Munilla vuelve tras los
pasos de Cañizares
(Por José Ignacio Calleja,
en RD).-
Dicen que si un miembro
de los comandos terroristas de París entró como refugiado, y ya está aquí la
polémica social y católica. O sea, ¿quiere decir que si un yihadista (o veinte)
se ha colado entre los refugiados, eso transforma el problema de la justicia
con los refugiados de moral a inmoral?
Y ¿quiere decir que esto
mismo hace oportunas las palabras del cardenal Cañizares sobre que todos no son
trigo limpio, y verdadera su idea de que han de primar los derechos de la
civilización cristiana de Europa?
¿Pero alguien cree que
los refugiados vienen porque hemos ido allí a decirles, "pasen y vean,
vacaciones gratis"? ¿Alguien cree que en la vida humana se puede decidir
nada en justicia absoluta? ¿Alguien cree que no se puede correr ningún riesgo
en el trato con las víctimas? ¿Alguien piensa que el mejor de los grupos
humanos no va a tener excepciones y garbanzos negros?
Cañizares se disculpó,
viendo lo equívoco de sus palabras. Pero sabíamos que otros volverían. Munilla
lo ha hecho y detrás, un buen grupo de católicos. ¿Por qué? No es la
perspicacia cultural y la vocación de justicia, no. Hay que ser un demagogo del
tres al cuarto para volver a esto y así. Porque es no saber discernir el
ministerio eclesial de la vocación política que los consume; es un ego
descontrolado que los hace creer que son vigías y salvadores del occidente
cristiano, cuando solo ven a dos palmos de sus narices.
Son agoreros que se pasan
el día diciendo que son las doce, y al final, necesariamente, aciertan dos
veces. Y se lo creen. ¡Qué cruz!
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