Jordi Llisterri i Boix. Lun, 09/02/2019
Me van a perdonar que me alargue con el interesante tema de la Capilla de
San Jorge del Palacio de la Generalidad. Desgraciadamente, no he podido
encontrar una explicación tan detallada sobre la figura del prior de la Capilla
de San Jorge como de la historia del recinto. Sería interesante que se hiciera
una monografía o desterrar alguna ya hecha que no he localizado.
Es de suponer que entre los siglos XIV y XVII, mientras la Diputación de la
Generalitat estaba formada por tres brazos, el sector eclesiástico ya se
ocupaba de los asuntos religiosos. Aunque la dignidad de la capilla era
reclamada y preocupaba a todos los diputados.
En época contemporánea, sobre la figura del prior consta que en 1922 el
Consejo Permanente de la Mancomunidad de Cataluña de Puig y Cadafalch reconoció
la figura del prior (beneficiado) de la capilla de San Jorge. Entonces fue
nombrado el cura de Barcelona, originario de Cardona, Antoni Berenguer y Sala,
que ostentó la responsabilidad hasta su muerte en 1955.
Berenguer fue uno de los confidentes del cardenal Vidal y Barraquer y
representante de los sectores eclesiásticos catalanistas ilustrados.
Seguramente esto facilitó que durante la II República mantuviera esta
dedicación en el Palau de Generalitat. El presidente Macià respetó su figura y
Berenguer fue una de las pocas personas que le acompañó en su agonía la Navidad
de 1933. Berenguer, cumpliendo la voluntad de la familia, administró a Macià
los sacramentos católicos. El obispo de Barcelona, Irurita, tuvo mucho interés
en que no se visualizase públicamente esta dimensión de Macià, porque
transmitía una imagen de respeto a la religión desde la República. Las
autoridades republicanas tampoco hablaron mucho porque rompía sus esquemas
revolucionarios. En cambio, desde Tarragona, Vidal y Barraquer acompañó a la
familia y estuvo pendiente de la salud del presidente. Finalmente, en 1936
Berenguer y Barraquer acabaron en el exilio mientras en Cataluña eran
asesinados 2.441 sacerdotes, religiosos y religiosas. Un tercio del clero
catalán.
Ya durante el franquismo, en 1956 el cura y filósofo Ramón Roquer y
Vilarrassa era nombrado Prior de la Real Capilla de San Jorge del Palacio
Provincial por el presidente de la Diputación de Barcelona. Un personaje más
controvertido políticamente que Berenguer y con buenas relaciones con los
poderes franquistas catalanes. En una situación opuesta a Berenguer, es
conocido que Roquer fue una de las personas que quiso disuadir al doctor Carles
Cardó de publicar la Historia Espiritual de las Españas. El libro evidenciaba las
dos tradiciones de la Iglesia peninsular, con Toledo y Tarragona como polos
históricos opuestos, y la inconveniencia del apoyo ciego que la tradición
toledana dio al franquismo. Sin embargo, Roquer representa también los sectores
que intentaron ejercer el catalanismo dentro del régimen sin incomodar al
régimen. Habían quedado lógicamente marcados cuando en 1936 se exiliaron para
salvar la vida y vieron morir tantos compañeros suyos y quemar las iglesias.
Asimismo, Roquer fue un intelectual reconocido (no era un facha) y divulgador
del Evangelio a través de sus colaboraciones semanales en La Vanguardia. Roquer
es claramente una muestra de las diversas caras y de la evolución que tuvo la
Iglesia durante el franquismo.
Cuando el presidente Josep Tarradellas fue restituido, en octubre de 1977,
Roquer ya estaba muy enfermo y no podía ejercer sus funciones. Pero Tarradellas
quería que cuando entrara en el Palau de la Generalitat estuviera la capilla
abierta, los cirios encendidos y el prior a la puerta. Con el visto bueno de
mosén Roquer desde Saint-Martin-le-Beau fue nombrado Juan Evangelista Jarque,
canónigo de la Catedral de Barcelona, como prior de la Capilla de San Jorge.
Jarque ha sido prior durante 42 años. Mantuvo una buena relación personal
con los presidentes Tarradellas y Pujol. Los unían varios rasgos
generacionales. Durante la época del tripartito, su figura quedó más
desdibujada, pero continuó encargándose de la actividad litúrgica de la
capilla, singularmente la misa y bendición de rosas del día de Sant Jordi. Con
el gobierno del presidente Artur Mas, se reconoció formalmente la figura del
prior como un nombramiento "ligado a la historia y tradiciones" y que
hay que conservar "por fidelidad y lealtad a nuestros orígenes".
