriendo y corriendo por la vida a consumir, a
trabajar para poder consumir no hay nada que hacer. Como dice Pepe
Mujica (el expresidente de Uruguay): "Vete ligero de equipaje y no
pierdas tiempo en un salario que solo sirve para comprar cachivaches que
solo dan satisfacciones momentáneas".
Pero en estos momentos de futuro incierto, ¿cómo se anima a las personas que han perdido el trabajo y viven angustiados?
Hay
que reconvertirse, de la misma manera que hace unos años de la noche a
la mañana se crearon miles de puestos en la construcción y
desaparecieron. Si se observa la historia, el 70 o el 80 % de las cosas
cambia cada cierto número de años. Es el momento de emprender, pero en
compañía. No tires hacia adelante solo. Durante 40 años siempre he ido
acompañado. Si ahora sois tres socios, preguntaros qué queréis: ¿ganar
lo mismo, podemos vivir con menos, tenemos que buscarnos la vida cada
uno por nuestro lado, seguir unidos? Si decido viajar menos y consumir
menos puedo vivir con el 70 % de lo que ganaba antes. En dos o tres años
estarás en un ritmo de vida mucho más feliz, con un ritmo de vida más
feliz, menos estresante. Tendrás menos miedos. El miedo es lo que mata a
las personas por dentro. Piensa lo que necesitas, pero ya no será lo de
antes. Hace falta mucho menos para ser feliz, que solo se viven unas
décadas. ¿Qué es ser feliz? Que cada uno se pregunte qué quiere en la
vida, para qué ha venido a vida. Esta crisis nos debe enseñar a vivir de
una manera más sencilla, con menos actividad, menos salario, menos
consumo.
¿Ha echado de menos falta de liderazgo en la crisis por parte de las diferentes instituciones? ¿Algo más de humanidad?
Hace
varios años que no escucho noticias en radio ni televisión ni leo en
los periódicos. Eso me libera de tener que pensar sobre lo que los demás
dicen y puedo pensar por mi mismo.
¿Y cómo se alimenta informativamente?
Pues
de los comentarios, de las lecturas, de las videconferencias....Lo que
veo es que, en general, no hay ninguna satisfacción de la sociedad con
sus políticos. No es de extrañar. Si no había líderes en este estado
hace tres meses para situaciones de 'normalidad' no iban a aparecer
ahora. Tienen que sentarse alrededor de una mesa todos y no levantarse
hasta dar con un acuerdo. Lo mismo que cuando se juntan los cardenales
para elegir Papa. No salen hasta que no hay fumata blanca. Aquí los
políticos se pasan décadas y décadas sin ponerse de acuerdo en casi
nada. Pues que se vayan a una cueva y decidan lo que quieren para la
sociedad y ya veremos si la sociedad lo acepta.
¿Siente una sana envidia de algún líder en concreto?
Me
gustan Nelson Mandela y Pepe Mújica. Personas con resiliencia, con un
concepto de las personas desconocido por generaciones de políticos. En
este momento no hay nadie capaz de poder aunar voluntades. En el mundo
empresarial estamos acostumbrados a vivir experiencias, a conocer lo que
hace la competencia, a la prevención...Hay que planificar las cosas.
Sin embargo, el sistema se llena de hospitales para ser curativo, pero
hay que dirigirse hacia la prevención. El reto es no necesitar los
hospitales, lo que tiene mucho que ver con llevar una vida saludable: el
cuerpo, la mente y el espíritu. El 85 % de lo que se vende en los
hipermercados es azúcar industrial y eso afecta a la salud. La comida y
las características de los alimentos tendrían que formar parte de lo que
se enseña en las escuelas.
La crisis ha puesto en evidencia lo 'mal' que nos comportamos con las personas mayores.
Tenemos
un gran déficit en ese sentido. Las personas mayores no están
debidamente atendidas. Después de mucho sufrimiento han llegado a la
etapa final con una atención precaria. Bajo el concepto de personas
mayores englobamos un colectivo, pero detrás hay personas. No se trata
de tener la mejor ciudad, sino de tratar mejor a nuestros mayores. Se
trata de mirarnos hacia adentro, sin comparar, sin miedos.
¿Cree que esta crisis podría suponer algún cambio en el actual sistema de capitalismo financiero?
Creo
que sí, pero no sé hasta dónde. Quiero creer en la parte emocional y
espiritual de las personas. Para bien o para mal, pasada la cuarentena
traerá más beneficios que pérdidas.
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