FORO DE CURAS DE
BIZKAIA
El Foro de curas de
Bizkaia, respondiendo a la invitación que se ha hecho a toda la diócesis para
preparar un nuevo Plan de Evangelización damos a conocer nuestra aportación
confiando en que será tenida en cuenta a la hora de determinar los objetivos y
los medios con los que nuestra Iglesia pretende anunciar el Evangelio en
nuestro pueblo.
1.- Antes de entrar a
valorar “la mirada creyente a la sociedad y a nuestra iglesia” que se nos propone
en el documento enviado, nos ha parecido necesario señalar la necesidad de
establecer un marco general desde el que se puedan determinar con mayor precisión
y realismo los objetivos pastorales que se han de aprobar. Las características
de nuestra sociedad y también de nuestra Iglesia no se pueden entender al
margen de una cultura que se ha globalizado. Esa cultura difunde unos valores que
difieren notablemente de los que tradicionalmente hemos vivido en nuestro
pueblo y se manifiestan en la manera de pensar y de vivir las relaciones sociales,
económicas, políticas, familiares y también las religiosas. Por ese motivo
habrá de ser tenida muy en cuenta a la hora de proponer los valores del
evangelio de Jesús en nuestro pueblo; unos valores que hoy, más que en otras
épocas, se han convertido en valores contraculturales.
Pensamos que sería necesario
determinar un “hecho mayor”, una “ponencia cero” que recoja alguna de las
dimensiones de esta cultura que está condicionando el desarrollo de nuestra
sociedad y de nuestra iglesia. Así se evitaría, también, la aprobación de excesivos
objetivos pastorales que dispersarían la atención y malgastarían los pocos recursos pastorales de
que disponemos.
En nuestra reflexión compartida se
han sugerido algunos “hechos mayores” que podrían ser recogidos en una
presentación del nuevo Plan de Evangelización:
.- La cultura neoliberal que
todo lo impregna y que nos hace buscar la satisfacción personal o familiar como
el fin primero en las relaciones sociales. Se trata de conseguir el bienestar a
costa de lo que sea y de quien sea. Esa “calidad de vida” es un auténtico ídolo
que compite con el Dios de Jesucristo al que no se duda en poner a su servicio
y se sostiene gracias a que ha conseguido globalizar la indiferencia para no
sentirnos culpables de las condiciones infrahumanas a las que hemos condenado a
gran parte de la humanidad.
.- La economía de mercado
extendida como el único modelo de relaciones no sólo económicas sino de todo
orden. Es la “economía que mata”, en palabras del Papa Francisco, que nos ha
llevado a la cultura del descarte desechando a las personas como si fueran
cosas inservibles porque no producen y provocando procesos migratorios de
multitudes humanas que no se acogen en los países que deberían integrarlos. Esta
economía lo ha contaminado todo, y todos la padecemos como víctimas o como
cómplices.
.- El proceso de secularización
es otro “hecho mayor” que afecta muy directamente a la Iglesia, sobre todo en
Europa. Un proceso que ha vaciado los templos y está convirtiendo a las
comunidades cristianas —parroquias, asociaciones, órdenes y congregaciones
religiosas— en grupos minoritarios. La actual debilidad y vulnerabilidad de la
Iglesia se convierte así en un dato sociológico que puede justificar el
repliegue y conducirnos a convertirnos en sectas o guetos sin presencia ni
significación en la sociedad; a ser un residuo más que un resto. Muchos
pensamos, como se dice en el documento de la consulta, que estamos en un cambio
de época más que en una época de cambios y que esta debilidad puede ser una
oportunidad para la renovación de la Iglesia.
Entramos también a
valorar los rasgos con los que se dibuja la situación de nuestra sociedad y de
nuestra Iglesia.
En relación con la
situación de la sociedad:
La
desigualdad. No queda suficientemente recogido a nuestro parecer, la
desigualdad creciente de nuestra sociedad con unos pobres cada vez más pobres y
unos ricos cada vez más ricos. La pobreza se ha cronificado y nos hemos resignado
a esta situación como si no tuviera remedio. Además sólo se reconoce el trabajo
por su salario y se descarta que sea una actividad necesaria para el desarrollo
de la persona. Sin trabajo, como ha dicho el Papa, no hay dignidad.
La
democracia no se acaba de asentar entre nosotros. La participación
ciudadana, el diálogo, la consulta, la búsqueda del bien común no son valores
debidamente promovidos ni asumidos y ha crecido la desconfianza en la política
y en los políticos, sobre todo, por la proliferación de actividades políticas
corruptas. El crecimiento tan significativo de partidos políticos de “extrema
derecha” es otro dato preocupante que debemos tener en cuenta, más aún, cuando
algunos de sus representantes hacen confesión de fe católica en sus manifestaciones
públicas.
