Federico Mayor Zaragoza
Por fin los pueblos toman en sus manos las riendas del destino común. La “marea virtual” sigue su marcha: Irán, China... Túnez, Egipto, Libia, Yemen, Siria... Italia, Reino Unido, Islandia...
Desde España se extiende ya, voz alta, firme y clara a todo el mundo. “No somos anti-sistema. El sistema es anti-nosotros”.
Es inaceptable seguir siendo simples espectadores, testigos impasibles de lo que sucede. Es tiempo de acción, de disentimientos y asentimientos, de protestas y propuestas. Propuestas, sobre todo, porque son muchos los entuertos que deben enderezarse.
Ya era hora de que “los pueblos”, a los que hace referencia el primer párrafo de la Carta de las Naciones Unidas, pudieran expresarse libremente, serenamente. “Si no nos dejan soñar... no les dejaremos dormir”, han advertido los miles de ciudadanos concentrados en la Puerta del Sol madrileña y, rápidamente, en otras ciudades de España y del mundo.
“Puede que Europa comience en la Puerta del Sol”. Puede que vaya mucho más allá de Europa, en el ilimitado ciberespacio, a escala planetaria. Es tiempo de dormir lo justo, de descansar lo indispensable. “Tiempo de alzarse”, como nos recomendó José Ángel Valente.
El resultado final de la “globalización” ha sido, en cifras de balance, catastrófico: una economía de especulación y de guerra (4.000 millones de dólares al día, al tiempo que mueren de hambre más de 60.000 personas). Los desgarros sociales, el desamparo y las asimetrías de toda índole no han podido ser contrarrestadas en el amplio foro de las Naciones Unidas porque tuvieron buen cuidado, desde la década de los 80, de marginarlas y sustituirlas por grupos de los países más ricos de la Tierra.
La crisis sistémica requiere respuestas audaces. Me gusta repetir, con Amin Maalouf, que “una situación sin precedentes necesita soluciones sin precedentes”.
El 15-M no habrá incidido en el voto ya “pre-determinado”, pero lo hará en las elecciones generales, porque todos los representantes del Sr. mercado, de la especulación, de los opacos y de los insolidarios no recibirán ya el apoyo ciudadano.
Los “realistas” -que nunca han cambiado nada porque aceptan la realidad- se empeñan en decir que democracia “real” es la que hay... sin pensar en que, para muchos, “real” significa verdadera, auténtica, genuina, la que debería haber, la que, en cualquier caso, habrá a partir de ahora porque, como era previsible, la participación no presencial permitirá la escucha permanente de la voz del pueblo.
Una evolución activa, permanente, en la que se cambia lo que debe cambiarse y se conserva lo que debe conservarse, es la mejor solución. Es la que practica la Madre naturaleza.
Me ha impresionado la elaboración de propuestas y la firme convicción de seguir solicitando iniciativas a todos los que deseen unirse a este gran movimiento. Es fundamental continuar el 15-M en una expansión radial, que se extienda a barrios, ciudades, regiones, países... al mundo en su conjunto gracias a las tecnologías de la información y la comunicación. La “marea virtual” será el principio y el camino del otro mundo posible que anhelamos.
Rafael Guillén, en Los alrededores del tiempo, ha escrito: “Ser hombre es resistirse. / Ser hombre es cometer, conscientemente, / un pecado de lesa desmesura”.
Josep María Antentas y Esther Vivas han escrito: “para luchar no sólo se requiere malestar e indignación; también hay que creer en la utilidad de la acción colectiva”. Con propuestas concretas sobre los mercados, sobre la energía, sobre los medios de comunicación, sobre la re-localización productiva, sobre el desarme, sobre fuentes alternativas de financiación.
Y millones de internautas sugiriendo, apoyando, construyendo la nueva democracia. Muchos “imposibles” hoy serán realidad mañana, en democracias que sean realmente la expresión de la voz constante de los ciudadanos y no sólo la de la obediencia partidista, de la emoción reactiva, del desengaño, de medios escritos y audiovisuales que sólo transmiten la voz de su amo.
Los representantes actuales han sido elegidos en medio de una desinformación generalizada, habiéndose dicho que las urnas podrían sustituir a la justicia y que ciertas alternativas (nunca mostradas) podrían ser solución a los grandes problemas del paro y de la economía. Pero nada de hondo calado se ha propuesto contra la desregulación de los flujos financieros; ni de la especulación propiciada por las agencias de calificación; ni de la desaparición de los paraísos fiscales; ni de la insolidaridad de la economía sumergida; ni de la deslocalización productiva; ni de la economía de guerra; ni de la lucha urgente contra la pobreza y el hambre; ni de la gobernación mundial por los países más prósperos que, como últimos asideros de la globalización, siguen fracasando a costa de gravísimos “efectos colaterales”; ni de las energías renovables y el cambio climático; ni de un replanteamiento total de la lucha contra el narcotráfico; ni...
Estas manos serán las armas invencibles con las que se llevará a la práctica resueltamente, pacíficamente, la construcción del porvenir que merece la condición humana. Será el nuevo comienzo.