Jarque también representa una generación de sacerdotes que además de las
misas (o mejor dicho, también a través de las misas) se dedicaron a recuperar
el país. Es un hombre de comunicación y de acción. Abierto a Europa, se doctoró
en Friburgo, fue consiliario de los Minyons Scouts y del Movimiento
Internacional de Estudiantes Católicos, secretario de la Unión Católica
Internacional de Periodistas... En 1978 fue uno de los fundadores de Cataluña
Cristiana, semanario informativo católico de referencia en Cataluña, inspirado
en su momento con la respetada prensa católica francesa. En el ámbito
comunicativo sintonizó plenamente con el obispo Joan Carrera, el obispo más
abierto a los medios de comunicación que hemos tenido los últimos años.
Jarque tiene ahora 92 años. Aunque la memoria clara, las piernas le han
obligado a desear un relevo que ha visto con satisfacción. Era el único
nombramiento vigente del presidente Tarradellas.
El 1 de agosto tuvo lugar el relevo del prior de la capilla de San Jorge.
El presidente Quim Torra nombró al canónigo y rector de la Sagrada Familia
Josep Maria Turull. Una decisión que habría podido pasar sin pena ni gloria en
el ámbito político por la poca trascendencia que tiene. De hecho, desde la
restauración de la Generalitat no había sido un cargo que hubiera preocupado a
mucha gente. Salvo algunas de las personas vinculadas al Palau, pocos sabían de
su existencia.
De hecho este nombramiento ya ha recibido por varios lados. Primero en las
redes sociales que se llenó de Tweets tormenta que parecían escritas por
Lerroux, el que arengaba a "Alzad el velo de las novicias y elevadlas a la
categoría de madres". Todo se puede discutir y valorar, pero ha habido
reacciones que no dejan de tener toques lerrouxistas.
En pleno mes de agosto, el PSC presentó una "Propuesta de resolución
sobre el carácter aconfesional de las instituciones de la Generalidad de
Cataluña". Una propuesta para debatir en el Parlamento en nombre de la
aconfesionalidad del Estado que no haya "un espacio de culto dentro del
edificio más representativo de las instituciones de la Generalidad de
Cataluña" y dedicar la capilla "a un nuevo uso, consistente en
preservar la memoria histórica". La propuesta se aprovecha para repetir
los datos sobre religiosidad en Cataluña de la Fundación Ferrer y Guardia que
siempre olvidan cuál es la confesión mayoritaria del país y de comparar la
realidad catalana con otras sociedades europeas. No se entiende la obsesión de
algunos para demostrar que Cataluña ha dejado de ser católica. Me parece
absurdo y querer tomarse al pie de la letra la idea de que Cataluña será
católica o no será.
También a los pocos días, el tema mereció una foto de portada en El Mundo.
¡La portada! Mientras que los socialistas quieren aprovechar el tema para
marcar discurso, El Mundo curiosamente hace tiempo que ha vendido su discurso
sobre la Iglesia en Cataluña al integrismo católico. Todo vale por sus
objetivos políticos, aunque las voces eclesiásticas que recoge El Mundo sean
tan precisas e imparciales como las que hablan sobre la persecución del
castellano en Cataluña.
Lo que es de premio es convertirlo en portada y avalar sus argumentos
poniendo una foto de un joven Josep Maria Turull junto al presidente Pujol. En
Cataluña no hay ninguna persona mayor de 40 años que haya hecho algo en la vida
que no tenga una foto a menos de tres metros del presidente Pujol.
En este contexto, me alargo aunque con algunas ideas, que era donde quería
llegar. Me van a perdonar la extensión.
—El nombramiento del Prior es más simbólico que relevante. Ni siquiera sale
en el Diario Oficial de la Generalidad. Es sencillamente alguien a quien el
presidente de la Generalitat encarga la gestión de este espacio histórico del
Palau de la Generalitat cuando sea necesario hacer un oficio religioso como
lugar de culto reconocido por la Iglesia católica.
—La gestión de la Capilla de San Jorge está en manos del Gobierno de la
Generalidad. Aunque haya un prior, las decisiones sobre el uso del espacio no
dependen de ningún eclesiástico. Si el presidente Torra decide organizar una
oración interreligiosa supongo que no habría ningún problema. Y si un día un
presidente decide hacer una sardinada ya se entenderá con la dirección general
de Patrimonio.
—El nombramiento del prior no depende del arzobispado de Barcelona. Es una
decisión del presidente de la Generalitat, como puede decidir quien hace la
comida en la Casa de los Canónigos o si se la quiere hacer él mismo. Para una
capilla es bastante razonable que nombre un cura. En este caso, es evidente que
el cardenal arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, estaba al caso. Pero
porque es un cura de Barcelona. Si hubiera sido un cura de otro obispado
debería consultarlo a su obispo, o si hubiera sido un religioso, a su
provincial.
