martes, 9 de diciembre de 2025

Sucesión en el arzobispado de Barcelona: la travesía de los nombres para relevar a Juan José Omella

El abad de Montserrat, Manel Gasch, entra en el baile de nombres de cara al relevo del cardenal, en el que se mantiene el romano Jordi Bertomeu

Fuente:   Naciodigital

Por   Pep Martí y Vallverdú

Redactor de Política en Naciodigital

08/12/2025

 

"Convendría que este nombre no circulara ni apareciera publicado. Lo quemaríamos". Las palabras de un laico muy bien conectado en el mundo eclesiástico define el ambiente que se vive en la archidiócesis de Barcelona cuando se agota el gobierno del cardenal Juan José Omella, que el próximo 21 de abril cumplirá 80 años. Roma le ha prolongado su mandato más de cuatro años, desde que ofreció su renuncia al papa Francisco al cumplir los 75 años, que es cuando corresponde el relevo. 

La archidiócesis vive con nervios este período de espera. Nervios y división. Hace unos días, en un retiro de cerca de cincuenta curas en la residencia de la calle Valldonzella de Barcelona, ​​se hizo la adoración al Santísimo, al cuidado del obispo auxiliar David Abadías. Es una liturgia muy clásica que gusta a algunos de los arciprestes más tradicionales y que incomodó por excesiva a muchos de los presentes, mientras otros la disfrutaban. Un choque de pareceres que es una señal, en todo caso, de las tensiones que se viven, también, en la Iglesia catalana.  

El anuncio de Roma con el nombre del nuevo arzobispo se considera muy cercano. Como también la confirmación de una cada vez más probable visita de León XIV a Barcelona, ​​justo cuando se corone la torre más alta de la Sagrada Família, el próximo junio. Ahora todo son nombres, con grupos y sensibilidades empujando o intentando desterrar uno e impulsarse a otros en Roma y en Madrid. El nuevo nuncio vaticano (el embajador de la Santa Sede en España), Piero Pioppo, pieza clave en toda designación episcopal, acaba de aterrizar en la capital del Estado. Todo está ya preparado. Así están las quinielas en estos momentos.

 

Manel Gasch, un abad ambicioso

El abad de Montserrat ha ganado protagonismo añadido con la conmemoración del Milenario de la abadía. Se le situaba en el área progresista de la Iglesia, pero la administración que ha hecho de su calentamiento abacial ha decepcionado a los sectores más catalanistas, al recibir a los Felipe VI  y defender que Montserrat ya no debe hacer la labor de suplencia que hizo en el franquismo. Los peor pensados ​​atribuyen estos gestos a la voluntad de ubicarse cerca del Estado. Hijo de los fundadores del Col·lectiu Ronda, abogados comprometidos, se fraguó en la parroquia de San Ildefonso, referente de apertura cristiana, pero sus críticos aseguran que “es más de El Ciervo que de Foc Nou ”. Es decir, de un catalanismo tenue.

 

La conexión de las órdenes religiosas

Gasch no sería un caso excepcional de nombramiento episcopal. Recientemente, quien era abad de Poblet, Octavi Vilà, fue designado obispo de Girona en un movimiento que nadie previó. Hay un dato sensible a tener en cuenta. León XIV es un fraile agustino y fue prefecto del Dicasterio de los Obispos, el que prepara los nombramientos, cuando era el cardenal Robert Francis Prevost. El nuevo Papa ha designado a otro miembro de una orden religiosa, el carmelita napolitano Filippo Iannone. Una señal de que pueden venir más designaciones de monjes para sus episcopales. Pero hay más nombres que Gasch que responderían a ese perfil.     

En Roma se encuentra Lluc Torcal , monje de Poblet y procurador general del Cister, de 54 años, con una sólida formación científica y experto en física cuántica. Y también Agustí Borrell, vicario general de los carmelitas, con una destacable cultura teológica. Y una buena edad para ser arzobispo: 65 años. Ambos son religiosos de prestigio, abiertos y prudentes, bien vistos en los sectores diocesanos más arraigados y que supondrían una suave renovación. También se menciona al benedictino de Montserrat Jordi-Agustí Piqué, de perfil diferente, más conservador que los anteriores, decano del Pontificio Instituto Litúrgico de Roma, muy abocado al trabajo del uso monástico de la música.  