Desde España se extiende ya, voz alta, firme y clara a todo el mundo. “No somos anti-sistema. El sistema es anti-nosotros”.
Es inaceptable seguir siendo simples espectadores, testigos impasibles de lo que sucede. Es tiempo de acción, de disentimientos y asentimientos, de protestas y propuestas. Propuestas, sobre todo, porque son muchos los entuertos que deben enderezarse.
Ya era hora de que “los pueblos”, a los que hace referencia el primer párrafo de la Carta de las Naciones Unidas, pudieran expresarse libremente, serenamente. “Si no nos dejan soñar... no les dejaremos dormir”, han advertido los miles de ciudadanos concentrados en la Puerta del Sol madrileña y, rápidamente, en otras ciudades de España y del mundo.
“Puede que Europa comience en la Puerta del Sol”. Puede que vaya mucho más allá de Europa, en el ilimitado ciberespacio, a escala planetaria. Es tiempo de dormir lo justo, de descansar lo indispensable. “Tiempo de alzarse”, como nos recomendó José Ángel Valente.
El resultado final de la “globalización” ha sido, en cifras de balance, catastrófico: una economía de especulación y de guerra (4.000 millones de dólares al día, al tiempo que mueren de hambre más de 60.000 personas). Los desgarros sociales, el desamparo y las asimetrías de toda índole no han podido ser contrarrestadas en el amplio foro de las Naciones Unidas porque tuvieron buen cuidado, desde la década de los 80, de marginarlas y sustituirlas por grupos de los países más ricos de la Tierra.
La crisis sistémica requiere respuestas audaces. Me gusta repetir, con Amin Maalouf, que “una situación sin precedentes necesita soluciones sin precedentes”.
El 15-M no habrá incidido en el voto ya “pre-determinado”, pero lo hará en las elecciones generales, porque todos los representantes del Sr. mercado, de la especulación, de los opacos y de los insolidarios no recibirán ya el apoyo ciudadano.
Los “realistas” -que nunca han cambiado nada porque aceptan la realidad- se empeñan en decir que democracia “real” es la que hay... sin pensar en que, para muchos, “real” significa verdadera, auténtica, genuina, la que debería haber, la que, en cualquier caso, habrá a partir de ahora porque, como era previsible, la participación no presencial permitirá la escucha permanente de la voz del pueblo.
Una evolución activa, permanente, en la que se cambia lo que debe cambiarse y se conserva lo que debe conservarse, es la mejor solución. Es la que practica la Madre naturaleza.
Me ha impresionado la elaboración de propuestas y la firme convicción de seguir solicitando iniciativas a todos los que deseen unirse a este gran movimiento. Es fundamental continuar el 15-M en una expansión radial, que se extienda a barrios, ciudades, regiones, países... al mundo en su conjunto gracias a las tecnologías de la información y la comunicación. La “marea virtual” será el principio y el camino del otro mundo posible que anhelamos.
Rafael Guillén, en Los alrededores del tiempo, ha escrito: “Ser hombre es resistirse. / Ser hombre es cometer, conscientemente, / un pecado de lesa desmesura”.
Josep María Antentas y Esther Vivas han escrito: “para luchar no sólo se requiere malestar e indignación; también hay que creer en la utilidad de la acción colectiva”. Con propuestas concretas sobre los mercados, sobre la energía, sobre los medios de comunicación, sobre la re-localización productiva, sobre el desarme, sobre fuentes alternativas de financiación.
Y millones de internautas sugiriendo, apoyando, construyendo la nueva democracia. Muchos “imposibles” hoy serán realidad mañana, en democracias que sean realmente la expresión de la voz constante de los ciudadanos y no sólo la de la obediencia partidista, de la emoción reactiva, del desengaño, de medios escritos y audiovisuales que sólo transmiten la voz de su amo.
Los representantes actuales han sido elegidos en medio de una desinformación generalizada, habiéndose dicho que las urnas podrían sustituir a la justicia y que ciertas alternativas (nunca mostradas) podrían ser solución a los grandes problemas del paro y de la economía. Pero nada de hondo calado se ha propuesto contra la desregulación de los flujos financieros; ni de la especulación propiciada por las agencias de calificación; ni de la desaparición de los paraísos fiscales; ni de la insolidaridad de la economía sumergida; ni de la deslocalización productiva; ni de la economía de guerra; ni de la lucha urgente contra la pobreza y el hambre; ni de la gobernación mundial por los países más prósperos que, como últimos asideros de la globalización, siguen fracasando a costa de gravísimos “efectos colaterales”; ni de las energías renovables y el cambio climático; ni de un replanteamiento total de la lucha contra el narcotráfico; ni...
Estas manos serán las armas invencibles con las que se llevará a la práctica resueltamente, pacíficamente, la construcción del porvenir que merece la condición humana. Será el nuevo comienzo.
Federico Mayor Zaragoza
Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO
Presidente de la Fundación Cultura de Paz y ex Director General de la UNESCO
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