Publicamos, íntegra, la entrevista concedida a P.Ontoso por Joseba Segura, quien, por cierto, ha reaccionado a la invitación a LAS TRES HORAS DE GERNIKA:
"Desde Quito me uno a esta iniciativa que ojalá encuentre amplios apoyos en las comunidades cristianas de Bizkaia."
1.- Parece que, esta vez sí, ha llegado el momento del cierre. ¿Alberga usted alguna duda o algún temor sobre la decisión de ETA?
ETA, tal y como la hemos conocido, se ha difuminado. No se puede descartar alguna disidencia, algún intento de un grupo o facción de volver a levantar esa bandera. Pero tal intento, si se produjera, está condenado a ser un fenómeno marginal, sin base social suficiente, además de resultar operativamente inviable, tal y como lo ha sido la ETA de los últimos años.
2.- ¿Cómo ha acompañado la Iglesia en este proceso? ¿Ha habido gente de la Iglesia que ha asumido responsabilidades?
Desde el año 98, con gobiernos distintos y de modos diversos, algunas personas de Iglesia han hecho gestiones discretas cuando de un lado u otro se han solicitado determinados apoyos. En esta última fase del proceso no ha habido una implicación directa de representantes de Iglesia en gestiones de intermediación al más alto nivel porque ello no ha sido necesario. Pero en todo momento algunos responsables de la Iglesia vasca han mantenido líneas calientes de comunicación con los protagonistas del proceso, dispuestos a colaborar en lo posible para facilitar el final de la violencia.
3.- ETA asegura que su decisión viene de atrás, que la venían interiorizando. Tras la tregua de 2004 no pudo ser, pero entonces se avanzó mucho ¿Para qué sirvió?
ETA, en contraste con el IRA, se ha caracterizado por una gran inestabilidad en su liderazgo. Especialmente durante la última década ha tenido jefes casi siempre muy jóvenes y que cambiaban con frecuencia. En este contexto no ha sido fácil que ETA avance o aprenda de experiencias anteriores. Los líderes de ayer, entraban hoy en la cárcel detenidos a voluntad, y nuevos militantes asumían todas las responsabilidades sin el beneficio de la experiencia. En la evolución y el comportamiento de ETA, las detenciones de sus líderes han sido un factor esencial. Durante la última tregua quienes aprendieron una lección importante, más que los líderes de ETA, fueron los líderes de Batasuna: debían dar los pasos necesarios para que en la próxima ocasión ETA no tuviera la última palabra. Y así lo han hecho.
4.- Usted dijo entonces que la nueva Batasuna ya no tendría que ver nada con la anterior ¿Que ha influido en esa evolución?
La antigua Batasuna era muy dependiente de decisiones y valoraciones estratégicas definidas por ETA. Algunos de sus líderes llevan años intentando cambiar esa situación pero temían que, si forzaban demasiado la marcha, en su base social pudiera producirse una ruptura que querían evitar a toda costa. El punto de inflexión en la arena pública, tal y como yo lo percibo, es el momento en el que un líder fuerte de la IA, Rufi Echevarría, sale a la palestra a presentar los estatutos de Sortu, los cuales, para sorpresa de muchos, decían cosas que no podían haber sido dictadas por ETA. Ahí nace la nueva IA, un movimiento político que no necesita ni quiere el respaldo de ETA, que tienes su propia dinámica y autonomía para definir sus propias estrategias.
5.- La izquierda abertzale ultima un documento para pedir perdón a las víctimas de ETA ¿En qué términos debería darse para que fuera creíble y suficiente?
Creo que el documento debe recoger un reconocimiento sincero y creíble del dolor causado, renunciando a justificar la violencia ejercida contra ninguna persona. Esto, en sí mismo, sería un paso significativo. No esperaría que en ese documento se produzca una crítica directa a la trayectoria de ETA, y mucho menos, una clara deslegitimación de su existencia y sentido. Sería bueno que el documento se atreviera a cuestionar la intransigencia y el sectarismo ideológico que han dominado gran parte del discurso político-militar. Pero esto no lo creo probable. Por eso temo que el documento que se publique vaya a ser considerado por muchos como francamente insuficiente.
