Las
preferencias de un pastor
(A. Beizama, en R.D.).-
Entre los días 30 de mayo y 2 de junio, tuvo lugar la Peregrinación anual de la diócesis de San Sebastián al santuario de la Virgen de Lourdes. Es, sin lugar a dudas, una de las manifestaciones más significativas y expresivas de la comunión armónica de la Iglesia local de Guipúzcoa. Un evento que gira en torno a un colectivo de más de 200 enfermos de diversas generaciones y un nutrido número de voluntarios que, desde la Hospitalidad, se responsabilizan con admirable dedicación del cuidado de los peregrinos enfermos y del adecuado desarrollo de todos los actos religiosos, e incluso culturales, en los que participan.
A este primer núcleo, debemos añadir una voluminosa flota de autobuses con peregrinos que provienen desde diversos puntos de la diócesis y que se desplazan hasta el santuario con la intención de permanecer allí uno o varios días, participando en la Peregrinación diocesana. Entre estos últimos, merecen especial mención los inmigrantes que, llegados a nuestras tierras desde países lejanos, se integran, no sin dificultades, en nuestro pueblo, en esta Iglesia local.
Algunos se atreven a afirmar que, en estos días de la Peregrinación, la diócesis de San Sebastián, se encuentra desplazada de su ubicación geográfica en Guipúzcoa. Lo cierto es que, el hecho de ver y encontrar a tantos creyentes de la diócesis deambulando por la explanada o participando en los actos religiosos, no deja de brindarnos una imagen de la vida cristiana de nuestra Iglesia local menos paupérrima de lo que realmente es constatable en nuestras comunidades. Produce un cierto consuelo, si bien es ilusorio.