Un "hecho reciente ha venido a inquietarme... profundamente. Es algo bien conocido que en la diócesis de Gipuzkoa son relativamente numerosos los sacerdotes, religiosos y religiosas y hombres y mujeres laicas que no están de acuerdo con la orientación pastoral que el obispo Munilla está intentado implantar en esta Iglesia local. Ahí están las opiniones y valoraciones hechas públicas durante el pasado año por un grupo numeroso de sacerdotes diocesanos, por un grupo de miembros del Consejo Pastoral, por el grupo de cristianos denominado Eutsi Berrituz, sin tener en cuenta las que se le han presentado de palabra en diversas reuniones de los consejos de presbíteros y de arciprestes, según nos han transmitido personalmente algunos de sus miembros.
Según el obispo, no son más que “crítica, murmuración, cotilleo y maledicencia”. Ha elegido una vía excesivamente débil para intentar acallar las voces que discrepan con su actuación. A pensar eso me lleva su escrito Jubileo de la Misericordia, donde verbalmente se nos dice: “A este respecto, os propongo un gran compromiso para este Jubileo: arrancar de nosotros toda crítica, murmuración, cotilleo y maledicencia. ¿Cómo vamos a celebrar el jubileo de la Misericordia si nos juzgamos continuamente los unos a los otros?” Si nos atuviéramos a la literalidad de este texto, deberíamos pensar que el obispo tiene conciencia de haber andado por ahí criticando, murmurando, cotilleando y hablando mal de otros, pues así lo expresa cuando dice “arrancar de nosotros”, “si nos juzgamos continuamente”, etc.
No parece éticamente aceptable recurrir a la misericordia para pedir a los otros que desistan de valorar negativamente su actividad episcopal y de seguir analizando y valorando en conciencia la situación de esta Iglesia local. Las publicadas son valoraciones realizadas en conciencia, sosegadamente y después de analizar y pensar largamente sobre el tema. Lo puedo afirmar así porque he seguido de muy cerca el proceso seguido en todas ellas. Naturalmente que se han podido equivocar sus responsables a la hora de analizar las diversas situaciones y al formar su criterio valorativo. El compromiso que sienten con esta Iglesia guipuzcoana los ha llevado a realizar ese trabajo. No se puede hablar, pues, de “murmuración, cotilleo y maledicencia”, como lo hace el obispo Munilla. Primero se desprestigian las opiniones de los que piensan distinto y luego se les pide que abandonen esa actuación. ¿Puede dejarse en manos de una persona que actúa con semejante frivolidad la responsabilidad de dirigir esta nuestra Iglesia local?
Por otra parte, el obispo de Roma Francisco está insistiendo con mucha frecuencia que la nuestra ha de ser “una Iglesia pobre con y para los pobres”. Y especialmente una Iglesia pobre que se coloca junto a los pobres azotados duramente por esta última crisis económica. En esa línea, se les ha pedido a los responsables económicos de las parroquias guipuzcoanas que actúen con mucha responsabilidad y reduciendo al máximo los gastos de sus comunidades. Parece que sea razonable actuar así en las actuales circunstancias. No parece, sin embargo, que se hayan seguido esos mismos criterios a la hora de publicar el folleto oficial de la diócesis denominado Jubileo de la Misericordia. Llama la atención la alta calidad del papel utilizado, la gran cantidad de fotografías a todo color insertadas en el texto y la apariencia lujosa de su portada. ¿No se podía haber hecho una publicación más sobria y más acorde a la situación económica de los pobres de nuestra Iglesia? ¿Qué se ha pretendido con una publicación tan lujosa?
Quiero terminar estas consideraciones mirando más arriba y más lejos, y utilizaré para ello un recuerdo de mis años de aprendiz del latín clásico, robando a Cicerón una famosa frase suya: “Quousque tandem, Domine Renzo Fratini, abutere patientia nostra?”, que podría traducirse por “¿hasta cuándo pretende seguir, señor nuncio Renzo Fratini, aprovechándose de nuestra paciencia?”
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Eskerrik asko.