6.- ETA ha asumido en una entrevista que ha causado sufrimiento ¿Emitirá alguna vez un juicio crítico y severo sobre su trayectoria?
Creo que esta pregunta puede darse por respondida en la pregunta anterior. En todo caso. Nadie puede esperar de ETA un cuestionamiento radical del sentido de su existencia o una crítica severa de su trayectoria. Quien lo pida, sabe que, aunque tenga motivos para hacerlo, está pidiendo un imposible. Podrá haber reconocimientos parciales de culpa pero no una negación fundamental de los motivos de una violencia que ha generado tantos sacrificios y sufrimiento.
7.- En la memoria de estos últimos 50 años, ¿cuál es el relato que debe prevalecer para que sea moralmente justo?
Aunque algunos puedan disentir, no creo insignificante la distinción entre la ETA anterior a la transición y la que a principios de los 80 decide continuar con la lucha armada. Todas las ramas de ETA debían haber cerrado la persiana, a mi jucio antes, pero por lo menos con la llegada de la democracia. Ni ética, ni políticamente puede justificarse la existencia de un terror que mata a personas por motivos ideológicos. Y en lo que a las últimas tres décadas se refiere, ni siquiera desde un planteamiento de mera eficacia política que yo personalmente no puedo compartir, resulta fácil comprender la persistencia de los asesinatos, porque ¿donde están esos logros que ahora se puedan presentar?
8.- ¿Qué esfuerzos hay que hacer para conseguir una paz reconciliada?
Recogiendo algunas de las ideas planteadas por Monseñor Uriarte en una charla reciente sobre la reconciliación, me atrevo a señalar algunos desafíos: restaurar la dignidad humana de todas las víctimas trabajando para que todas las sensibilidades políticas reconozcan la verdad de su sufrimiento; aprender de nuestra historia reciente, renunciando en el futuro a cualquier forma de imposición por la fuerza de un proyecto político y/o identitario; facilitar la autocrítica del agresor, su acercamiento a la víctima y su reinserción social; y, con paciencia, ir sanando en el tejido social los daños que la intransigencia y la violencia han causado en las relaciones personales, grupales e institucionales.
9.- ETA ha resistido porque ha contado con un importante apoyo social ¿Cómo se desmonta esa mentalidad de legitimación de la violencia?
Sería bonito pensar que han sido los argumentos éticos y de respeto a la persona humana los que han deslegitimado la violencia pero tiendo a creer que ha pesado mucho más la falta de resultados y la inviabilidad operativa de una organización perfectamente controlada por las fuerzas de seguridad de los estados español y francés, la que finalmente ha impuesto su razón. Esperemos que la lección aprendida se asuma ahora como lección moral, sentándose definitivamente las bases de una convivencia respetuosa en la diversidad.
10.- Nos jugamos la calidad de la reconciliación. El esfuerzo de la Iglesia, desde la radicalidad moral, ¿tiene que ser más exigente que el de otras instituciones?
La Iglesia vive en medio del mundo y aprende de la historia pero no puede resignarse a repetir o reflejar una sensibilidad social mayoritaria, mucho menos si es moralmente mediocre. Seguimos a Cristo que defendió con pasión principios nuevos y compromisos claros y, a menudo, radicales. Deberíamos ser capaces de vivir y promover planteamientos éticos exigentes, que aporten novedad, luz y orientaciones claras en situaciones donde está en juego la dignidad humana. No siempre acertamos a hacerlo, pero la inspiración del ejemplo de Jesús está ahí y tiene fuerza.
11.- ETA no ha entregado las armas ni ha desmantelado sus arsenales ¿Esto va a entorpecer el proceso?
La entrega de las armas y la disolución de ETA es el punto final de su historia. Ojalá llegue pronto pero ese final hay que prepararlo, resolviendo previamente algunos temas “técnicos,” temas que no suponen concesiones políticas. En la agenda de cierre de una organización armada, esos temas son inevitables. Y entre ellos, el más importante es el de sus presos.
12.- La cuestión de los presos es un tema crucial. Venganza, impunidad, justicia restaurativa... son algunos conceptos que se utilizan estos días. ¿Cómo hay que abordar la reintegración social de los condenados?