La
emigración. La integración con los emigrantes es una tarea pendiente. Por
ahora hay tolerancia ante su presencia pero no se reconocen sus derechos porque
no se reconoce su igualdad como personas. Hay más rechazo que integración.
La
familia y las relaciones de pareja. Una configuración familiar plural y
unas relaciones de pareja que se manifiestan en formas novedosas para la
sociedad. Familias con dificultades de conciliación que, con el trabajo de la
pareja fuera del hogar y con los contratos temporales y precarios, no se
sienten en condiciones para tener hijos ni para cuidar a los ancianos. Hay más
mascotas que niños en Bilbao.
En relación con
nuestra Iglesia:
Se dibuja la situación de la Iglesia
con perfiles clericales y sacramentales
como si ello fuera lo fundamental a tener en cuenta en el Plan de
Evangelización.
La
tarea educativa desarrollada por la Iglesia es una fortaleza pero a la
vista de las dificultades que se manifiestan en el ámbito educativo para
promover la experiencia de Dios y la pertenencia a la comunidad cristiana
habría que señalarla como una debilidad. Lo mismo cabe decir de la Escuela de
Magisterio —BAM— en relación con la formación de un profesorado cristiano.
La
presencia del laicado es una fortaleza en la que se sostienen la mayoría de
las asociaciones, parroquias y servicios pastorales de nuestra diócesis. Pero
mientras el laicado siga supeditado a la autoridad del ministerio ordenado, su
presencia se debilitará y pondrá en crisis la misión de la Iglesia. La
sinodalidad practicada de forma ejemplar en la celebración de la Asamblea
Diocesana del 83 no se ha mantenido y se toman decisiones que afectan a la vida
pastoral sin contar suficientemente con el pueblo de Dios ni con sus Consejos
representativos. Cuando los Consejos pastorales son meramente consultivos, la
responsabilidad del laicado puede quedar desautorizada; si no hay co-decisión
no podrá haber co-responsabilidad.
Otro tanto y más tenemos que decir
de la presencia de la mujer en la
Iglesia. Son ellas la mayoría del laicado que sostiene la actividad de la
Iglesia pero son discriminadas a la hora de ser promovidas a los ministerios y
a la hora de compartir responsabilidades pastorales. Es esta una de las mayores
y más graves debilidades de la Iglesia Universal que afecta también a nuestra
diócesis.
La imagen de la Iglesia ha sido
gravemente deteriorada por los múltiples casos de abusos a menores cometidos por clérigos. Lo más grave es
ciertamente el daño causado a las víctimas pero, al hacer este análisis de
nuestras fortalezas y debilidades, no podemos dejar de señalarlo como un pecado
que ha dañado de forma irreparable a la credibilidad de la Iglesia.
Es una gran debilidad que daña a
nuestra diócesis la falta de análisis compartido a la hora de promover y acompañar
algunas actividades pastorales. Desde hace unos años se han promocionado nuevos movimientos y grupos. Pero no se
ha realizado ninguna evaluación en los Consejos diocesanos de estos movimientos
en orden a valorar su capacidad evangelizadora en nuestra diócesis. Han contado
con el apoyo explícito de los dos últimos obispos y actúan como planes de
pastoral no oficiales pero reales que no se consultan ni se informa de su
actuación y desarrollo. Esta forma de actuar en la pastoral debilita la comunión
en esta diócesis que pretende elaborar un Plan de Evangelización al ser una
única comunidad presidida por el Obispo; pero el Obispo parece que tiene otros
planes que no se dan a conocer.
Nos preocupa también la involución
que se está dando en las celebraciones
litúrgicas y en el cultivo de la
espiritualidad. La celebración de los sacramentos que son los símbolos que
identifican nuestra relación con Dios y nuestra pertenencia a la Iglesia no se
han actualizado desde la celebración del Vaticano II.
La
moral sexual se ha quedado desfasada y es mayoritariamente rechazada
incluso por los mismos católicos practicantes. Las reiteradas declaraciones de
la jerarquía en estos temas debilitan la imagen de la iglesia y le hacen perder
credibilidad también en otros temas doctrinales y morales.
En resumen
Estos son los temas y
situaciones que hemos señalado como prioritarios a la hora de preparar el nuevo
Plan de Evangelización.
Agradecemos la consulta que se hace a toda la
diócesis. Como ejercicio de sinodalidad no sólo vertical sino horizontal,
publicaremos este texto en nuestra página web, además de enviarla, claro está,
por los canales habilitados.
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