2.3. La desregulación financiera: aligerar e internacionalizar la actividad o de la socialdemocracia al liberalismo económico
La ‘inteligentzia’ económica de los últimos 20 años está dominada por los principios acordados por los organismos internacionales -dominados por los países ricos y los think tanks –en su mayoría anglosajones- proclives al capitalismo liberal-,en Washington el año 1990. Los principios de este Acuerdo son: disciplina presupuestaria, liberalización financiera y comercial, privatizaciones y desregulación económica. Quedan expresamente excluidas de él las políticas de estimulo al crecimiento económico, de redistribución de recursos y las políticas equitativas y ecológicas. Es el paso adelante que ha dado la economía capitalista, a poco de la caída del muro de Berlín que supuso el arrumbamiento del modelo económico de la Unión Soviética. Capitalismo o... el abismo.
Estos principios de libre mercado se recogieron casi ad pedem litterae en el Tratado de Constitución de la Unión Monetaria Europea y se trató de que formaran parte de la fracasada Constitución Europea y, por la imposición de los gobiernos conservadores alemán y francés, se ha conseguido, por ejemplo, que la mayoría de los países de la Unión Europea hayan incluido en sus respectivas constituciones el déficit presupuestario reducido casi a 0, -en la Española desde el año pasado- con lo que las políticas anticíclicas de los gobiernos han visto reducidas considerablemente sus posibilidades de actuación. Otro principio consagrado del Acuerdo de Washington es el que el índice de inflación sea permanentemente muy bajo -límite del 2%- mientras no se toma en consideración, por ejemplo, el índice de paro.
Como sucede en estos casos, tras el abandono o relajación de los controles vía desregulación, la economía capitalista, insaciable por naturaleza, no ha hecho sino desmadrarse en sus dimensiones privatizadoras y liberalizadoras, lo que no sólo ha posibilitado, sino que ha estimulado la actual crisis financiera y económica.
Algunos ejemplos de estas políticas liberalizadoras referidas a la actividad financiera:
- El coeficiente de caja, que señala la cantidad de dinero de los depósitos que las instituciones financieras han de retener sin invertir, se ha reducido considerablemente hasta el 1%, impulsando la fuerte creación de dinero bancario, origen de la burbuja financiera.
- La reducción, en la práctica, de los riegos financieros cubiertos por el coeficiente de capital, que marca el volumen de recursos propios que han de respaldar la actividad financiera, ha posibilitado mayores beneficios a bancos y cajas, mediante la multiplicación de las operaciones especulativas, ha aumentado la opacidad de los balances de las entidades financieras y ha incrementado el riesgo de impagados y hasta de quiebras asumido por éstas. Y es que las nuevas posibilidades liberalizadoras permiten a los instituciones financieras vender sus créditos en el mercado via titulización -bonos, etc- de los mismos. De esta manera, los activos de más riesgo salen de los balances de las entidades financieras –a menudo a manos de particulares ‘ignorantes’ de la situación- con lo los bancos y similares evitan su sujeción a los coeficientes de capital. Las instituciones financieras conceden créditos con la intención no de aguantarlos hasta el vencimiento en sus balances, sino para venderlos a mejor precio en el mercado. Es por eso que no ponen el mismo interés de antes en conceder créditos a personas o empresas solventes, pues cuentan con venderlos inmediatamente al mejor postor, lo que ha llenado el mercado de créditos basura.
- La eliminación de los coeficientes de crédito que marcaban, en cierta medida, en qué actividades productivas en que invertir el dinero, ha posibilitado la concentración de riesgos en países y actividades poco consistentes, pero rentables a corto plazo (la burbuja inmobiliaria, por ejemplo) y el abandono de inversiones de mayor calado social (Viviendas de protección oficial, viviendas en alquiler, etc.).
- La reducción de los tipos de interés que se traduce en una reducción de los beneficios bancarios ha forzado a las entidades financieras incrementar desproporcionadamente las comisiones y a prestar por encima de lo recomendable según las normas de prudencia, a fin de mantener unos beneficios que se exigen siempre crecientes y que garantizan las altas remuneraciones de los directivos.
- Otra modificación importante ha sido entrada en los Consejos de Administración de las grandes empresas de consejeros independientes –menos estables que los antiguos ‘patriarcas’ de las empresas-. Este cambio, en principio positivo, se ha revelado contaminado por la lógica capitalista ya que ha impulsado a las cúpulas de las entidades financieras la búsqueda rápida de ganancias, ligadas en muchos casos a retribuciones muy elevados -los famosos ’bonus’-, que ha llevado a muchas empresas ha actividades cortoplacistas y muy arriesgadas (prototipo Lehman Brothers que no hizo sino lo que han venido haciendo la mayoría de las entidades financieras del mundo).
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