—El nuevo prior tiene la suerte o la desgracia de llamarse Turull como su
primo, Jordi Turull, que ya ha pasado demasiado tiempo en prisión. No
entraremos aquí a describir las inquietudes políticas de mosén Turull. Lo que
está claro es que no es un talibán, ni escribe anónimos en las redes contra la
Iglesia catalana o española, ni emite fatuas incendiarias a favor o en contra
del proceso. Un hombre prudente. A quienes han hecho confianza tanto los
cardenales Sistach como Omella. Por otra parte, como ex rector del Seminario de
Barcelona, rector de la Basílica de la Sagrada Familia y antes de otras
parroquias relevantes, y uno de los canónigos más activos de la catedral, es
evidentemente un candidato más que digno al priorato. ¿Debería ser nombrado un
cura más de consenso un Gobierno presidido por los amigos de El Mundo? Ni en
pleno franquismo la capilla estuvo en manos de un requeté. En cambio, el
nombramiento de Turull está en continuidad con el perfil exigido a los curas
que han tenido esta responsabilidad.
—En Cataluña hay un 58% de personas que se declaran católicas, un 10,6% que
dicen pertenecer a otras confesiones, y el 31,4 restante agrupa agnósticos (11%
no necesariamente contrarios a la práctica religiosa) y ateos (un 16%). Los
católicos son el 85% de las personas que dicen pertenecer a alguna confesión.
Entre todas las confesiones suman el 68,6% de la población.
Entre los más jóvenes esta situación cambia mucho, y se identifican
religiosamente un 49,3% de los menores de 25 años. Pero el catolicismo sigue
siendo de largo la opción mayoritaria: un 34,3% de estos jóvenes que representa
el 70% de los que se declaran miembros de alguna confesión. Los jóvenes ateos
son el 24,8% y los agnósticos el 20,8%. Es decir, la diversidad religiosa sí,
pero no tanto ni tan creciente. Y secularización quizás sí, pero no tanto como
parece. Fijándose sólo en los jóvenes, la mitad confiesan una identificación
religiosa. No es la impresión que transmite la opinión publicada. ¿Aparte del
Barça y la Rosalía hay muchas convicciones, creencias o fenómenos con los que
se identifiquen un 35% de los jóvenes catalanes? Todavía estamos muy lejos de
ser el país más secularizado de Europa.
Evidentemente, otra cosa es la práctica religiosa, pero como muy bien
apuntó un día Juan Gómez, tampoco se distingue entre ateos practicantes y no
practicantes. Por ejemplo, sería interesante saber la media de edad y número de
afiliados a Ateos de Cataluña.
—También podemos olvidarnos de todo esto, del prior y convertir la capilla
en un museo. ¿Cambiaría algo en este país? ¿Ganaríamos algo? ¿Seríamos más
respetuosos así con la diversidad de creencias? ¿Está en juego la
aconfesionalidad de las administraciones públicas porque se haga una misa en el
Palau de la Generalitat? ¿O sólo enterramos la historia del recinto? ¿O lo
solucionan nombrando un imán de Patio de los Naranjos y todos contentos?
Además, tampoco me da la impresión de que el tema haya ocupado la agenda de
presidencia excesivas horas. Bastantes problemas tiene ya el Gobierno.
—Y una última pregunta: ¿deja de ser aconfesional un aeropuerto porque haya
una capilla, como ocurre en todos los países civilizados?
—Y, lo que me parece más relevante. La política de Asuntos Religiosos
depende del Gobierno y no del prior de la Capilla de San Jorge. En este
sentido, no recuerdo mucha actividad legislativa o propositiva en el Parlamento
sobre asuntos que afecten a la gestión de la realidad religiosa del país.
Perdón, sí recuerdo que la mayoría de diputados firmaron un texto contra el
arzobispado de Barcelona por haber invitado a un francés que cree que practicar
la homosexualidad es pecado. Y quizás alguna otra intervención en contra de
algunas de las últimos polémicas mediáticas que han implicado la Iglesia católica.
En cambio, no sé si muchos grupos parlamentarios se han molestado en
estudiar las propuestas del Consejo Asesor para la Diversidad Religiosa
(Consejo donde, por cierto y como es razonable, hay proporcionalmente una
sobrerrepresentación de las minorías religiosas y de eso no se ha quejado nunca
la Iglesia católica). Este Consejo, y no el prior, sí es una iniciativa del
Gobierno y sí hace propuestas que afectan a la política religiosa de las
administraciones públicas. Pero supongo que es más práctico tirar de lo leído
en un digital que estudiar un tema. Tampoco sería mucho pedir que en este tema
del prior los partidos de gobierno articule una respuesta razonable.
El hecho es que la mayoría de partidos ni siquiera tienen personas
preparadas para articular un discurso sobre este tema más allá de cuatro twitts
contra los acuerdos Iglesia-Estado o la alabanza a la diversidad
plurimulticulticonviccional.
Este es el verdadero problema: que los partidos y las administraciones
hagan un análisis riguroso de la realidad religiosa de Cataluña y repiensen
cuál es su papel en este ámbito. No el prior de la Capilla de San Jorge.
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