 

Jordi Bertomeu, el investigador del Sodalicio

El nombre del sacerdote tortosino circula desde hace tiempo. Su valentía al enfrentarse a los escándalos de la organización ultracatólica Sodalicio en Perú afianzó el vínculo con Francisco y con León XIV, al que conoció cuando era obispo allí. Bertomeu sería una opción de apertura. Pero tiene también detractores, y no sólo entre los conservadores. Algunos le reprochan un estilo demasiado directo, que genera anticuerpos en el mundo eclesiástico. Hay quien le descarta porque el Papa le quiere cerca para seguir trabajando el tema de los abusos, donde es visto como “un lobo” al que no le tiembla el pulso. Otros recuerdan que tiene unos padres mayores en Tortosa, lo que podría motivarle a querer volver a casa.   

 

Los conservadores apuestan por Conesa y Vilanova

El obispo de Solsona, Francesc Conesa, aparece en las quinielas. Tiene el apoyo del clan valenciano de la Iglesia española (es de Elche), que le considera desaprovechado. Ha pacificado Solsona tras la traumática salida de Xavier Novell, que no es poco, y es persona culta, formada en la Universidad de Navarra, del Opus Dei, que le ve con innegable simpatía. Sus críticos le consideran de un catalanismo bien descriptible y aún más conservador de lo que quiere aparentar. A Conesa también se le sitúa en alguna diócesis de Baleares.

Javier Vilanova es, de los dos obispos auxiliares de Omella, el más conservador. Su nombre circula porque es quien ahora mismo cuida al gobierno diocesano. De talante cordial, hijo de Fatarella, pueblo que sufrió con mucha sangre la Guerra Civil, es devoto del Padre Pío, de una fe muy tradicional, un santo que aseguraba tener en sus manos unas llagas como las de Cristo muerto en la cruz, que llevaba siempre tapadas. Vilanova ha mostrado sus colores ideológicos acogiendo en Barcelona el movimiento de jóvenes católicos conservadores Hakuna .     

En el polo conservador, algunos sueñan con el actual arzobispo de Sevilla, Josep Àngel Sáiz Meneses, que fue auxiliar de Ricard Maria Carles y obispo de Terrassa catorce años, formado en el Seminario de Toledo. Pero Sáiz Meneses sería el triunfo de los nostálgicos de Carles, una época (1990-2004) de fracturas y guerras fratricidas en Barcelona. Los nostálgicos del cardenal Lluís Martínez Sistach, que le sucedió, mencionan al obispo de Tortosa, Sergi Gordo, un progresista. Moderadísimo, eso sí.

En lo que existe un consenso bastante generalizado es que Roma tendrá mucho cuidado de este expediente y que puede haber sorpresas. Desde la llegada de Prevost al Dicasterio de los Obispos, se acabaron las filtraciones. Ahora vicario de Cristo, León XIV se toma su tiempo antes de decidir y parece que no se quiere a nadie que reabra heridas ni aparezca como campeón de una facción sobre otra. Una frase repetida estos días por alguien bien informado: "El objetivo es que nadie se vaya, pero que todo el mundo trabaje. Que nadie se sienta herido". Una frase para ir por la vida. Se quiere una batalla sin vencedores ni vencidos que requerirá toda la sabiduría de la Iglesia.

 

Pep Martí y Vallverdú

Nacido en Barcelona en 1964, forma parte de Nación desde 2015. Licenciado en Filosofía y Letras (Historia Contemporánea) por la UAB. Estuvo muchos años en el semanario El Triangle, donde escribió bastante sobre temas de Iglesia. Antes, había trabajado en el Archivo Central del Departamento de Gobernación. Ha escrito una biografía de Antonio Maura (Ediciones B), una breve de Josep Tarradellas (Fundación Irla), una historia del Club de Amigos de la Unesco de Barcelona y una recopilación de entrevistas hechas en Nación (Cataluña, ¿hacia dónde vas?). El último libro ha sido Los que mandan, con Miquel Macià, sobre 50 estirpes catalanas con poder.

 

 

1 comentario:

  1. Quiero hacer un comentario, pero no como baf, sino como Txelis. Simplemente para decir que como el discernimiento para tener un Obispo vaya por este tipo de criterios políticos, seguiremos echando barro a unos ojos que ya los tenemos bastante jodidos por ello. La verdad, cuando he llegado a mitad del artículo, me he retirado.
    Evidentemente, tendrán que ser los catalanes quienes piensen las cosas, perpo como sea ñpor estas vías...

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