Distintos gobiernos en Madrid han dicho reiteradamente que cuando ETA deje la violencia, el Estado actuaría con generosidad. Generosidad no significa impunidad. La mayoría de los militantes de ETA han sido condenados a muchos años de prisión. No creo que, ahora que finalmente se ha producido la tan esperada noticia, Rajoy se atreva a hablar de generosidad. En cualquier caso será suficiente si actúa con serenidad, es decir, sin espíritu de venganza o revanchismo político, y con sentido común, lo que en mi opinión significa algo muy concreto: hacer lo que razonablemente puede hacerse para lograr cuanto antes la entrega de las armas y la disolución de ETA.
13.- ¿Hay que volver al 'espíritu del 77' para empujar otra transición en Euskadi?
Este es un tema que, ahora ya sin violencia, queda abierto al legítimo debate político y al juego de la búsqueda de mayorías para ir en una dirección o en otra. Respecto a esta cuestión, la Iglesia como tal, ni tiene opinión, ni puede tenerla.
14.- Usted predijo que la izquierda abertzale iba a tener "un montón de votos" en el 20-N por la política judicial del Gobierno. ¿Sacar de la cárcel a líderes como Arnaldo Otegi o Rafa Díez Usabiaga sería un paso importante para normalizar la situación política?
No es solo el encarcelamiento de estas personas. Como consecuencia de las ilegalizaciones, había un fuerte voto represado que sale ahora con fuerza a la luz, primero con Bildu y luego con Amaiur. Necesitamos que la opción política que representa la Izquierda Abertzale se normalice cuanto antes y pierda su carácter de excepcionalidad. La salida de estos líderes a la calle aceleraría ese proceso. Mantenerlos en la cárcel, retrasa la necesaria normalización. La Izquierda Abertzale debe funcionar como cualquier otra opción política, sin victimismos y sin pretensión de ser, por principio, una alternativa radicalmente diferente al resto de partidos políticos. Si quiere serlo, que lo sea por la fuerza de su proyecto y por sus logros en la gestión. Pero es una ley universal que la responsabilidad de la gestión conlleva costos y rebaja la pureza y el atractivo de proyectos no contrastados en medio de una realidad siempre compleja. Y en ese contraste con la dura realidad se va a producir, en su momento, una objetivación de aquellos apoyos en votos que sean sostenibles en el tiempo.
15.- El PP ha sacado mayoría absoluta y Rajoy tiene plenos poderes para tomar decisiones ¿Le ve con fuerza y ganas para encarar el final de la violencia y la llegada de la paz?
Desde Ecuador no es fácil saber lo que quiera o pueda hacer Rajoy en este tema, incluso respaldado por una amplia mayoría absoluta. Mi impresión es que, en lo relativo al final de ETA, hasta la fecha ha querido dejar abiertas sus opciones. Pero esa indefinición al parecer va con el personaje y no la considero base suficiente para el optimismo. ¿Va a dar los pasos necesarios y posibles para lograr pronto el comunicado de la disolución de ETA? Nadie puede hoy saberlo a ciencia cierta. La otra opción es no hacer nada, no responder a la propuesta de ETA de iniciar una interlocución sobre ningún tema. Hay un sector de votantes en el ala derecha del PP que se siente frustrado, como si le hubieran birlado una guerra que tenían perfectamente controlada. Este sector va a intentar lo imposible para levantar de nuevo fuego de las cenizas, presionando al Presidente para que no acepte ningún tipo de interlocución con ETA, ni directa ni indirecta, para que no se modifique la legislación excepcional creada para combatir el terrorismo, para que no se produzca ningún cambio en la política penitenciaria. Cualquier paso en esa dirección va a ser leído en algunos medios de comunicación, beligerantes y significados, como concesiones inaceptables. En todo caso, el destino de Rajoy se va a jugar en los resultados económicos y ahí la penitencia viene con el cargo. La pacificación podría resultar un comodín que se utilice según convenga y sin prisa, sabiendo que para ETA ya no es posible volver a la violencia y que, tal vez, para el nuevo Presidente no haya tanto que ganar facilitando su disolución.
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