Yamila...
Gusto tiene. Se compró un vaquero precioso. Pero su ritmo,
más lento que el de la adolescente que ya no es, le jugó una mala pasada; sólo
se fijó en lo que buscaba, un pantalón vaquero, nuevo, entero por supuesto.
Ya de vuelta, y a la vista de unas mocetas con pantalones
con aberturas varias como gateritas, “cómo lo hago” se dijo.
No más llegar a casa, se lanzó a la obra; y las hizo:
machacando con dos piedras distintas dos; con la punta de una plancha otra; y
otras dos mediante otras artes.
Pero esperó, y el día del estreno de sus pantalones nuevos
volvió a llegar tarde; pues ya las que casi podrían ser hijas de sus amigas
habían cubierto todas las ventanitas de sus respectivos pantalones con petachos
de telas distintas cosidos de dentro afuera.
No se lo esperaba. Pero lo rehízo (que no son “arreglos”,
sino “creaciones” las gateritas ahora tapadas desde dentro). Y como casi no los
había estrenado, re-tuvo los pantalones nuevos.
Pero el día del reestreeno, ¡voto a bríos! No lo dijo,
desconocía ella esta locución interjectiva coloquial. Pero cuadraba con lo que
ella estaba sintiendo. Pues por segunda vez su ritmo, ya dijimos, más lento que
el de la adolescente que ya no era, le hizo sentirse descolocada en cuanto vio
que lo que ahora se llevaba eran los dos tijeretazos a la altura de las
rodillas. Sólo que esta vez se adelantó a lo que pensaba no acontecería, aunque
sí que aconteció, ahora bien después de ella. Y es que pegó los dos tijeretazos
a la altura de sus rodillas más un tercero allá arriba en zona más tiernita de
su muslo izquierdo.
Total, que con tanta competencia de ir al ritmo de las otras
más jovencitas lo logró, sin llegar a lo de tantas jóvenes madres que imitan
exageradas a sus propias hijas.
Y se mantuvo al día en los siguientes pasos:
una especie de cenefitas o listas sobrepuestas en los bordes de las tres
aberturas de la misma tela; y pronto, con el segundo de los aires frescos, las
cenefitas sustituidas por tres correspondientes cremalleras, que uno nunca supo
si serían para cerrar, para abrir, para invitar…
Lo más importante del caso es que Yamila, entre tanto
avatar, se fue y va reencontrando a sí misma.
Y me dice el chispazo que esto es lo correcto, para todos y
todo, y para la Iglesia: entre tanto avatar reencontrarse a sí misma.
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Eskerrik asko.